Venezuela ha vivido etapas muy duras y ha tenido que pagar un alto precio por asumir con tolerancia y resignación el confinamiento que fue construyendo el modelo socialista en sus diferentes facetas, todas degradantes y confiscatorias del bienestar social.

Cada venezolano tiene en estos momentos una evaluación de su situación frente al futuro y todos concluyen independientemente de su ubicación geográfica, condición social, política o económica que la única forma de cambiar esta realidad, salir de la crisis, superar la pobreza y deslastrarse de la corrupción es con la salida urgente e inaplazable de Nicolás Maduro y todo lo que representa del mal ejercicio del poder.

El régimen acorraló a la sociedad, forzó con los desaciertos en todas sus políticas fallidas a millones de venezolanos no a irse sino a huir del país. Su último ensayo castrista logró implementar la era del esclavismo laboral en pleno siglo XXI, dejando una estela de deserción, abandono, tristeza y total desolación en todas las instituciones del Estado y en el aparato productivo del país.

Los escándalos de corrupción que han salido a la luz pública, sumados a los que han sido encubiertos en estas más de dos décadas de revolución, alcanzan montos asombrosos, estrafalarios, exorbitantes y en la mayoría de los casos incalculables que dieron paso y construyeron una nueva clase social acaudalada cercana al poder que disfrutan de los recursos arrebatados al bienestar social de pueblo venezolano. Todos estos agraciados del socialismo, según ellos modelo aún en construcción, de manera obscena muestran sus fortunas amasadas a cuenta de la ruina del país y el hambre y miseria de cada uno de los venezolanos.

Quienes hoy preocupados y desesperados observan el desprecio de un pueblo engañado, desesperado, esclavizado, humillado, empobrecido y violados todos sus derechos, les es difícil entender en medio de la opulencia y el derroche entre camaradas que sacrificar a 30 millones de personas para fortalecer un modelo comunistoide trasnochado y malévolo, se convirtieron en un fraude, ejecutor y responsable de la destrucción del país, en todas sus regiones, sin excepción alguna. Tomaron las riquezas y repartieron miseria, pero siempre se quedaron con la mayor parte, sin ningún remordimiento, siempre apuntalados por la exaltación de los antivalores.

Finalmente, la historia lo reseña. La presión, el agobio, cansancio e incertidumbre permanente a que es sometido un pueblo, en un momento determinado termina por ser despreciado y enfrentado en sus inhumanas pretensiones y depuesto por la excesiva crueldad, falta absoluta de la correcta aplicación de la justicia y abuso permanente del poder en todos sus niveles.

Los señalamientos sobre la responsabilidad del Estado venezolano de la muerte de miles de personas están determinados por lo que se ve en todos los centros de salud del país. Miles de ciudadanos han fallecido por no tener recursos, que deben ser provistos por el Estado como un derecho constitucional. La falta de oportunidades, la crisis económica y social, el despojo y violación del derecho a la propiedad y la irresponsabilidad del gobierno en el pago oportuno de sus obligaciones a pequeños, medianos y grandes empresarios, el robo de las prestaciones sociales de millones de venezolanos entre otros, las crisis cambiarias, las devaluaciones  propulsaron  vertiginosamente los índices de suicidio por una pandemia depresiva que está presente, producto del ensañamiento del régimen contra los venezolanos. Todas las víctimas del holocausto chavista dejaron sembrado en sus familiares y amigos, la semilla de la necesaria reivindicación y el resarcimiento, que evidentemente los victimarios están imposibilitados de brindar o garantizar en un futuro, por razones obvias.

Importante señalar que el otro camino a la muerte de compatriotas ha sido el tomado forzosamente por millones de compatriotas que en sus intentos de buscar subsistir trabajando en otros países, han sufrido los rigores de la explotación, discriminación, xenofobia, secuestro, extorsión y en miles de casos muchos han conseguido la muerte por tratar de dejar atrás el infierno socialista, en trochas, mares y caminos tomados, buscando un futuro que nuestro país no les brinda. Y no podemos dejar de nombrar los venezolanos que han sido víctimas de detenciones arbitrarias, exilio y destierro por parte del régimen donde también un número importante de ellos han fallecido por diferentes circunstancias en las mazmorras de la indolencia y anarquía, depósitos humanos de la injusticia y la persecución.

En todo caso son tantas las atrocidades que han capitalizado los jerarcas de la revolución chavista, madurista y castrista, que están en la mente y el corazón de cada venezolano que sufre que se hace inmoral hablar de algunas bondades del proyecto socialista. Los sistemas de educación, salud y justicia en situaciones deplorables e irrecuperables bajo este modelo depredador, centralista, militarista y entreguista que ha desdibujado y desnaturalizado a la nación entera, que hoy se revela democráticamente y muestra claramente con cifras oficiales, siempre cuestionadas, que la revolución socialista del siglo XXI desde hace algún tiempo llegó a su fin, simplemente por no contar con el respaldo popular que ostentaron en un momento de frenesí colectivo, que hoy en una situación de ruina y pobreza extrema, todos, absolutamente todos se siente estafados en todos los aspectos.

Venezolanos dentro y fuera del país, les ruego digieran y difundan este cálculo con sus resultados tomados de las cifras oficiales, siempre cuestionadas por considerar que en casi todos los casos han sido manipuladas para favorecer al régimen en el poder, pero repito son cifras emanadas del CNE controlado y secuestrado por el oficialismo. Los resultados electorales impuestos durante más de una década denotan lo siguiente:  En las Presidenciales del 2012 Chávez obtuvo 8.184.383 votos. En el 2013 Maduro obtuvo 7.517.999 votos. En el año 2018 Maduro obtuvo 5.988.430 votos.  En las elecciones a la Asamblea Nacional del año 2020 el oficialismo obtiene 4.331.388 votos.  En las elecciones regionales del año 2021 los candidatos de Maduro obtuvieron 3.722.656 votos. Finalmente, el 3 de diciembre de este año 2023 el referéndum convocado por el oficialismo obtuvo 2.110.864 votos.

Claras estas cifras podemos asegurar con los números oficiales, que el Sr Nicolas Maduro, pierde 1.611.792 votos con respecto al proceso electoral que precedió al referéndum, es decir las regionales del 2021. Pero el número más elocuente, firme e inequívoco que marca el final del proyecto revolucionario es que el difunto comandante le entregó a su heredero, un capital electoral de 8.184.383 en el 2012 antes de su fallecimiento y 11 años después Maduro con su último resultado de 2.110.864 pierde la irrecuperable cifra de 6.073.519 votos.

Con estas cifras es evidente que el oficialismo en manos de Nicolas Maduro en la última década perdió el respaldo popular, proceso tras proceso fue decreciendo, en ninguno recuperó su caída y evidentemente no tiene posibilidad alguna de recuperarse numéricamente para mantenerse más tiempo en el poder. Solo le quedan 2.110.864 votos, que no son todos del oficialismo o del PSUV, sino que esta cifra se convirtió en un pote obscuro donde convergieron y participaron convocantes tanto oficialistas, llámense PSUV y polo patriótico, que eran los más interesados, como sectores de oposición de la llamada plataforma unitaria y todos los partidos judicializados, secuestrados, tarifados y otros más comprometidos abiertamente con el régimen. Esta cifra oficial fue también cuestionada y desestimada por la opinión pública se dice que realmente estuvo por el orden de los 700.000, finalmente maquillada en un proceso controlado y sin ninguna contraparte que diera fe de este anuncio que por cierto fue adicionalmente multiplicado por 5 para impactar a los venezolanos que en más de 95% no participaron y se quedaron en sus casas. Este proceso quedó para la historia como el mayor fracaso electoral del oficialismo pese a la ayuda que pretendieron darle las oposiciones transgresoras de la ética y moral que debe prevalecer entre quienes ejercen algún espacio de poder o pretenden asumir las riendas del país.

El pueblo venezolano tiene que agradecerle a Nicolás Maduro solo una cosa y es que después de llevar al país a las condiciones en que se encuentra, decidió cargar consigo a toda la clase opositora que obstaculiza y oscurece el camino del cambio. Logró milagrosamente la unidad de la dirigencia partidista viciada centralista y negociadora en torno a su figura y sus designios, para dar paso a la unidad nacional por Venezuela.

Todos los estudios de opinión muestran el distanciamiento permanente, creciente e irreconciliable del pueblo con la partidocracia venezolana de todos los sectores e ideologías, que hoy asombrosamente está unificada, mientras sucumben y desesperadamente exploran caminos de subsistencia y coexistencia en medio de un caos de carácter terminal.

La revolución, sus promotores y actores manejaron más de dos décadas el país. Tuvieron los recursos suficientes para hacer de Venezuela una potencia y solo sembraron terror, hambre y miseria. Ni Maduro ni su posible sucesor o sucesora podrán cambiar la realidad. Venezuela en el 2024 será libre del socialismo y los venezolanos tomaran el poder secuestrado por la unión cívico militar, para ponerlo al servicio de la gente, con la implantación a corto plazo de un nuevo modelo de estado, un renovado y efectivo pacto social y un gobierno que reivindiqué el daño causado y recuperé el tiempo perdido y en parte, los recursos tomados y desviados por funcionarios públicos hoy  señalados, solicitados , procesados  o detenidos en Venezuela  cualquier parte del mundo.

“El cambio debe sustentarse en la verdad y la justicia”.

 

 


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