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Los niños sufren la violencia del Estado

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El tema de la diáspora nos muestra a medida que pasa el tiempo el lado más cruel de la partida al recibir a través de los medios de comunicación a nuestro alcance notas que nos reseñan  a los compatriotas  en  las páginas rojas, y cómo ahora son menos apreciados por ciudadanos de naciones donde antes eran bienvenidos.

Todo desplazado al llegar a otro lugar prioriza realizar una labor que le proporcione ingresos básicos para subsistir y enviar dinero para su terruño.

Con Venezuela hundida en la corrupción, esperan sus congéneres poder retomar la recta vereda de la democracia y la prosperidad.

El parroquiano con obstinada voluntad luchará hasta lograr que la patria sea libre de nuevo.

Ante los aprietos dejados en el hogar, ofrecen su fuerza de trabajo por un salario menor al del mercado. Ello es mal visto por los autóctonos que los acogen al sentirse traicionados por quienes reciben cobijo ante la adversidad que padecen.

Si en las naciones que acogen a 3,6 millones de venezolanos estos confrontan nuevos inconvenientes; no es menos cierto que la madre y los hijos sufren el luto por la partida del cabeza de familia y la incertidumbre por el devenir, mientras en su fuero interno todos temen el posible abandono.

La partida perdurará como un drama por años en los más vulnerables: los pequeños, quienes buscarán en la calle el alivio a su dolor, aun cuando hayan sido dejados al cuidado de sus abuelos, sus más cercanos familiares; bien tíos; primos o amigos, quienes en infortunada situación podrían dejarlos abandonados en albergues, puertas de iglesia o centros religiosos.

Voceros de instituciones no gubernamentales se han referido al estado de desamparo en el que han observado a pequeños en veredas de instituciones particulares o accesos  al Metro.

Oscar Misle, presidente del centro comunitario de aprendizaje Cecodap indica ser cada vez más mayor el número de refugiados.

En estos momentos  suman 5.000 diarios, según los neogranadinos.

La situación económica reinante , ausencia de atención y seguridad de la calle por parte de las autoridades, el desaparecido salario por una inflación de 100% al mes, el desabastecimiento de alimentos en los anaqueles, inexistentes medicinas, ausentes médicos, servicios públicos abandonados, amén de la corrupción que abarca todos los niveles del Estado; motivan a la mujer y hombre de a pie a expatriarse del hogar.

Cecodap afirma que están 846.000 menores al cuidado de familiares, mientras sus papás han partido.

Etnias indígenas por igual angustia corren el riesgo de convertirse en errantes.

Roberto Briceño-León y Gloria Perdomo, directivos del Observatorio Venezolano para la Violencia, presentan una investigación titulada “Violencia contra niños y adolescentes indígenas en Venezuela”.

En el compendio del temario afirman los estudiosos que hay 725.000 habitantes indígenas en Venezuela que están sometidos a nuevas formas de brutalidades ante la inoperancia del gobernante. Dentro de estas agrupaciones están los menores de edad que sufren por igual.

Los autores Briceño-León y Perdomo han detectado en su evaluación los siguientes rasgos de violencia en las etnias indígenas locales: (a) Violencia estructural, derivada de la escasez de alimentos y medicamentos, lo que ha causado muertes por desnutrición y falta de atención médica, prostitución, tráfico de niñas y emigración forzada. (b) La violencia del crimen organizado que ejerce el control de la minería ilegal y afecta a los pueblos yanomami y pemón, como mano de obra para la producción de coca y narcotráfico con el pueblo yukpa; y contrabando de gasolina en el pueblo wayúu. (c) Violencia doméstica debido a cambios culturales derivados de nuevos patrones de consumo de alcohol o el uso del castigo físico de niños entre los pueblos piaroa y yekuana. (d) La violencia ilegal del Estado por la imposición de la minería al pueblo pemón o la represión por las protestas al pueblo warao.

Los venezolanos saben que quienes han ejercido la barbarie contra los civiles son el extinto Hugo Chávez y su sucesor. Por ello ruegan a los centros de poder apoyar las iniciativas que den al traste con Maduro Moros.

El hambre es mala consejera y en un menor aviva los demonios.

@manuelcorao

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