‘I am the enemy you killed, my friend‘ (WILFRED OWEN)
Ayer empecé a leer la historia de un hombre solitario al estilo de Crusoe. Este náufrago eligió su espacio voluntariamente. No fue una soledad impuesta por la desgracia como le sucedió al marino inglés. En el libro, escrito a modo de diario, el autor narra en primera persona su estancia en un lugar desierto junto al lago Baikal durante 6 meses. Lo tiene todo planeado, de hecho, anticipa en las primeras líneas su intención de vivir solo antes de cumplir cuarenta años. Cuenta que lleva como equipaje básico ‘libros, puros y vodka‘.
Resulta curioso hoy en día que a alguien se le ocurra querer estar solo. Es extraño porque todo en la vida moderna nos invita a rodearnos de gente: la televisión, la prensa, los eventos deportivos, los museos de arte, las fiestas, la telefonía móvil, las redes sociales, internet. El solitario robinsón francés, Sylvain Tesson, enumera en su cuaderno las herramientas y trastos que debe transportar a ese rincón elegido por él, entre otros: maza, raquetas de nieve, cuerda, navaja suiza, GPS, cerillas, sacos de dormir, impermeable, biblioteca personal, cigarros, víveres, cuadernos y plumas.
En la edición española del libro ‘Dans les forêts de Sibérie‘ (La vida simple) comparte un listado de libros guardados entre los bultos de su equipaje que podría convertirse en canon literario. La lista está compuesta por unos 60 títulos. Si hacemos cálculos, nuestro héroe podría leer aproximadamente 10 libros al mes. Pretende leer entre otros: El amante de Lady Chatterley (Lawrence), Viernes o los limbos del Pacífico (Tournier), Las aventuras de Robinson Crusoe (Defoe), Historia de mi vida (Casanova), Las flores del mal (Baudelaire), El poeta (Connelly), El mito del eterno retorno (Eliade), Tifón (Conrad), Así habló Zaratustra (Nietzsche), La última frontera (Owl), Hojas de hierba (Whitman), Walden (Thoreau), tres obras de Shakespeare, algo de Mishima, más libros y Los aventureros (Giovanni).
El caso es que leyendo las primeras páginas del cuaderno de viaje me agrada el tono íntimo y confidencial del escritor. No sé cuándo comencé a interesarme por conocer algo sobre los autores literarios de los libros que leía. Ahora sé que sería incapaz de ignorar este aspecto. Quiero saber. Sylvain Tesson es un viajero, un hombre raro que, -y esta es una opinión mía- trata de buscarse a sí mismo aislándose de los otros. Parece ser que intenta separar su yo nuclear del nosotros colectivo marcándose a sí mismo como un ente distante y diferente al resto que somos nosotros y vosotros. Me gustó leer al inicio del cuaderno (14.febrero): ‘Al fin sabré si tengo una vida interior‘
En el mundo actual parece difícil encontrar un lugar no frecuentado por gente. Todo está a la vista. No hay islas desiertas. No existen rincones por descubrir o tal vez no los hemos descubierto todavía. Las coordenadas muestran cualquier punto de un mapa, incluso las áreas más oscuras.
Decía antes que el escritor era un tipo singular porque -como se lee en una nota biográfica- el escritor pertenece a la categoría de exploradores aficionados a caminar por los tejados stégophile o rooftopper en inglés. Este robinsón siberiano también ha estado en el Himalaya, ha rodado por el mundo en bicicleta y todo lo que ha hecho contiene la marca de extravagante.
Estos días mientras leo los pensamientos de este extranjero me pregunto si yo sería capaz de hacer algo parecido o si, por el contrario, intentaría buscarme a través de los otros.
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