Siempre hay personas que permanecen a flote en cualquier crisis, incluso en la más global que hemos vivido nunca. Se diría que son imprescindibles. ¿Cómo lo consiguen?
Los líderes que toda empresa necesita son personas que no pierden de vista los objetivos de la corporación. Renuevan cada día la visión, la misión y los valores que fueron el origen de su proyecto y no permiten que la rutina los entierre. Parecen tirar del carro en el que mucha gente quiere estar porque, si no fuera por ellos, se sentirían desmotivados, perdidos, sin norte.
Estas personas imprescindibles no son superhéroes, tan solo hombres y mujeres que han entrenado una serie de habilidades:
No les asusta la responsabilidad. Al contrario, siempre están dispuestos a asumirla y a dejar claro que se puede contar con ellos. Eso no significa que tiendan a sobrecargarse de trabajo, sino que son capaces de gestionar personas y delegar responsabilidades con la certeza de que serán respaldados por sus equipos y que, gracias a ellos, podrán llevar a buen puerto los propósitos empresariales.
Viven en formación constante. Las personas imprescindibles son aquellas que trabajan cada día para incrementar sus conocimientos, y no solo los relacionados con su campo laboral. Su amplia curiosidad alimenta la creatividad necesaria para adoptar nuevas ideas, ejecutar acciones polivalentes, descubrir nuevos mercados y estar atentos a todo aquello que puede ofrecerles el mundo cambiante en el que vivimos.
Son proactivos. No les basta con limitarse a hacer bien su trabajo, también proponen soluciones antes de que aparezcan los problemas. No es que sean visionarios, es que jamás se acomodan y siempre buscan nuevas formas de ganar clientes o de ahorrar costes a su empresa.
Tienen valores. Las empresas, como la sociedad entera, están necesitadas de personas que generen confianza a su alrededor, que inspiren a los demás, que fomenten las buenas relaciones, que sean respetuosos con la diversidad y las capacidades de cada uno y se comporten de manera justa y honesta. Nadie que incumpla estos requisitos podrá tener éxito a largo plazo.
Saben gestionar sus emociones. Una persona que ha trabajado su autoconocimiento y el manejo de sus emociones es capaz de comunicarse abierta y sinceramente, escuchar, empatizar, ser realista, negociar o decir sí cuando es posible y no (o «todavía no») cuando resulte necesario. En las relaciones laborales, igual que en las personales, es condición imprescindible sentirse a gusto con uno mismo para poder estar bien con los otros. De este modo, se adquiere la automotivación para trabajar lo mejor posible cada día, terminar lo que empezamos y progresar profesional y personalmente.
El poeta Bertolt Brecht escribió eso de «hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles». Yo añado una última cualidad que tienen las personas imprescindibles: no se consideran imprescindibles.
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