Está dicho: los universitarios tenemos un deber moral más que político, aunque político también sea, como es, no es otro que apoyar con todo nuestro ímpetu a las fuerzas de la unidad democrática, representadas en la Plataforma Unitaria democrática.
¿La razón es universitaria, vinculada a la problemática de nuestras instituciones? Sí. Pero mucho más allá también. El voto castigo de los universitarios resulta indubitable, claro. La destrucción general del país generada por lo que estos deconstructores han denominado el socialismo del siglo XXI, no excluye a la universidad, obviamente.
No es sólo un asunto presupuestario, tema fundamental que ha sido soslayado sistemáticamente por quienes manejan malamente el poder actual, con la finalidad de adueñarse de los espacios universitarios, como lo han hecho con el malhadado plan de la bella universidad, toma indirecta de nuestros espacios, del que ha abundado el silencio cómplice. Si hasta se robaron la escultura de María Lionza.
Ni hablar de la degradación de los sueldos. La igualación de la miseria que representan los bonos que sustituyen el pago completo de los compromisos con todos los trabajadores incide más en los universitarios, afectados en cuanto a la gradación de la experiencia. Ascender de nada sirve. Igualados con trabajadores y obreros de toda la administración pública; se sepultan el saber, los años de trabajo, pero también las dedicaciones que de un plumazo desde Miraflores nos volvieron nada. Sumado esto todo a las condiciones infames de trabajo. Razón por la que conseguir un profesor en el país dispuesto a «trabajar» es una proeza casi imposible.
Pero nuestro deber moral, ético va más allá. El universitario tiene la obligación de comprometerse con la realidad política y social del país, de velar por el avance no solo de la ciencia sino del bienestar de la ciudadanía, de los planes de desarrollo. Es inmoral apoyar a Maduro y sus secuaces, es inmoral vincularse con los causantes de tanto sufrimiento humano a nuestros compatriotas, de tanta violación a los derechos humanos, de la migración más honda de la América Latina, una de las más importantes del mundo. Imposible respaldar tanta iniquidad.
Los universitarios por nuestra naturaleza, por nuestra tesitura humana, tenemos la obligación con el país de aupar la alternativa democrática, la de la Plataforma Unitaria, la de Edmundo González Urrutia, que permita el atisbo más inmediato de la libertad, de la democratización en nuestras instituciones, de la justicia, de la paz, del desarrollo aunado a las naciones más libres y prósperas. No a los canallas.