“La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad”. Sir Francis Bacon
El infame acto acto de “juramentación” del dictador ha sido un eslabón más de esa larga cadena de tropelías que durante 25 años se han venido cometiendo en detrimento de las instituciones del país, en este caso contra los principios que rigen la causa democrática, birlándose los resultados del 28J, y el resguardo de la soberanía de Venezuela, que ha estado sometida a oscuros intereses de otros países, especialmente al de Cuba.
Desde el primer mandato del “comandante eterno” esa entrega se planteó en forma sistemática, con pasmosa temeridad en términos muy evidentes. Se habló incluso de un solo país: “Cubazuela”, lo cual afortunadamente no se produjo en esa escala; sin embargo, fuimos entregados de manera dosificada. Así se produjeron entre otros actos que afectaron sensiblemente nuestra soberanía: el ingreso de grandes contingentes de dudosos médicos que -en tal carácter- llegaban a montón a nuestro país a cambio de importantes envíos petroleros luego triangulados, la entrega de importantes sectores de la administración pública, especialmente en delicadas funciones como la del registro público, identificación e inmigración, la inclusión del embajador cubano en el gabinete del Ejecutivo nacional con derecho a voz, y por supuesto a voto, el envío de nuestros oficiales militares a cursos intensivos de adoctrinamiento en la isla; así como la entrega del mando y supervisión a la inteligencia cubiche de nuestros organismos de seguridad en todos sus niveles y el eventual ingreso de militares cubanos prestos a la represión. Todo esto explica el por qué y dónde hemos llegado. Esos vientos trajeron estas tempestades.
Las exequias a cielo abierto del 28J, ahora consumada el 10E, fue ejecutada por Maduro y el Alto Mando Militar de la mano de Díaz-Canel y de Ortega. Igualmente, se llevó a cabo con la complicidad de Sheinbaum, Petro y Lula, estos últimos electos como presidentes y juramentados en sus respectivos países, conforme lo pautan sus constituciones. Privó en ellos el interés en mantener el mamotreto del Foro de Sao Paulo con su trasnochado sesgo ideológico y populista, por encima de una voluntad popular demostrada por mucho, tan legítima como las que les llevó a ellos a sus altas magistraturas ahora rebajadas en su majestad.
Hemos sostenido que cualquier decisión o acción del régimen, destinada a mantenerse en el poder, sería peor a toda decisión o actuación que la haya precedido. Hasta ahora la tomada el 10E ha sido la peor, mas no la última. Ese es el caso del anuncio de conflictos armados del usurpador, que bien puede formar parte de sus bravuconadas, pero por la gravedad que implica su sola formulación no puede soslayarse. Así lo ha dicho Maduro: “Venezuela se va preparando junto con Cuba, junto con Nicaragua, junto con nuestros hermanos mayores del mundo, para si algún día tenemos que tomar las armas para defender el derecho a la paz, el derecho a la soberanía y los derechos históricos de nuestra patria”.
Formar un ejército multinacional con estos “hermanos menores” no será para la defensa de una paz ni una soberanía que no existen, tampoco por unos derechos históricos patrios que pudieran estar en inminente peligro; será sí para defender con las armas la consolidación de la dictadura en Venezuela que por el contrario ha entregado nuestra soberanía y ha ejercido y ejerce la violencia como política de Estado. Esta amenaza, al no quedar desmentida por los tiranos de los países extranjeros comprometidos en ese lance, estaría atentando contra nuestro legítimo derecho consagrado en el artículo 350 de la CRBV. Ojalá que esta grave amenaza no sea una pretensión para instalar una cabeza de playa en Venezuela de “los hermanos mayores” que derivaría en una crisis desestabilizadora en la región, peor de las que haya habido en el continente desde la crisis de los misiles en Cuba.
Así se esmera el régimen en evidenciar sus miserias. Cada día que transcurre es más patética su forma torpe de enfrentar una realidad que se hace más patente, que hará inexorable su final.
X:@vabolivar