Sí, andan desesperados. Parece que los números no le dan, la abstención será abismal y no podrán justificar un elevado número de votos si los centros electorales permanecen el 6 de diciembre vacíos o con muy poca gente.
En el régimen se jalan los cabellos. Saben muy bien que la trampa les salió mal, los venezolanos no cayeron con los cantos de sirena de la falsa oposición, ni en la tentación de los llamados a votar en un fraude orquestado desde el primer día que convocaron las dizque elecciones.
Y, lo que más le preocupa a la usurpación es la desmovilización del voto tradicional chavista. Pues, será evidente que hasta el «voto duro» se ablandará este 6 de diciembre, ya que nadie quiere oxigenar a un régimen que basa su poder en la mentira, la represión, la opresión y el hambre para la ciudadanía.
El desespero crece, ni el PSUV ni mucho menos los alacranes que secuestraron los partidos de oposición y también los del llamado Polo Patriótico, como el PPT y Tupamaros, tendrán la suficiente cantidad de votos necesarias para argumentar legalidad o legitimidad en el proceso. La abstención los dejará desnudos como lo que son: una cuerda de «sinvergüenzas» sin apoyo ciudadano.
En la sala situacional de Miraflores se inventaron unos «debates» televisados con el propósito de levantar los índices de votación en cada lado del escenario político nacional. Sin embargo, el show fue tan burdo y tan mal montado que nadie les creyó, ni a unos ni a los otros.
Andan desesperados. Los «candidatos» del fraude andan angustiados a tal punto que unos reparten mortadelas y otros sardinas, unos –con camisas amarillas simulando que son de Primero Justicia– reparten bolsas de comida con productos del CLAP, y otros amenazan a la dirigencia del PSUV con un «voto 100% supervisado».
El miedo es libre, ellos están claros que el fraude no contará con el aval de la sociedad. Los índices de abstención superarán el 70% y cuidado si rozan el 80% de la población inscrita en el Registro Electoral, y saben que la deslegitimación a los ojos internacionales será irrefutable.
Maduro buscaba bajar la presión internacional; no obstante, el tiro le salió mal. Y, reitero, lo más importante es que la otrora maquinaria de movilización del PSUV, la cual se aceitaba con la intimidación, el chantaje, el clientelismo y el fanatismo de algunos, quedó totalmente oxidada y paralizada por el colapso operativo de la usurpación.
Este 6 de diciembre a Maduro y a sus cómplices le quedarán dos caminos. El primero, seguir adelante con lo poco que obtengan en las urnas electorales e instalen un parlamento ilegítimo, o, segundo, abultar las cifras haciendo aún más descarado el fraude y las prácticas fraudulentas que llevan más de 20 años perfeccionando.
Amanecerá y veremos. Lo cierto es que los usurpadores y los alacranes están solos, la inmensa mayoría de los venezolanos están claros que ellos son los culpables de la crisis compleja que vivimos en el país.
La ciudadanía es consciente de que Maduro y sus secuaces viven bien, comen bien y se mantienen con buena salud, mientras el 99% de los venezolanos sufre por la inflación, la escasez, los malos servicios públicos y peor calidad de vida.
En conclusión: están solos y nadie les cree.