En uno de mis más recientes artículos que titulé “Servicios que se pagan y no disfrutas”, traté de plasmar una síntesis sobre el problema de los servicios públicos que aquejan a la mayoría de los venezolanos, a lo largo y ancho de nuestra Venezuela; sin embargo, no solo me fue imposible desarrollar cómo estos se han convertido en una verdadera pesadilla para nuestro pueblo, sino que aumentaron considerablemente las tarifas de estos servicios, así como las denuncias de las fallas de electricidad, agua, Internet, telefonía fija y celular, la escasez de combustible, el aseo urbano y pare de contar.
Para muchos, esta situación comienza a verse “normal”, lo que desde Unidad Visión Venezuela nos preocupa sobremanera. No podemos acostumbrarnos, por ejemplo, a pagar un servicio como el agua y tener que bañarnos con tobos, y aunque los pozos de agua no son la solución de fondo, estos han venido a aliviar a un sector importante del Área Metropolitana de Caracas. Tampoco podemos habituarnos a que el Estado no responda cuando se nos quema un electrodoméstico producto de los constantes bajones de luz; por ello me pongo a la orden, no solo recibir sus denuncias, sino para ser su voz ante los organismos competentes para que estos se aboquen a trabajar para solucionar el problema de raíz, pero también a dar respuesta de manera responsable a los ciudadanos afectados.
Es necesario recuperar el Sistema Eléctrico Nacional, en cuanto a su capacidad instalada, pero es igualmente perentorio invertir en nuevas fuentes de producción de energías limpias para disminuir nuestras emisiones de dióxido de carbono al medio ambiente.
El crecimiento de la población, más el rezago en el servicio, hace obligatorio planificar nuevos reservorios de agua para poder satisfacer las necesidades de la población.
Una recuperación económica es imposible sin comunicaciones en el exterior. Hay que abrir un proceso de inversión privada para mejorar el Internet. Ya en los países desarrollados los teléfonos fijos en el hogar han entrado en desuso. Internet es fundamental para el desarrollo económico y productivo del país.
De la misma manera, es necesario invertir en la recuperación de las autopistas, terminar obras inconclusas como el segundo puente sobre el Lago de Maracaibo y la carretera alterna al Litoral Central, así como construir vías de comunicación. Este es otro tema que requiere de un artículo aparte.
En cuanto al combustible, he visto en las últimas semanas como han vuelto las largas colas para surtir el transporte público; en el interior es peor aún la situación. Esta semana vimos -por ejemplo- que debido a la inoperatividad de ambulancias y patrullas en Playa Grande, Choroní, estado Aragua, una persona -tras sufrir un accidente- tuvo que ser trasladada en la maleta de un vehículo particular.
Ni hablar de cómo en la mayoría de la región andina, occidental y estados fronterizos, ya no existe la gasolina subsidiada, y encima, cada quien cobra lo que le viene en gana, razón por la cual a través de esta tribuna le hago un llamado de atención al ministro de Petróleo Tareck el Aissami a que se ocupe y ponga en práctica la tan cacareada “mano de hierro” contra este tipo de abusos y atropellos que perjudican a los usuarios.
En conclusión, mientras todos y cada uno de estos problemas no sean debidamente atendidos y solucionados, urge parar la regalía de petróleo, hasta que los venezolanos no podamos disfrutar de este hidrocarburo. Vamos a hacer de nuestra Patria -y por ende del pueblo venezolano- la máxima prioridad de gestión a todos los niveles de gobierno.
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