Los gobiernos que tienen la bien ganada fama de ser antidemocráticos siempre procuran organizar hazañas llamativas para distraer la atención sobre los verdaderos problemas y para intentar ganarse elogios en escenarios internacionales. Además, y sobre todo, les sirve para crear entre la población un muy apreciado sentido de pertenencia que a la hora de la chiquita siempre viene bien para aglutinar a las masas. Es una receta muy conocida y muy utilizada a través de la historia. No la inventó el chavismo.
Lo que sí inventó el chavismo fue el intento de alcanzar un récord Guinness con poner a tocar a la vez a 12.000 músicos del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles, y con esto, tratar de que los venezolanos ignoraran los verdaderos logros de esta organización. Y para nombrar el primero y más importante de una vez, hay que decir que ha sobrevivido a más de 20 años de gobierno rojo, dedicado exclusivamente a destrozar todo lo que tenía Venezuela que más o menos funcionaba.
Este hecho no hay que olvidarlo, y es un récord importante, porque otras obras que comenzaron con un gobierno copeyano y se inauguraron con gobierno adeco (o viceversa) no sobrevivieron al desmadre chavista, y claro ejemplo de ello es el Metro de Caracas. Pero el sistema de orquestas que ideó José Antonio Abreu y que desarrolló en democracia ha sido tan fuerte que ha permanecido intacto. Ni siquiera Chávez fue capaz de nombrarle un director militar ni alojarlo en el Fuerte Tiuna. Lo dejaron tranquilo y por eso merece un reconocimiento, no solo de Guinness. Ni que los pongan a tocar en una dependencia militar puede ligar esta iniciativa con el comandante muerto.
Otro de los logros ha sido mantenerse fiel al espíritu y a su objetivo en cada rincón de Venezuela, que no es otro que brindar oportunidades de formación y superación a miles de niños y jóvenes que de otra manera se hubieran quedado sin futuro, que es lo primero que acabó el gobierno chavista. Apartar a los niños de la guerrilla en los estados fronterizos, o de la droga y la delincuencia en los grandes barrios capitalinos, eso es un récord durante estos últimos 20 años. Es como si El Sistema hubiera tenido el espíritu de llevarle la contraria al chavismo y a su ola de destrucción y haya logrado salvar a tantos muchachitos venezolanos.
Y un récord sencillito, solamente contar con presupuesto en un país en el que nada que tenga que ver con educación pública recibe un céntimo, es ya para inscribirse como el fenómeno de los fenómenos, solo comparable con un viaje tripulado a Marte.
Todos y cada uno de los músicos (menos el hijo de Nicolás Maduro) que estuvieron en el patio de la Academia Militar son brillantes, pero nadie puede decir que fueron hechos en socialismo. Ni siquiera si llegan a obtener el récord al que aspiran los organizadores del evento con la intención de ganar indulgencia con escapulario ajeno.
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