OPINIÓN

Los inconvenientes del revisionismo histórico, a propósito de Being the Ricardos

por Sergio Monsalve Sergio Monsalve

premios del Sindicato de Actores

Nicole Kidman ganó el globo de oro de 2022, por su interpretación en Being the Ricardos, la nueva película del guionista consentido de la meca, Aaron Sorkin, responsable de la técnica de “caminar y hablar”.

El año pasado le fue bien con Chicago 7 y ahora redobla la apuesta con una versión medio solemne y harto dramática de una figura de la historia de la televisión, con miras a conquistar el gusto retro y acartonado de los académicos. Todo un club de boomers, si no de edad, seguro de pensamiento y formación.

En ambos casos, el dinamismo de los diálogos del autor, todavía no encuentra un correlato en su dirección, generalmente despersonalizada y tiesa, un poco como del primer George Lucas, cuyo trabajo plano consistía en poner la cámara sobre los palos y registrar las acciones, bajo inspiración de los cómics y las series de la época en la pantalla chica.

Es el talón de Aquiles de Being the ricardos, aunado al trabajo de revisionismo del escritor, en uno de los grandes contrasentidos de los últimos meses.

Sorkin hace de Lucille un personaje rígido y casi inexpresivo, por culpa de los implantes y de las cirugías plásticas de su estrella, al punto de comprometer y cancelar la genuina espontaneidad cómica de la Ball.

Como crecí riendo a carcajadas con la serie original, pues Being the Ricardos me resultó de un acartonamiento y una intensidad dramática, al colmo de lo insoportable. Una culebra de Amazon, del típico matrimonio en crisis.

La pantalla se me rompía por todos lados, entre la grima de ver la ausencia de tamming humorístico y la obvia pedantería de Sorkin y sus aliados, por eclipsar el desarrollo de la democracia del gag, en beneficio de unas estereotipadas tramas de alcoba y conflictos de producción, durante el apogeo de la cacería de brujas.

Aaron juega al deja vu, al guiño de advertirnos que el macartismo regresó con furia a los estudios de Los Ángeles, a consecuencia de las últimas diatribas polarizantes que separan a izquierda y derecha.

Por cierto, Sorkin se apunta al lobby de los progres y los buenistas del mundo, heroizando y justificando a los liberales, al tiempo que caricaturiza y deshumaniza a los conservadores.

Clásico del marxismo cultural

Se pierden unos valiosos minutos en dos aclaratorias pedestres de la corrección política, al buscar la torpe exculpación de Lucille por su pretérito comunista y al mostrar unas escenitas de empoderamiento femenino, desde un paternalismo condescendiente.

Nicole pierde la pelea de la reivindicación, por subrayar y exagerar la nota, por subirse al tren contemporáneo de querer mejorar y hasta embellecer un contexto precedente, en función de unas premisas que niegan la narrativa original.

Así es el colmo de  Being the Ricardos, un filme harto aburrido y predecible, que tiene la presunción de ser más que Lucille o adaptarla a los tiempos que corren, siendo superada por cualquier capítulo de la serie en blanco y negro, para la que no existían coartadas y complejos intelectuales al momento de despertar nuestra risa, como una forma de crítica social de la clase media.

Sorkin arruina la esencia de la serie, porque la traiciona desde una superioridad moral, de la mano de una Nicole calculadora, como Lady Macbeth, que recibe estatuillas por complacer al estándar nostálgico de una academia que se regocija en la reconstrucción deluxe, analógica y digital de sus mitos de otrora.

Un ejercicio de estilo que brinda cuestiones de interés, como el performance de Gary Oldman en The Darkest Hour, mientras nos provoca escepticismo y cringe por las máscaras de Nicole en Being The Ricardos y Lady  Gaga en House of Gucci.

Pero no importa lo que opinemos en contra, porque la academia ya tomó la decisión de seguir postulándolas y vendiendo humo con el efecto especial.

Toca hablarlo y desahogarse por las redes

Si quieren un dato al cierre, les comento que Jessica Chastain debería obtener el Oscar, y no Nicole, dentro del esquema que hemos planteado.

A diferencia de Kidman, Los Ojos de Tammy Faye revela el compromiso de una artista que nos cautiva y nos hechiza, evolucionando en múltiples registros. Solo hay que comparar un close up de Jessica, abierto a la oxigenación de ideas, versus el impostado disfraz que monta Being the Ricardos, con fines demagógicos.

Una de las mentiras del año, sobrevalorada como muchas que no llevan vida en el Oscar.

Prometemos exponerlas pronto.