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Los mismos de siempre

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Son de naturaleza dictatorial, no creen en los principios de la libertad, no respetan los derechos ajenos, más bien atentan contra las iniciativas del ser que se esmera en poner en marcha sus ideas e inquietudes. Por eso nada debe sorprendernos cuando se lee al dictador Nicolás Maduro decir: “Llegamos a la cuna de la revolución: La Habana, Cuba, para participar en la XXI Cumbre del ALBA- TCP, con el objetivo de seguir profundizando en la unidad y la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe. ¡Que viva la unidad de los pueblos!”.

Es la alianza que se ha venido perfeccionando en el llamado Grupo de Puebla, ese que tiene en las raíces del Foro de Sao Paulo su génesis y que mantiene y desarrolla su agenda de trabajo centrada en acaparar los poderes públicos de nuestras naciones, para inmediatamente instalar sus esquemas totalitarios. Lo hicieron en Cuba mediante la lucha armada que les permitió tomar el control del gobierno después que dejaron abandonadas en las montañas las ideas de justicia y libertad. Por eso acumulan más de seis décadas haciendo lo que les viene en gana, con el destino de millones de seres humanos a los que les han arrebatado el derecho a pensar libremente y a decidir qué es lo que realmente aspiran para su país. Lo mismo ocurrió en Venezuela, en este caso después del fracaso de las guerrillas auspiciadas por los hermanos Castro desde La Habana, se metieron por el redil electoral para ganar elecciones, para sin pestañear, inmediatamente darle forma a su mamotreto del socialismo del siglo XXI.

Los mismos que usaron paredones de fusilamientos en los que acribillaron a gente inocente que simplemente asumía posiciones disidentes a los dictadores. Los mismos que disponen de los dineros públicos sin rendirles cuenta a nadie. Los mismos que encarcelan a los ciudadanos por atreverse a denunciar sus fechorías. Los mismos que involucran a sus pueblos en conflictos internacionales caprichosamente. Los mismos que gritan pidiendo diálogos para terminar burlándose de los moderadores y contrapartes en esos eventos y los mismos que son expertos en perpetrar fraudes electorales.

Sí, son los mismos farsantes que se rasgan las vestiduras hablando de libertad, pero no toleran la existencia de medios de comunicación libres. Por eso cerraron el canal de televisión RCTV en Venezuela el 27 de mayo de 2007. Y no conforme con ese asalto, persisten en clausurar estaciones de radio y robarse instalaciones de periódicos como es el caso del diario El Nacional. Además, los periodistas en Venezuela son presas de las manos de los policías que los agreden y arrestan. Por tal razón, resulta por lo menos un reprochable acto de cinismo la alharaca de los dictadores asociados en ese grupete, pretender montar un circo publicitario en los que hacen el papel de víctimas excluidas de la Cumbre de las Américas.

Pero siempre han sido así, impostores. Se venden como los impolutos y sin embargo es común agarrar a sus activistas con maletas repletas de dólares en los aeropuertos (Argentina, Bolivia y Honduras), o traficando cocaína, gasolina y alimentos, mientras sus respectivos pueblos están pasando todo tipo de calamidades.

Ya es hora de actuar conforme a los estatutos de esos organismos internacionales, como la ONU, que tiene como misión defender los derechos humanos, pero permite que dos de los sillones de la comisión dedicada a proteger a la humanidad los ocupen rusos y castristas, símbolos de todo, menos de defender esos valores. O en la OEA, cuya carta fundacional se enfila a preservar y promover democracias y eso es lo menos que existe actualmente en Venezuela, Cuba y Nicaragua.

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