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Los salarios ceden terreno ante el crecimiento del capital en la riqueza mundial

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El próximo 28 de octubre sesiona en Ginebra la 352ª reunión del Consejo de Administración de la OIT, organismo que enfoca su gestión en la promoción de la justicia social y el trabajo decente, basado en la metodología del tripartismo y el diálogo social, en un contexto de numerosos retos para el mundo del trabajo.
Un aspecto primordial que resaltar se identifica en el decrecimiento de los salarios en la economía global, motivado según estudios de la OIT a la automatización. La Inteligencia Artificial, señalan, podría ahondar la brecha de no surgir políticas públicas que protejan las relaciones de trabajo.
De hecho, en el mercado norteamericano los sindicatos han dado un paso al frente en sucesivos conflictos laborales, para frenar la sustitución de mano de obra ante la automatización, y por otro lado fortalecer la afiliación sindical mediante la ampliación a otras factorías del ramo y concretar aumentos salariales con poder adquisitivo.
En ese contexto el conflicto de los trabajadores de Hollywood, la huelga laboral del Sindicato de Guionistas y Actores SAG-AFTRA de 2023 fue una prueba de fuerza entre esa organización y la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), exigiendo reclamos salariales y en primer grado reglamentar el empleo de la Inteligencia Artificial. Su resultado alcanzó a redefinir la industria del entretenimiento a nivel global.
Recientemente, la Asociación Internacional de Estibadores, sindicato que agrupa a 45.000 trabajadores reanudó sus labores la semana pasada en toda la costa este de Estados Unidos, acordando el fin temporal de la huelga luego de que el sindicato y la Alianza Marítima de Estados Unidos, que representa a los puertos y a los transportistas, lograran un acuerdo tentativo en los salarios y al tema de la automatización hasta marzo de 2025. Destacamos que el sindicato ha estado exigiendo una prohibición total del uso de la automatización en los puertos.
En otro contexto, diversos gremios han participado en este debate, es el caso de la International Brotherhood of Electrical Workers, cuyos miembros asumirían la instalación de estaciones de carga para coches y camiones eléctricos en todo Estados Unidos, entre tanto la UAW que agrupa a trabajadores de la Ford, GM, Stellantis planea sindicalizar a trabajadoras de la Toyota, Tesla, Nissan.
Ahora bien, lo que hemos señalado anteriormente es una respuesta nacional a un tema planetario planteado como un reto para el factor trabajo, en torno a que los ingresos del trabajo en todo mundo cada vez cuentan menos en la riqueza global. De haberse mantenido la proporción que tenían las rentas laborales en 2004, la población trabajadora del planeta dispondría ahora de 2,4 billones de dólares más.
En las últimas dos décadas, la participación en las rentas del trabajo, los ingresos totales percibidos por los trabajadores en una economía, ha bajado 1,6 puntos proporcionales. En los últimos años, la situación no ha ido a mejor. Los ingresos de origen laboral aceleran su pérdida de peso en la renta global.
Según el reciente informe de la OIT de “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. Actualización: septiembre de 2024″, el ingreso de la población trabajadora mundial ha disminuido en 0,6 puntos de 2019 a 2022, sin que desde entonces haya recuperado el peso perdido.
Así también Celeste Drake, directora general adjunta de la OIT, confirma que “la proporción del ingreso mundial total que va a parar a los trabajadores está disminuyendo. Eso significa que, si bien los trabajadores contribuyen al crecimiento de la economía mundial, se llevan a casa una proporción menor de ese crecimiento”.
El estudio identifica la pandemia de COVID-19 como un momento clave en la pérdida de peso de los ingresos de las personas trabajadores. A lo ocurrido entre 2021 y 2022, la OIT achaca casi el 40% de la reducción de la proporción de ingresos laborales. Destacando que la crisis ha agravado las desigualdades existentes, sobre todo porque las rentas del capital siguen concentrándose entre los más ricos.
Es cierto que a medida que la productividad ha aumentado, las rentas del trabajo han crecido significativamente a lo largo de estos 20 años, aun cuando la participación de las rentas del trabajo baja. Este comportamiento en la distribución de las ganancias de productividad está aumentando la desigualdad.
La productividad laboral (medida como PIB por hora trabajada) aumentó un 58% entre 2004 y 2024. Al mismo tiempo, el ingreso laboral por hora trabajada ha crecido un 53% a nivel mundial, incluso cuando la utilización del trabajo disminuyó.
Si analizamos esta temática en el contexto venezolano la distancia es sideral a la baja, en cuanto a la participación de los salarios de los trabajadores en la riqueza nacional, al permanecer el mismo salario mínimo de 130 bolívares mensuales desde marzo 2022, al cual están ancladas igualmente pensiones y jubilaciones, aun cuando la Constitución Nacional establece en el artículo 91: “El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del sector privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica”.
De tal manera que adelantar navidades con pago de aguinaldos como lo anuncia en tono rimbombante el régimen de Nicolás Maduro, es una ridiculez extrema por su peso en el poder adquisitivo, incapaz de adquirir la canasta básica alimentaria mensual de 530 dólares. Según datos recientes la participación del salario en la riqueza nacional registra como indicador 10% frente a 90% del capital. Una verdadera vergüenza para un gobernante que se jacta de ser “presidente obrero”.
Finalmente, indicamos que el desequilibrio entre capital y trabajo es fuente de inestabilidad y conflictos laborales como advierte el informe de la OIT, en torno a que, sin políticas integrales que garanticen un amplio reparto de los beneficios del progreso tecnológico, los recientes avances en el campo de la inteligencia artificial podrían agravar la desigualdad, poniendo en peligro la consecución de los objetivos de desarrollo planteados en el contexto de la ONU.

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