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Los huevos del COI

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Un amigo que sabe regalar me entrega un libro: no te fíes del título porque ya se sabe mucho del personaje, ten paciencia, lee hasta la última letra y el panorama mundial se te aclara, si todos los revolucionarios, que  en su mayoría son analfabetos, sus operarios cómplices y sobre todo los  adversarios que comentan superficies, lo leyeran entre líneas, sabrían hasta qué punto integran una red criminal  voluntaria o de víctimas, por la ideología que los engendra, concibe, alimenta, enreda y proyecta, entonces la realidad internacional sería fácil de intuir, detectar, controlar y extirpar a tiempo.

Ante tal regaño disfrazado me sumerjo en la investigación novelada del periodista-escritor Oliver Guez (n 1974, Estrasburgo) columnista colaborador en The New York Times, Le Monde y el Frankfurter Algemeine Zeitung. En efecto, su obra La desaparición de Josef Mengele (Tusquests, España, Premio Renaudot 2017) es de título tramposo.

Provoca intenso escalofrío certificar cómo siguen, vivitas y coleando, criminales locuras científicas combinadas con doctrinas políticas  destinadas  a sembrar segregación racial, religiosa, política, económica, grupal, hasta penetrar en la profunda  intimidad  familiar o rutinaria de cada quien,    dirigentes psicópatas en  todos los regímenes y sistemas –desde geniales cerebros a  delincuentes incurables o mezclados– que  llegan al poder mediante votaciones limpias o fraudulentas, obedientes alumnos, militantes activos hasta hoy  en el Crimen Organizado Internacional, la red COI, mafia especializada en narcotráfico y  terrorismo totalitarios.

Sin ponerles ese nombre, el topo Guez indaga  por igual en lo clandestino y aparente, documentos clasificados o no, leyendas, recuerdos, prensa escrita y fílmica  de tiempos y espacios orbitales, testimonios directos sobre “El  Angel de la Muerte de Auschwitz”. Los resume  y moviliza para demostrar cómo la bestialidad  nazista persiste  sin necesidad de siglas ni ataques directos a judíos,  gitanos, negros, en conjunto los no arios,  sobrevive por el  inicial y total  amparo de los  Perón y Evita, de los  tiranos al estilo del  paraguayo Stroessner, a  la costumbre cómoda de una sociedad sometida a dictaduras continuas como aquella brasileña invadida por fascistas europeos de la peor calaña. Ahora, los objetivos y mecanismos  fascistas de estas redes son los mismos,  a la derecha nazista y a la izquierda  más sofisticada en sus asesinatos,  espionajes, injerencias  neoestalinistas de guerras frías y calientes para aniquilar democracias. Y  deja a criterio del espantado lector una central  pregunta muda:  ¿Desapareció de verdad  el fascio criminal  en países de todos los continentes, incluidas Alemania, Hungría, Austria y otros, o se incrustó a fondo  en las democracias, incluso  en sus estructuras constitucionales a través de remiendos, enmiendas o simplemente violándolas bajo militarismos populistas y tantas instituciones inoperantes y oportunistas  que  descartan sus propios principios  fundacionales con retórica inútil.

Interrogante  tácita expuesta desde una excelente factura literaria. Porque este investigador  implacable es autor de dos novelas  previas y fue galardonado en 2016 por la  Deutscher Filmpres como el mejor guionista del año  para la  famosa película El caso Fritz Bauer (2015).

Así desde el arte y poco a  poco, van quedando al descubierto en su rodar cuesta abajo , tribunales y organizaciones con siglas  de enorme ruido, pocas nueces, mucha  culpa , perdido prestigio y daños imperdonables  a escala  de virosis planetaria.

Tiene razones de sobra el amigo de siempre que difunde a mano esta joya de valor eterno. Llegó la hora de poner patas arriba tanta farsa convencional. ¿A quién o quiénes  corresponde tamaña tarea?

Esa es la cuestión.

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