“Los Ojos de Chávez se originaron por primera vez en la campaña presidencial final de Hugo Chávez en 2012, con la idea de José Miguel España, un miembro de la campaña de Chávez. Durante una reunión electoral, miles de partidarios de Chávez vestían camisas rojas impresas con sus ojos en negro”, refiere Wikipedia (Ojos de Chávez).
La estela del desencanto en el otrora poderoso y motivado Movimiento V República es larga. Exministros y colaboradores del difunto Hugo Chávez, comunicadores, universitarios, profesionales, y militares. En todos los sectores se percibe una frustración y desencanto que colinda con un sentimiento de desprecio por lo que muchos chavistas originarios juzgan como una traición abierta de Nicolás Maduro y su séquito al legado del comandante.
Mucho más serio que la deserción de los dirigentes, y las abiertas o veladas críticas al régimen de Maduro, es la pérdida de entusiasmo de los sectores populares por la causa madurista. El régimen libra una verdadera guerra de asedio contra su propio pueblo y esto ha terminado por generar una estruendosa y silenciosa, valga el oxímoron, voz popular que no puede ser ignorada. El hecho más impactante, y perfectamente del conocimiento de los jerarcas del régimen, es que es imposible entender los resultados de la primaria y la elección presidencial del 28 de julio, sin incluir el hecho ineluctable de que el régimen ha perdido el apoyo de la gente. La vida del venezolano no conectado con la secta de privilegiados que gobierna el país, o que no recibe ingresos en dólares, se ha convertido en una realidad humillante donde los salarios no alcanzan para vivir, y el temor a caer enfermo y tener que costear los gastos que esto conlleva, gravita como una pesadilla constante sobre la existencia de todos. La destrucción de la educación y el sistema de salud son tan sólo dos agravantes adicionales de la desgracia colectiva de nuestra gente.
La casta en el poder se comporta como si la vida de los venezolanos les perteneciera, como un capataz de hacienda que decide sobre los asuntos de la existencia de todos. Al colapso de las instituciones y la arbitrariedad judicial y policial se le une ahora la gestión del miedo como herramienta de control social. Los extremos a los que ha llegado la tiranía en materia de torturas, desapariciones forzosas y detenciones arbitrarias, no se detienen ante ninguna barrera de protección de derechos humanos y han llegado hasta atropellos a menores de edad. El caso del asedio a la Embajada de Argentina, donde están atrapados en condiciones infrahumanas y violatorias del derecho internacional seis dirigentes de la oposición, y los horrendos episodios de muertes de prisioneros por torturas y falta de atención médica en las cárceles del régimen, son sólo algunos de los ejemplos que colocan a Maduro y a su banda en el poder entre los más notorios violadores de derechos humanos de la historia.
Me cuento entre los convencidos de que la destrucción de la nación que se ha profundizado notoriamente desde la muerte de Chávez, comenzó con la acción de destrucción de las instituciones, la corrupción y el autoritarismo del Comandante. Pero, es innegable que Maduro carece del carisma de Chávez y que todo lo que antes estaba mal, o que amenazaba con estar mal, ha llegado a límites indescriptibles de depravación y desintegración. También es innegable que venezolanos respetables que apoyaron a Chávez, hoy han tomado distancia de su sucesor y lo han expresado públicamente y con valentía. Este chavismo originario y disidente representa una esperanza para la reconciliación de Venezuela.
Allende nuestras fronteras, descontando el obvio rechazo en las naciones democráticas occidentales, el régimen Madurista ha sido fuertemente criticado, inclusive entre dirigentes y países que en su momento apoyaron a Chávez, como Petro en Colombia, Lula en Brasil, Boric en Chile y López Obrador en México. A esas voces, se unen las Naciones Unidas, la OEA, la Unión Europea y, más recientemente, la Corte Penal Internacional.
De regreso a 2012, después de la campaña electoral, los Ojos de Chávez se convirtieron en un poderoso símbolo de propaganda, tanto como la faz del Che Guevara. No sé por qué se me ocurre pensar que los chavistas originarios, hoy disidentes, sienten la tristeza y la vergüenza de esos ojos, mirando desde el más allá, observando cómo Maduro y su casta de corrupción han destruido lo que ellos consideran las bondades del proyecto original del comandante. Y los miembros de la casta madurista, probablemente evitan mirar al inframundo para no encontrarse con la mirada de condena y castigo del líder original.
Cosas de la historia. Ya ha ocurrido con otras traiciones como la de Stalin a Lenin y Trotsky. Esperemos que esa misma historia pase cuentas y que los venezolanos podamos reconciliarnos más allá de nuestros pecados originales. Los de quienes no defendieron a la democracia, y los de quienes se afiliaron al autoritarismo chavista. Todos unidos, civiles y militares, y esto implica especialmente a quienes se consideran poseedores de ideales de izquierda democrática, para derrotar a quienes hoy pretenden desconocer la voluntad del pueblo soberano, una acción constitucional que les obliga a marcharse y a permitir la transición democrática a partir del próximo 10 de enero.
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