Mientras el pueblo venezolano manifiesta su voluntad de cambio (en multitudinarios eventos o en encuestas periódicas), el grupo usurpador intenta conservar el poder, mediante fraude o con las armas, lo que rechazan, incluso, sus amigos cercanos (como los gobernantes de Brasil y Colombia). Se impondrá la determinación ciudadana para recuperar las libertades y superar el atraso y la miseria general existentes. El movimiento que recibió el mandato de adelantar las reformas del sistema democrático (para mejorar las condiciones de vida), que no realizó la clase dirigente anterior, prefirió tratar de ensayar un nuevo modelo de sociedad. Eso produjo la situación actual.
Recientes encuestas de Hercon Consultores (del pasado 3.5) y otras empresas del ramo revelan la realidad política a escasos 66 días de la elección presidencial (prevista para el 28 de julio, fecha que fijó el régimen porque la creyó favorable a sus propósitos continuistas). Las cifras de la primera indican que, contra lo que algunos podrían creer, se mantiene la vocación democrática del pueblo (a pesar de los esfuerzos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro para erradicarla): 72,1% de los electores está dispuesto a votar y 9,1% asegura que lo pensará. Tal intención no significa respaldo a los partidos existentes: 40,5% declara no identificarse con ninguno, mientras que 37% se dice opositor y 21,7% oficialista. Según otros sondeos, son más de 50% aquellos y menos de 20% estos últimos. La alta abstención de 2018 (53,9%) debe entenderse, pues, como protesta contra el fraude que de antemano se sabía iba a producirse.
Los resultados de la encuesta confirman el inmenso rechazo al régimen encabezado por N. Maduro (apoyado por la fuerza armada y los restos del chavismo), algo que se aprecia a simple vista: 83,8% de los electores opina que la gestión del “heredero” es negativa y sólo 13,8% que es positiva. Por tanto, 77,7% piensa que debe salir del cargo y apenas 19,4% que debe continuar (ni siquiera todos los oficialistas). Ese sentimiento contrasta con el respaldo que se otorga a María Corina Machado, opuesta (desde tiempos del “caudillo”) a cualquier acuerdo con la dictadura y quien ha sostenido que se deben superar los errores del sistema político anterior. Por eso, se la considera la líder del país (72,2%) y el candidato que ella apoya (el académico Edmundo González) goza ya del respaldo de 58,8% (contra un escuálido 18,1% de N. Maduro). Más aún: 68,1% cree que va a ganar.
Coinciden las cifras que encontraron Hercon Consultores y otros institutos con las observaciones de quienes siguen las giras de MCM. En los pueblos de Trujillo, según testigos objetivos, miles de personas, a pie muchos o por todos los medios imaginables los otros, la acompañaron en eventos de contacto directo, sin anillos de protección, con hombres y mujeres de todas las condiciones y edades (incluso, niños). La emoción que demostraban no se veía desde hace décadas. Esa visita siguió a otras cumplidas en las últimas semanas en Zulia, Falcón y Portuguesa, donde se apreciaron escenas similares. A propósito: los estudios mencionados señalan que su candidato, Edmundo González, ganará en todos los estratos sociales y regiones. Aparecen en forma espontánea pequeños “comanditos” en las comunidades (aún las más alejadas) y especialmente en los barrios populares. Sustituyen la organización de “Vente Venezuela”, cuyos cuadros se ven impedidos de actuar por la represión del régimen.
La nueva realidad política ya ha sido reconocida por aliados tradicionales del régimen, como los presidentes Lula da Silva de Brasil y Gustavo Petro de Colombia: ambos han insistido en la necesidad de celebrar elecciones “justas, competitivas y libres”, con “un proceso más o menos aceptable”. Hace poco el segundo propuso la conclusión de un acuerdo para garantizar “la vida y bienes” del perdedor (lo que puede ser entendido como un pacto de renuncia a acciones jurídicas por crímenes y delitos cometidos en funciones públicas). Es evidente que se trata de proteger a quienes ahora usurpan el poder. Más recientemente, el canciller de Colombia fue aún más lejos al recomendar a N. Maduro “prepararse para la transición”, o sea para la entrega del mando (lo que supone el reconocimiento de su derrota en los comicios del 28 de julio). Tales términos desataron iras en el palacio presidencial de Caracas.
Hugo Chávez y sus compañeros de aventura comprendieron luego del intento fallido de toma del poder por las armas (1992) que aquel objetivo era posible por la vía electoral debido a las dificultades que encontraba el sistema democrático para dar respuesta a los problemas existentes: aumento de la pobreza, deficiencia en los servicios, crisis económica, corrupción generalizada. No propusieron el establecimiento del socialismo; más, negaron esa posibilidad (aunque ahora se conoce su relación con quienes la propiciaban). Más bien, la “refundación” de la república, con un sistema político diferente (que resultó ser, en la nueva constitución: centralizado, de economía planificada, dotado de un órgano ejecutivo dominante, apoyado en una fuerza armada politizada). El alza de los precios petroleros – que comenzó en 1999 – permitió la implantación de programas populistas para atraer votantes, al tiempo que se inició la limitación de los derechos y libertades y la represión contra las organizaciones democráticas.
Hugo Chávez y sus compañeros de aventura comprendieron luego del intento fallido de toma del poder por las armas (1992) que aquel objetivo era posible por la vía electoral debido a las dificultades que encontraba el sistema democrático para dar respuesta a los problemas existentes: aumento de la pobreza, deficiencia en los servicios, crisis económica, corrupción generalizada. No propusieron el establecimiento del socialismo; más, negaron esa posibilidad (aunque ahora se conoce su relación con quienes la propiciaban). Más bien, la “refundación” de la república, con un sistema político diferente (que resultó ser, en la nueva constitución: centralizado, de economía planificada, dotado de un órgano ejecutivo dominante, apoyado en una fuerza armada politizada). El alza de los precios petroleros – que comenzó en 1999 – permitió la implantación de programas populistas para atraer votantes, al tiempo que se inicimasó la limitación de los derechos y libertades y la represión contra las organizaciones democráticas.
La fuerza del liderazgo de María Corina Machado deriva de su oposición a Hugo Chávez (a quien interrumpió en su presentación ante la Asamblea Nacional en 2012) y su rechazo a acuerdos con Nicolás Maduro. Para ella, son responsables de la situación del país, que en estos días muestra la encuesta mencionada atrás y el estudio ENCOVI 2023. Es consecuencia del intento de aplicar en Venezuela un modelo de imposible realización (por ser contrario a las aspiraciones humanas). Los ensayos al respecto, en lugares diferentes, fracasaron. En el caso, fue pretexto para imponer un régimen autoritario que enriqueció a pocos y condenó a la penuria a la mayoría. Según el estudio citado, 82,8% de los hogares vive en pobreza de ingresos y 51,9% en pobreza multidimensional. Una cifra alarma especialmente: la cobertura escolar alcanza apenas a 66% de los niños y jóvenes (de 3 a 24 años). Quedan fuera 3.984.517!
Dirigentes del régimen han manifestado su intención de no ceder el poder. Uno de sus más conspicuos representantes declaró que “ni con balas ni con votos” lo entregarán. Por eso, ahora, ante la posibilidad de una derrota, han tomado medidas para evitarla. Tras el triunfo de MCM en las primarias de la oposición, voceros de la dictadura dieron por terminado el Acuerdo de Barbados (sobre elecciones libres y justas con candidatos escogidos por sus agrupaciones). Luego, forzaron la renuncia de los miembros del organismo electoral para designar otros más obedientes; y funcionarios sumisos decretaron la inhabilitación de la ganadora del proceso mencionado e impidieron la postulación de la persona escogida para sustituirla. En fin, sólo permitieron la inscripción de un número limitado de nuevos electores (604.964) y mínimo de quienes viven en el exterior (6.526); y acomodaron la boleta de votación para ocultar los símbolos y colores de la coalición opositora.
María Corina Machado, como líder de la oposición, propuso hace tiempo a quienes mandan una “salida negociada”. Por supuesto, debe atender las exigencias de la justicia y del derecho internacional (o no tendría eficacia). Aunque se conoce que algunos (de mediana sensatez) creen conveniente conversar, quienes tienen el control no aceptan la propuesta. Piensan que perderán todo al abandonar sus cargos. Sienten, además, que después de cometer graves crímenes nunca podrán vivir tranquilos en el país (ni en muchos otros), aún protegidos por “anillos” de seguridad. Realmente aspiran residir en un lugar (del mundo capitalista, por supuesto!) donde disfrutar de las riquezas robadas, lo que es casi imposible de ofrecer. Ninguno de los ya idos, se ha establecido en Rusia, China o Irán, ni en Cuba o Nicaragua. Pero, en todo caso, para facilitar la entrega del poder, se debe buscar fórmulas en el sentido de la oferta comentada.
El grupo usurpador, que sabe llegada su hora final, tratará de desconocer el resultado de la elección del 28 de julio. Anticipa (sin reconocerlo!) que no será otro – salvo manipulación de cifras – que la derrota de Nicolás Maduro. No se atreve a atentar – sería una locura! – contra las cabezas del movimiento liberador. Por eso, intentará (en verdad, ya lo hace) el fraude. Así procedió en Barinas en 2021. Pero, ante las dificultades para realizarlo, por la participación masiva de los electores, estudia organizar alguna acción o forma de golpe de estado. Es su última carta. Venezuela debe prepararse para enfrentarla.
X: @JesusRondonN
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