OPINIÓN

Los dueños de la mafia de Pdvsa: Rafael Ramírez y Tareck el Aissami

por Juan Francisco García Escalona Juan Francisco García Escalona

El entramado mafioso de Hugo Chávez a Nicolás Maduro

Ha sido trágico para los ciudadanos venezolanos la existencia de estos dos personajes oscuros y contaminantes que desencadenaron, a través de una prestigiosa empresa petrolera como lo fue Pdvsa, una poderosa red de contrabando, corrupción, lavado de dinero, prostitución, trata de personas y probablemente contrabando de armas y narcotráfico.

Siendo conceptualmente un término duro, en la práctica solo se puede visualizar la construcción de una mafia sin precedentes en Latinoamérica, comparable con la mafia siciliana en Italia, trasladada a Estados Unidos, o en el contexto actual la mafia china, rusa, o los Yakuza japoneses, absorbiendo incluso a la mafia colombiana y mexicana, y todos sus destellos de asombro y horror que tuvieron su eclosión de la mano de Pablo Escobar Gaviria y del Chapo Guzmán.

Para John Davison Rockefeller, el Rey del Petróleo, el mejor negocio del mundo es una empresa petrolera bien administrada, y el segundo mejor negocio del mundo es una empresa petrolera mal administrada; partiendo de su visión es fácil medir el tamaño del daño y desastre que estos “genios” del petróleo Ramírez y El Aissami han hecho a Pdvsa y a toda Venezuela.

Los funcionarios hicieron de Pdvsa una empresa a la medida de su comportamiento, de sus necesidades, una industria que produce y se mueve sigilosamente para garantizar  el poder ante la avalancha de desafíos internacionales. Tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro navegaron esas aguas, con la carencia de recursos para administrarse a sus antojos. Aparecieron los demonios de garantizar sus apetencias en perjuicio de todos. Así surge Rafael Ramírez y ahora Tareck el Aissami, con la habilidad de cuestionar y estimular la desconfianza en los equipos más cercanos y a través de este método ensanchar su radio de acción, logrando la incompatibilidad entre los demás factores políticos e institucionales, hasta hacer el sistema altamente vulnerable a su imagen de fuerza y así estar totalmente desprovistos de límites a la hora de hacer transacciones legales o ilegales.

De manera que en Venezuela los funcionarios se constituyeron en mafias, las que están frente a las empresas, y peor aún, frente al Estado, para demostrar que son suficientemente serviles a sus amos, despliegan la estrategia necesaria para cumplir las demandas que habitualmente se generan, e incluso desde esa visión absurda del poder, han construido grupos violentos, y todo cuanto sea necesario para cumplir los objetivos. Sin embargo, a todos finalmente los alcanza la desgracia, se desarrollan en un medio de ambición desmedida y en ese campo hay muchos competidores anhelando sus posiciones. La mínima debilidad, un mal paso, los hace proclives a perderlo todo, más aún cuando abandonan el nicho aceptado de común acuerdo para aspirar a ser los detentadores del poder. Rafael Ramírez tuvo la confianza de Hugo Chávez para ser el sucesor, pero nunca ostentó una fuerza interna que lo soportara y Nicolás Maduro pudo salir de él por la inteligencia cubana, El Aissami fue suficientemente calibrado por todos los grupos internos que enfrentó en su ascenso al poder, solo esperaron el momento ideal para deshacer sus vínculos y acabar con él.

Estas mafias de acción aún desconocida van a responder y tratar de cambiar su ambiente actual, su naturaleza. Su cultura violenta se los exige, la actual confrontación por el poder en Venezuela ha tenido su epicentro en Pdvsa, pero el fin no es la cuota de la  industria, sino Miraflores y el país en general.

Rafael Ramírez

Rafael Ramírez, desplazado del poder en el PSUV, intenta generar rupturas internas, se mueve y gestiona conflictos, soñando quizás con una entrada idílica al país y la reconstrucción de la herencia social de Hugo Chávez, sin detenerse a pensar en la gravedad de la crisis dolorosa que han experimentado los venezolanos, en los 8 millones de migrantes, en el horror de las persecuciones, en los torturados, en las tantas muertes. Su plácida estancia ha estado decorada con los recursos del Estado obtenidos de los entramados de corrupción que construyó desde Pdvsa, a través de su primo Diego Salazar Carreño y su peregrinar del Centro Lido a la Torre Edicampo, donde instalaron la empresa INVERDT, para gestionar los pagos de las trasnacionales chinas, rusas e italianas que se asentaban en el país. Cientos de miles de millones de dólares a través de empresas manejadas bajo esa matriz, de obras que ni se ejecutaron, pero que eran la garantía de la vida ostentosa de Ramírez y su primo, quienes despegaban sus aviones hasta Italia sin pasajeros a la sola búsqueda de sus trajes y atuendos, con despampanante derroche de recursos de la industria petrolera. Así fue su ascenso al poder.

Rafael Ramírez fue en esencia el creador del Fondo Simón Bolívar, para que Hugo Chávez pudiera asignar recursos desde el Ejecutivo sin controles serios. Ahí pararon recursos de los mantenimientos preventivos de Pdvsa, ocasionando la tragedia de Amuay. Es Rafael Ramírez el padre de la corrupción y el principal responsable de la quiebra de la industria petrolera venezolana, un criminal sin desparpajos que hirió de muerte al Estado venezolano. El pueblo y las millones de víctimas de su corrupción sienten vergüenza por las políticas internacionales que lo resguardan, pero también esperan pacientemente que sea alcanzado por la justicia y pague por la delincuencia y la mafia que gestó a través de Pdvsa.

Tareck el Aissami

En todos los espacios donde ha estado ha propiciado corrupción escandalosa, desde la Federación de Centros de Estudiantes de la ULA, hasta los cargos de viceministro y ministro, envuelto en otorgamiento de identidades a supuestos grupos terroristas del mundo, complacencias a los pranatos en las cárceles que surgieron con El Aissami y su plan de humanización carcelaria, donde los reos de alta peligrosidad podían ingresar a los recintos penitenciarios lo que desearan para tener una estancia agradable. El programa también tenía un ambiente donde el privado de libertad podía reunirse con sus familiares lejos de los otros penados, de ahí en adelante construyeron casinos, clubes de juegos, galleras, discotecas, etc.

La designación de funcionarios en cargos específicos dependientes de El Aissami eran ofertados por sus grupos cercanos, si tenían dinero y capacidad para pagar las cuotas mensuales calificaban para el otorgamiento de cargos: registradores, notarios, directores del Instituto de Tránsito Terrestre, comisarios de policías etc. En todas sus gestiones ha estado ausente la honestidad con la nación.

Su poder aumentó tanto que modificaron ilegalmente por vía del TSJ el artículo 41 de la Constitución Nacional, que establece que los cargos de presidente y vicepresidente del Ejecutivo y de la Asamblea Nacional deben ser ejercidos por venezolanos de nacimiento y sin otra nacionalidad. Así aterrizó en la Vicepresidencia Ejecutiva y allanó el camino para pensar en la Presidencia de la República, con una centrífuga de habilidades para seducir a los cercanos a Maduro. Construyó verdaderamente un poder descomunal, imponiendo incluso su cultura. Impulsó la prohibición de las corridas de toros en el país, porque en su religión drusa el toro tiene un significado especial. No se escapó de las intenciones de Tareck el Aissami ningún detalle a la hora de la construcción de su ecosistema ideal para ascender al poder, penetró grupos militares y ganó simpatía en muchos de ellos que pertenecieron a su círculo más íntimo de toma de decisiones.

A pesar de sus fortalezas, cegado por el poder, por su cultura violenta y delictiva, no consideró que cada ascenso significó siempre un campo minado detrás de él, la competencia  y la enemistad con los grupos de poder de la Fuerza Armada, con el sello del 4F, han sido el factor ponderante para determinar su escandaloso hundimiento.

La libertad de El Aissami, enrostrado verdaderamente como un criminal poderoso, es sin duda la debilidad más notable del madurismo, en un momento donde económicamente están absolutamente disminuidos. Un desenlace es probable, aunque no sea el que el país ambiciona, pero las piezas en los tableros están en movimiento, porque la coexistencia de aquí en adelante no será posible.

@jufraga12