Me encuentro con este término, que desconocía, en un titular de prensa y la primera percepción que le viene a uno es la de que se trata de una nueva congregación protestante que se prepara para la segunda venida de Cristo.
Pero no, el preparacionismo, prepper en inglés, es un movimiento que se prepara para una eventual emergencia que amenace la existencia humana, para perturbaciones económicas, políticas y sociales que pongan en peligro el normal desenvolvimiento de la vida.
Para ello, los seguidores de este movimiento adquieren destrezas que les permitan afrontar una eventual catástrofe: conocimientos médicos, construcción de refugios subterráneos, técnicas de supervivencia en condiciones adversas, almacenamiento de alimentos, medicinas, e incluso entrenamiento militar.
Los preparacionistas no son nuevos, esta corriente un tanto pesimista (o realista, según se mire) sobre el destino humano, es de larga data, cobró mucha fuerza por allá por los años sesenta cuando la posibilidad de una guerra nuclear se convirtió en la espada de Damocles que amenaza la supervivencia la humanidad.
Una de las angustias mayores que invade a este peculiar grupo es el tema del abastecimiento, por tal razón almacenar y guardar comida no perecedera para cuando el apocalipsis sobrevenga es una de las tareas centrales.
Esta labor cada uno la lleva a cabo según su condición social y económica: los multimillonarios almacenan licores y exquisiteces y el resto enlatados y agua.
Sin duda, la reciente pandemia padecida por la humanidad dio gran impulso a este movimiento, muchos productos se agotaron en aquel entonces por las compras nerviosas para el abastecimiento.
También la guerra de Ucrania (recientemente Putin acaba de reconocer que se trata de una guerra) y la dura situación en el Medio Oriente han sido un aliciente para la actividad de los preparacionistas.
El movimiento cuenta con instructores especializados, uno de ellos afirma: «Llevo diez años almacenando comida que sé que me voy a comer en 2035».
Otro de los recurrentes temores de los preparacioncitas es la amenaza del llamado «gran apagón». Uno de los motivos de mayor angustia para los seguidores de esta corriente es, justamente, una falla de la electricidad que afecte la vida normal de los ciudadanos.
Las autoridades austríacas, por ejemplo, han instado a los ciudadanos a almacenar combustible, velas, conservas y a pactar con familiares eventuales puntos de encuentro en caso de fallas comunicacionales.
La ministra de Defensa de Austria, Klaudia Tanner, dijo el pasado 29 de octubre que «la cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo».
Existe incluso una tendencia a compras nerviosas que lleva por nombre «el efecto papel higiénico», que consiste en que el miedo hace que los productos se agoten antes de tiempo.
Como habrá notado el lector, todas estas angustias, temores y expectativas fatalistas son propias de países desarrollados, porque por estos lares, aunque desconociéramos el término, somos preparacionistas practicantes desde hace tiempo que jode, porque para nosotros el apocalipsis hace rato que llegó.
Publicado originalmente en el diario TalCual