Mi abuela Adelaida Ayala de Capriles era contraria a esas melancolías por el pasado, sobre todo cuando alguien se aferraba a los viejos tiempos para esquivar los retos del presente con la manida argumentación de que “todo lo de ayer era mejor”. Eso no significa que no se tengan en la memoria, como un equipaje que viaja permanentemente con nosotros, esos acontecimientos que han marcado nuestras vidas, para bien o para mal. La historia es para eso, para estudiarla, para sacar referencias, ejemplos, lecciones, pero sobre todo, para no reincidir en los errores cometidos.
La semana pasada me atreví a formular un ejercicio comparativo entre los médicos científicos que en diferentes etapas de la vida nacional han cumplido tareas en beneficio de nuestros ciudadanos, con las estrafalarias medidas de ahora. Igual lo hice cuando traje a colación los nombres emblemáticos de policías eficientes y honestos. Hoy me veo en la necesidad de recordarles a los venezolanos quiénes fueron los rectores de las universidades de nuestro país. Me animó a escribir sobre este tema la esperpéntica noticia que confirma que «ahora las universidades venezolanas tendrán protectores”. O sea, que en vez de pensar en consolidar la autonomía universitaria lo que hace este régimen es socavar ese concepto para meter sus garras en los predios de esas casas de estudios que deberían estar libres de semejantes acechanzas.
Qué diferencia con aquellas figuras descollantes como la que dejó perfilada para la posteridad el rector de la Universidad Central de Venezuela Francisco Antonio Rísquez, quien lideró la protesta que siguió por las calles de Caracas contra la política de López Contreras, mandatario que respondió a esas manifestaciones abriéndoles las puertas de Miraflores a esa magna autoridad junto con los estudiantes que lideraba Jóvito Villalba. ¿Qué perturbación acusaran los espíritus de Francisco De Venanzi, Jesús María Bianco, Rafael Clemente Arraiz, Oswaldo De Sola, Rafael José Neri, Miguel Layrisse y Carlos Moros Ghersi, mientras la valerosa Cecilia García Arocha resiste con el decoro que la caracteriza?
En la Ciudad de los Caballeros, Mérida, se exhibe la galería de los rectores de la Universidad de los Andes durante la democracia, tales como: Pedro Rincón Gutiérrez (en cuatro períodos), Ramón Vicente Casanova, José Mendoza Angulo, Néstor López Rodríguez, Miguel Rodríguez Villenave, Felipe Pachano Rivera, Henry Vargas Contreras, Lester Rodríguez Herrera y Mario Bonucci.
En la UDO sobresalen los nombres de ilustres como Luis Manuel Peñalver, su rector fundador, y Pedro Cabello Poleo, entre varios célebres rectores. Para desgracia de la juventud oriental, esa universidad ya no tiene ni biblioteca porque los protegidos de los “protectores’ la incendiaron.
En la Unellez, las figuras insignes del Dr. Felipe Gómez Álvarez, Rafael Isidro Quevedo, Dr. Humberto Jiménez y el Dr. Ricardo Castro deben sufrir viendo los escombros que se amontonan en esa universidad.
En la Unerg, el ingeniero Giovanni Nani, a quien se le recordará por siempre, por su extraordinario desempeño en esa casa de estudios que lleva el nombre del maestro Rómulo Gallegos. Hoy esa universidad guariqueña no es ni la sombra que dejó edificada el rector Nani.
En la Universidad de Carabobo, Luis Azcunes Párraga, José Luis Bonemeison, Aníbal Rueda, Gustavo Hidalgo, Ricardo Maldonado y Jessy Divo. Al día de hoy esa universidad está rodeada por los “protectores” que convirtieron sus espacios en tierra de nadie.
En la Universidad del Zulia no han podido apagar el relámpago que dejaron encendido servidores públicos de excelencia como Jesús Enrique Lozada y Antonio Borjas Romero. La memoria de esos inolvidables zulianos está perturbada viendo como sus ideas realizadas están siendo revertidas por los “protectores” de la revolución.
Nada más para evitar que esa perversidad se acentúe, debemos mantenernos firmes en la lucha por el rescate de la democracia, porque si algo ha quedado plasmado en la realidad es que universidades libres no son toleradas por las tiranías.
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