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Los empleados públicos frente a la máquina de votación

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Todos los electores han sido convocados para votar el próximo 28 de julio, entre ellos, a todos los empleados de la administración pública nacional, regional y municipal. Este segmento de la población incluye a los funcionarios policiales y militares, a los docentes de todos los niveles educativos, al personal de salud de los hospitales y ambulatorios públicos, a todas esas personas que trabajan para el Estado. ¿Cómo votarán estos ciudadanos? No lo sabemos y no lo dirán porque, recuérdese, el voto es secreto.

Sin embargo, podemos intuir que algunas circunstancias influyen en la decisión de cómo votará este segmento de la población, por ejemplo, todos los funcionarios perdieron sus pólizas de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (HCM), el instructivo Onapre les hizo perder los beneficios contractuales relativos a las mejoras salariales por profesionalización y antigüedad, sus vacaciones y sus prestaciones sociales. Sus sindicatos ya no discuten con el patrón su contratación colectiva, todos los beneficios se redujeron a recibir un bono y en algunas oportunidades una bolsa CLAP.

Además de ese deterioro socioeconómico, los funcionarios públicos pueden sentir en carne propia las presiones del PSUV para instrumentalizarlos con fines proselitistas. Son obligados a asistir a los actos del PSUV, se les imponen uniformes rojos, todas las comunicaciones internas deben comenzar por “un saludo revolucionario”, su carrera profesional está supeditada a su “lealtad” con el PSUV antes que por su trabajo.  ¿Eso tendrá contentos a los funcionarios? A mí me parece que no.

Presumo que ocurrirá algo por demás interesante y digno de estudio. El PSUV, tal como lo ha dejado claro tras el simulacro electoral recientemente efectuado, el 28 de julio buscará a los empleados públicos con sus buses rojos, les pondrá gorras y franelas rojas, hará que en el trayecto canten bien “patria, patria querida” o bien “El cielo encapotado anuncia tempestad, oligarcas temblad…” y, claramente, pondrán un punto rojo en la entrada del centro de votación donde pasarán asistencia a cada funcionario pero luego, al momento de que ese ciudadano esté frente a la máquina de votación y vea las opciones, el voto será para la Unidad y Edmundo González Urrutia.

Recuérdese, el voto es secreto. Justo después de votar, los funcionarios volverán a montarse en el autobús rojo, gritarán consignas en favor de la revolución, del comandante supremo y del presidente obrero. Pero, para sus adentros, la satisfacción por votar en favor de la democracia será el verdadero motivo de su alegría. Después de décadas de maltrato, el empleado público se cobrará con gusto el 28 de Julio.

[email protected]

@rockypolitica

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