La carga de la crisis inmobiliaria en China sigue amenazando la salud de la economía. Hay quienes dudan de que este descalabro sea del calibre que le asignamos en el mundo occidental, pero las medidas que están tomando en este momento las autoridades para apuntalar al sector hacen pensar en todo lo contrario.
Lo cierto es que, como cualquier otro país altamente poblado, China tiene que poder contar con la fortaleza de un sector de mucha gravitación en la economía como el de vivienda e infraestructura. Esta industria mueve ingentes masas de puestos de trabajo, moviliza gigantescos recursos dentro de la economía y demanda importantes contingentes de insumos tecnológicos.
El principal estímulo que acaba de ser decretado por el Banco Popular de China y el gobierno -y que pareciera tener características de urgencia- consiste en reducir la cantidad de depósitos en dólares que las instituciones financieras y la banca deben mantener como reservas, lo que es útil también para respaldar el tipo de cambio del yuan. Ello debería agregar 140.000 millones de dólares en liquidez al mercado. Este movimiento no es el primero: hubo dos similares a lo largo de 2023. En total la inyección de circulante incluyendo las medidas del 2023 debería ascender a 3 trillones de yuanes o 423.000 millones de dólares.
Cuánto es el impacto que va a generar esta medida está por verse. Los escépticos lo consideran un maquillaje necesario y útil para las festividades del Año Lunar y la realidad es que esta sola medida no resuelve la atonía del mercado inmobiliario. Hay asuntos más estructurales que atender y otros, como son la debilidad del consumo. Esto, es lógico, mantiene nerviosos a los inversionistas quienes están atentos constantemente a los efectos de la desaceleración económica en curso en el país.
Es verdad que el sector inmobiliario residencial y las construcciones de obras de infraestructura representa casi la tercera parte de la economía del gigante de Asia, pero se pregunta uno si tiene sentido mantener una estimulación heroica del sector de la construcción de viviendas si solo una pequeña parte de su masa humana -de acuerdo con su pirámide poblacional- es capaz de meterse la mano en bolsillo y asumir endeudamientos de largo plazo. Tendría sentido concentrarse más en promover el empleo juvenil a través de vías complementarias y alternas. La tasa de desempleo hoy de los jóvenes es del 21%.
De cualquier manera, no es de ayer que data la crisis inmobiliaria dentro del coloso chino, pero es lógico pensar que se hace imperativo atender la estructura de la pirámide poblacional de ese país, dentro de la cual solo una proporción de poco más de 32% se encuentra en edad laboral.
Otras medidas juiciosamente calibradas deberían entrar en juego para estabilizar la economía, pero también en ese terreno el gobierno de Xi da pasos que generan desconfianza. A través de un «fondo de estabilización» las autoridades vienen adquiriendo acciones en la bolsa para estimular valores que se ubican en sus niveles más bajos en 5 años. Estas “acciones contundentes”, como las llaman en Pekín, exceden en valor al PIB de Portugal. Este juego a la reanimación de las bolsas consigue solo echar más leña al fuego. Así lo ve Bloomberg Intelligence cuando la analista Marvin Chen asegura que la confianza de los consumidores “está en depresión”. Y de los inversionistas por igual.