Este no puede ser un artículo que hable mal de Zapatero y de Sánchez, aunque hay razones sobradas para ello. Por sus hechos y por sus palabras los reconoceréis. Este es un artículo para defender el legítimo derecho que en una sociedad libre tiene cualquier persona a aspirar a ser rica. A España y, por tanto, a los españoles, nos iría mucho mejor si hubiese más ricos. Porque detrás de ellos hay empleo, bienestar, progreso. Detengámonos por ejemplo en la fortuna de Bill Gates o de la familia de Steve Jobs. No solo aparecen los millones de dólares de sus cuentas corrientes; aflora, por encima de cualquier otra cosa, el avance y el progreso verdadero de toda la sociedad. Sin ir tan lejos, en nuestra España, detrás de Amancio Ortega está una de las mayores historias de éxito de la empresa de nuestro país y también de la cultura. Detrás de la moda hay cultura y bienestar. Ortega fue una bendición para la ciudad de La Coruña, pero es que además democratizó el acceso a la moda.
Ayer, José Luis Rodríguez Zapatero, al que no voy ni a insultar ni a descalificar para poder tener todavía más razón en lo que escribo, dijo que había que limitar las fortunas de los ricos. Detrás de esa afirmación solo hay falta de reflexión, desconocimiento de la historia y una ingenuidad que nos lleva a creer que si no hubiese ricos viviríamos en un mundo de vino y rosas.
Tengo para mí que es fundamental trabajar en reducir la brecha de desigualdad que impera sobre todo en países de otros continentes. También en España es de justicia reconocer que los salarios son muy bajos, aunque el colchón del Estado del bienestar ayuda a mitigar muchos contratiempos. Reconociendo todo eso y la necesidad de perseverar en su corrección, estoy convencido de que detrás del ataque a los ricos españoles se encuentra el rencor y la envidia. Personalmente, nunca envidié a los ricos y menos a aquellos que levantaron un imperio gracias al cual miles de personas tienen empleo y muchos miles más se benefician de ello.
La propuesta de Zapatero de ayer es una barbaridad más de la izquierda más inculta que ha tenido este país, incluida la desastrosa de la República. Y esto no es un insulto ni una descalificación, es una evidencia perfectamente contrastable. Puestos a limitar, es decir, a cercenar de nuevo la libertad, también lo pueden hacer con todo aquello que ha permitido a muchos emprendedores llegar a donde están: pueden limitar la creación de puestos de trabajo, de producción de bienes y de todo aquello que hace a la gente rica.
Lo dicho tantas veces: esta izquierda nos hace menos libres y la bandera de la libertad le queda a la derecha. A ver si la sabe aprovechar.
Artículo publicado en el diario El Debate de España