OPINIÓN

Los simulacros en Venezuela

por Antonio Ledezma Antonio Ledezma

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Venezuela no solo ha sido reducido a un país acorralado por la peligrosa corporación criminal que lidera Nicolás Maduro, sino que también es el escenario en el que se desarrollan los más curiosos espectáculos circenses que montan las más descaradas imitaciones de revoluciones ciertamente realizadas, así como la falsificación de modelos monetarios y sociales. La realidad es que esos bodrios terminan haciendo de estos impostores los directores de una escuela de producción de ficciones que le dicen a la gente que “ser rico es malo”, mientras los que declaran esa máxima, hacen una vida entre caviar y champaña de la buena. Debajo de esas carpas llevan más de 22 años fingiendo que son representantes del pueblo que van hundiendo en la miseria en que hoy están atrapados. Simulan guerras con ancianos armados de palos de escoba, aparentan invasiones de los gringos y no falta en ese menú de embustes, los supuestos magnicidios frustrados que evitaron la muerte de Chávez y ahora de Maduro.

Se la pasan de simulacro en simulacro que terminan siendo inútiles, si nos atenemos, por ejemplo, a los que escenifica Protección Civil para prevenir tragedias cuando aparecen las lluvias. Ya hemos visto a buena parte del país ahogándose entre las aguas que inundan calles, autopistas y avenidas, así como pueblos en los que ponen a correr a la gente, con sus pocos macundales a cuesta, que son amenazados de ser arrasados por las crecidas de las aguas.

En estas más de dos décadas de mentiras y burlas podemos inventariar guiones que le sirven a varios montajes, veamos algunos:

Simulacros de política monetaria

Chávez y ahora Maduro hicieron del Banco Central de Venezuela un casino financiero. Han jugado con la moneda nacional hasta el extremo de, prácticamente, desaparecerla luego de licuarla en ese torbellino asesino de las reconversiones monetarias. Ya se cuentan tres reconversiones que se presentaban como la antesala de un gran salto hacia el bienestar de los venezolanos. ¿La verdad? Tenemos un salario tan paupérrimo que es el más raquítico del mundo, tanto se ha devaluado nuestro bolívar que somos ahora más pobres que los haitianos. En esas operaciones “quirúrgicas” Chávez y Maduro han sido más peligroso que muchos asesinos en serie, como lo fue Andrei Chikatilo “El Destripador Rojo”. Entre ambos –primero Chávez y ahora Maduro– le han cortado con sus bisturíes 14 ceros al valor real del bolívar, siendo precursor de esos destripacuentos monetarios, Chávez, con su peculiar operación del año 2007, que fue la aurora que vio nacer al poderoso. ¿Bolívar fuerte?

El simulacro de la hermandad

Otra gran mentira de estos populistas es la gritería de ambos para alardear con su falso ánimo conciliador con los colombianos. Nunca han dejado de echarle mano a la historia para recitarla a su manera, porque de eso se trata, de actuar, de simular o de fingir que “queremos llevárnoslas bien” con nuestros vecinos, pero a la hora de las chiquiticas, se pone al descubierto su talante revanchista, agresivo y peleón. Chávez ordenaba ¡hasta por cadenas de radio y de televisión! en vivo, que sus sumisos generales movilizaran tanques de guerra hacia la frontera con Colombia y en febrero de 2019, Maduro ordenó trancar los puentes que nos comunican con el Norte de Santander desde territorio tachirense. Ya se sabe cómo sufre la ciudadanía de ambas nacionalidades tratando de cruzar las trochas que están controladas por los grupos irregulares que se entienden con las FARC, el ELN y los alias maduristas.

Maduro sale de los bastidores y declama: “Bienvenidos, colombianos y colombianas, venid a mí, venid a nosotros con vuestras inversiones, vengan con sus inversiones, aquí está México, produciendo, trabajando; aquí está Brasil invirtiendo”. Sube el telón y aparece el presidente Duque y le responde: “Mucho cuidado con los discursos que vienen con cantos de sirena desde la dictadura de Venezuela. Ahora salen a hablar de manera bella invitando a que lleguen los inversionistas a ese territorio, que no pretenda el dictador borrar la historia”. ¿Cómo se llama la obra?

El simulacro de los diálogos

Otro sainete es el que recopila los fingidos y risibles comedias de diálogos. Varios anfiteatros han servido de sede para que primero Chávez y luego Maduro faranduleen, a su manera, con sus malas poses y desgastados dotes histriónicas, en cada una de esas tablas en las que realizan sus piruetas de falsos dialoguistas. Nunca han honrado lo acordado en esas candilejas, al extremo que el Cardenal Parolín se vio obligado a facturarle en público a Maduro, las cuentas pendientes de sus cuentos incumplidos.

¿Después del fraude qué?… El simulacro electoral

Ahora se repite uno de los engaños que termina siendo como una droga que hace de los incautos que la consumen por primera vez, unos adictos a la mentira penosamente dependientes de los fraudes electorales. Son varios los espectáculos de falsificaciones de comicios, en los que la magia revolucionaria hace ver que la gente vota, pero eso sí, nada de elegir, porque los naipes están absolutamente marcados y “al que reparte y reparte le toca la mejor parte”. Y ¿quién reparte los símbolos de los partidos en Venezuela? ¿Quién inhabilita? ¿Quién controla la lotería del REP? ¿Quién entrega las cajitas CLAP? ¿Quién da las órdenes para apresar, para torturar o para matar? ¿Quién da los permisos para que haya observadores internacionales? ¿Quién controla las milicias, los colectivos, los puntos rojos y el Plan República? ¿Quiénes tienen alianzas con los carteles de droga, con grupos terroristas, con las FARC o con el ELN? ¿Quién tiene el control de los medios de comunicación y de las finanzas? ¿Quién maneja las maquinitas, se despacha y se da el vuelto con las auditorias? ¿Quién alimenta a los alacranes para que aguijoneen a quienes eran sus compañeros de lucha? No hay dudas que es el régimen.

Es el régimen el que monta los fraudes. Y aquí la responsabilidad es de los jefes de los partidos políticos calificados como opositores, porque son ellos los que deben marcar la pauta a sus seguidores, porque la naturaleza de esos activistas que en todos los pueblos salen a participar y que en nada los trasforma en alacranes o traidores, pero si en víctimas de una ilusión que terminara siendo una pesadilla cuando los resultados previsibles hagan aflorar, otra vez, que el régimen los utilizó como carnada en esta pesca salvaje. No permitamos que Maduro use la pureza de miles de activistas que se meten de buena fe en esta farsa, para simplemente lavarse la cara de dictador. Pero las cicatrices no desaparecen así no más, menos cuando los tribunales de la justicia internacional marcha, indetenible, con rumbo a dictar sentencia contra los matones que usurpan los poderes en Venezuela. No hay mal que bien no traiga y lo mejor será hacer que rebote de esta crisis una nueva conducción política que luche con honestidad, coraje, coherencia y claras estrategias hasta lograr encender el sol de la libertad que alumbre el futuro de toda Venezuela. ¡Arriba corazones!

@Alcaldeledezma