Con ayuda estadounidense o sin ella, la realidad pura y dura es que el gobierno interino, como aquellas piñatas de cartón y papel pintado, está roto, abandonado y sin caramelos. No ha sido porque nadie le haya caído a palos, simplemente lo desatendieron y desampararon sus gestores, y ahora anda por su cuenta -no se sabe si mamando y loco, pero con la necedad al hombro de seguir directrices del G4, o forjando su propio poder popular-.
Ostentosos, creídos los cuatro partidos hicieron saber al imperio que eran el poder, dejaron correr la falsedad de un “Grupo de los Cuatro” que terminaron siendo ninguno, entre zancadillas, deshonor, y menosprecio de la palabra empeñada, cada líder por su cuenta, cada partido con sus mentiras, farsas y disimulos; aseguran, quien prometió candidatura y sus retazos, tratando de anular cada voz incluyendo la del provisional, muy factible con serviles agregados y accesorios.
Como faldero, lo sacaron a pasear, lo encaramaron en tarima, lo subieron al techo de un furgón para que, desgañotado, las multitudes lo vieran, lo tocaran y observaran si resbalaba. No había terminado de apearse de las techumbres, cuando la traición, perjurio e ingratitud se hizo presente, y acabó con aquella ilusión de libertad y sueño democrático.
Cometieron la torpeza canalla y estúpida impericia, de inventarse un golpe de estado confiados pendejamente, que los militares saldrían corriendo para apoyarlo y el Tribunal Supremo de Justicia sentenciaría, avalando semejante estulticia. El temporal fue usado como adorno, frágil referencia, y el héroe caído, huyó y lo dejó de lado, escapó, y, su amigo, el insigne torturador que picó los cabos aún antes, para ir a declarar pecados ajenos y no los suyos en territorio del general Washington.
A pesar del debut hollywoodense en el Congreso estadounidense, les encanta un espectáculo -son los creadores de Broadway-, aplaudido de pie, elogiado y ensalzado, por colegas de los que aquí lo entregaron. El G4 ya no existe y el interinato hace tiempo desapareció, son la misma vaina, socios cómplices, y por eso se resisten a morir.
Andan en una onda enloquecida. Una elección para escoger entre ellos, y en compañía de su beneficiario el régimen, alguien propio, que los ayude a chupar gotas de popularidad, una primaria sin orden ni control, tramposa y nada cristalina, que solo cree en el consenso mafioso y arbitrario; con un CNE, encubridor, que ni siquiera llamará a los venezolanos que se han escapado de la enorme cárcel castro-madurista llamada República Bolivariana de Venezuela.
El peso de la opinión pública se impone, dejó de ser inocente, mucho menos ignorante, no es la sociedad venezolana que disfrutaba alcahuetear imprudencias y complicidades. Si es de los que aún creen, a una dictadura, corrupta, echona, prepotente, soberbia, pero no estúpida, se la quita con elecciones sin supervisión, vigilancia y control, cuando el Poder Electoral no es independiente y obedece instrucciones de violadores a los derechos humanos, torturadores, corrompidos y sumisos al dictador que se basa en ellos, entonces, si no tiene nada mejor que hacer, vaya a votar en una primaria que oxigenará por años el castrismo.
En los trámites previos, el encargado por ser, manifestó voluntad de asumir los riesgos del cargo histórico que se le ofrecía. Joven, con familia modelo, profesional, elocuencia serena, sin el mitineo acostumbrado de insignes oradores de antaño; parecía el apropiado. Pero, siempre hay un pero. Aunque quisiera, tuviera la valentía, coraje y arrojo para enfrentar la fuerza del adversario, implacable y cruel; no poseía la firmeza testicular para deslastrarse de las momias, que, regresarían del Huerto del Señor para arrastrarlo, y confinarlo en el averno, ergástula de la deshonra y descrédito habitada por aquellos que le habían precedido.
Amparado por el mundo democrático, y millones de venezolanos, asumió el compromiso, convirtiéndose en la mayor amenaza que se le ha asestado al chavismo castrista. Sin embargo, demasiado pronto sucumbió al chantaje, la extorsión y exigencia, de quienes no pensaron en Venezuela sino en sus conveniencias e intereses individuales y partidistas.
Huérfano, y sin nadie que lo defienda, inhabilitado, no podrá inscribirse en el supuesto que resulte ganador, ante un CNE subordinado, vasallo y dependiente. Le restará esperar, que el oficialismo ponga en marcha su propia trampa para que el jefe mande unos años más.Pero que no se diga, defienda ni sueñe pendejadas con el interinato; su gran pecado, someterse a la pandilla, que pretende continuar la guachafita, repartidera de privilegios, prerrogativas, otras delicadezas, finuras y sutilezas.
La historia será quien lo juzgue, y no será benévola.
@ArmandoMartini