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Los consejos educativos en EE UU

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Una tarea indispensable en estos críticos momentos que confrontamos es tener algo de sabiduría para combinar la lucha por lograr el cambio político que urge para salvarnos, con la reflexión y búsqueda de respuestas a los grandes retos que tenemos por delante: reconstruir la economía, reedificar un sistema y una filosofía educativa que garantice el futuro posible para las nuevas generaciones, asumir el Estado de Derecho como referente básico de la democracia. Tareas y reflexiones imprescindibles frente a otras urgencias inaplazables: volcarnos en atención a la infancia en los temas alimentarios-nutricionales, rehacer la libertad comunicacional, prendiendo las rotativas de nuestros medios impresos hoy apagadas y amenazadas de extinción, abrir las puertas a la libertad informativa de la radio y TV, evaluar salidas para encontrar el mejor camino para asegurar la salud de nuestra población en todas las coyunturas, edades y circunstancias. Acabar con la persecución, torturas y el encarcelamiento de los que piensan distinto al régimen. Avanzar a una redefinición de un Estado que transforme su carácter opresor, agresor a una institución que responda y sirva a la ciudadanía en todas sus circunstancias.

Es cierto que hay episodios lamentables de guerras entre países, pero también encontramos excelentes experiencias en las filosofías educativas de algunas sociedades las cuales debemos mirar, aprender, comprender y buscar la manera de adaptar en lo posible a nuestras circunstancias.

Me referiré a la experiencia educativa de Estados Unidos en la construcción de un sistema que garantiza la presencia de su infancia y juventud, en cualquier circunstancia, en el sistema escolar. Para ellos han creado en todo el país una red de organizaciones “School Boards” (Juntas escolares) totalmente descentralizadas con sede municipal, que funcionan a todo lo largo del país cumpliendo funciones que nos hacen creer que la democracia sí puede existir.

La Constitución de Estados Unidos establece que el sistema educativo cuya misión es atender las necesidades de sus ciudadanos no corresponde al gobierno central, sino a cada uno de los estados federados. Por tanto, el sistema educativo en Estados Unidos es descentralizado, los responsables de gestionar y financiar el sistema escolar son los distritos. En cada estado federado existen los distritos escolares, como modelo de agrupar una cantidad de colegios en zonas concretas. En Estados Unidos no existe una ley que regule la educación a nivel nacional. Esta descentralización hace que cada estado tenga la responsabilidad de organizar, administrar y evaluar su propio sistema educativo. Dentro de cada estado encontramos los distritos (municipios) escolares, que son la forma habitual de agrupar una cantidad de colegios por una zona concreta. Los distritos escolares locales son los que diseñan y ejecutan los planes de estudios, contratan el personal y administran los presupuestos. Se calcula que en Estados Unidos existen alrededor de 15.645 distritos escolares. «Hoy en día, hay casi 95.000 miembros de la junta escolar en todo el país. Una junta escolar, también conocida como junta de educación o comité escolar, está compuesta por entre tres y 15 miembros electos, aunque algunas juntas, como la de la ciudad de Nueva York, son nombradas por funcionarios del gobierno local o estatal. Las juntas escolares supervisan una amplia gama de asuntos académicos, legales y financieros, desde la aprobación del plan de estudios hasta la contratación del superintendente”.

Desde estas instituciones se realiza la planificación que convierte en realidad la incorporación de todos los niños que habitan en cada municipio o distrito a sus escuelas. Aseguran que los escolares pueden llegar oportunamente a sus escuelas, o más propiamente ser transportados a los centros educativos que les corresponde. Esta es una acción que cubre todo el territorio de Estados Unidos, incluye todas las clases sociales, independiente de estatus legal, raza, religión, nivel económico. Todos los infantes desde su municipio, a partir de las 6:00 am, esperan en el sitio designado, por la estricta planificación que rige esta actividad, que una unidad de transporte los conduzca a su escuela, sin importar distancia, clima, ni el estado de las rutas. Las familias están seguras de que los niños, a una hora precisa, abordarán el bus y ocuparán un puesto en el transporte que los hará llegar a su institución educativa. Al ingresar a la escuela los niños realizan una segunda actividad podríamos calificar como complementaria o básica:  alimentarse. Todos los niños sin importar quienes sean y de donde vengan se sientan a compartir un desayuno preparado según normas alimentarias que garantizan que pueden estar atentos en el resto del día y participar en el cumplimiento de su jornada escolar. Estas dos actividades, transportar a todos los niños a la escuela que le corresponde y ofrecerle su primera ingesta de alimentos del día, son cumplidas rigurosamente en todo el territorio de Estados Unidos. Se puede tener la seguridad de que a partir de las 7.30 am todos los niños en Estados Unidos en edad escolar estarán ingiriendo los alimentos requeridos para garantizar su plena participación en las actividades educativas programadas por sus escuelas.

A partir de las 6:00 am todas las ciudades y pueblos rurales de Estados Unidos son cruzados por la red de buses amarillos que atraviesan las calles de norte sur y de este a oeste. Buscando a los niños que esperan ser conducidos a sus instituciones educativas. Una actividad que se realiza en colaboración con las policías municipales, como repiten los choferes, a partir de las 6:00 am “las calles de ciudades y pueblos americanos están siendo ocupadas por los transportistas escolares y la policía municipal que se encargan  de forma colaborativa y segura de garantizar la fluidez de esta actividad”.

Ser chofer de una unidad de transporte escolar es una tarea muy respetada y reconocida, significa colocar la vida de los niños en las manos de los conductores. Esta red de buses es totalmente supervisada, monitoreada desde centros operativos que realizan un control total de la actividad del transportista responsable. Pueden informar a los padres a cuál hora llegaron a recoger los niños en sus paradas y en cuál momento fueron entregados en la sede educativa.

Con estos dos programas, transporte y alimentación se garantiza que todos los niños que habiten en el territorio de Estados Unidos tengan la oportunidad de seguir avanzando en sus vidas, cumplir sus obligaciones, aprender y con ello tener la oportunidad de desarrollar sus potencialidades.

La pregunta que podemos hacernos en estos momentos críticos es ¿podríamos soñar los venezolanos con que en nuestro país se inicie un programa de esta naturaleza, con todos los infantes que habitan nuestro territorio, barrios y urbanizaciones, tanto en el campo como en la ciudad, entrando en  sus escuelas en la primera hora de la mañana, iniciando el día alimentándose de la mejor manera? Son sólo dos primeros pasos, sencillos, transparentes que nos aseguran que su integración en un complejo mundo que les espera puede ser posible y una excelente manera de comenzar a estructurar los procesos de descentralización.

En el aula los escolares son recibidos por maestros con plena capacidad para enseñar, dotados de los recursos pedagógicos de los que disponemos hoy, respetados, remunerados, calificados y con la plena conciencia de que los niños que van a educar a pesar de ser distintos cada uno por su  cultura precedente y situación económica, van a participar en las mejores condiciones de las oportunidades que brinda la educación como universo formativo y creador de conciencias de cada una de la personas que tienen enfrente.

Las juntas escolares que realizan estas tareas son definidas como órganos corporativos descentralizados, creados con el propósito de implementar la política legislativa estatal relacionada con las escuelas públicas y administrar localmente el sistema estatal de educación pública. Los miembros de la junta son funcionarios estatales que actúan bajo la ley estatal cuando realizan los asuntos oficiales del estado.

Si miramos nuestra situación educativa podríamos aspirar a que una junta escolar, al estilo de Estados Unidos, con base municipal, descentralizada, se ocupe de tareas fundamentales. La primera, que la institución tenga los recursos materiales, pedagógicos y humanos para recibir la población escolar que les corresponde; en segundo lugar, que la población escolar atendida desde esta institución al momento de entrar a la escuela sea tratada de forma igualitaria, los buses están llenos de niños de familias pudientes al lado de otros de estratos de menores recursos; además, compartirán la misma comida sin importar quién es pobre y quién es rico,  reciben como aporte básico una ingesta alimentaria similar que garantiza su atención y energía para recibir y participar en las labores educativas que les corresponde.

Señalar estas dos tareas elementales pueden ser el inicio de una responsabilidad fundamental para rediseñar nuestro sistema educativo desde la base, cuya primera tarea es realizar el encuentro inicial entre los escolares y la institución educativa en condiciones simples de igualdad, están todos a tiempo y alimentados. Allí comienzan a desarrollarse las iniciativas educativas que van a definir las bases de la vida de nuestros jóvenes.

Muchas interrogantes podemos hacernos: ¿Cuál es el papel del municipio, al ser esta labor totalmente descentralizada, cuál la estructura organizativa que garantiza el cumplimiento designado en las primeras tareas de transportar y alimentar? ¿Cuáles son los requisitos para calificar como transportista, cuáles son los programas de monitoreo que integran estas dos grandes tareas, cuál es la estructura para cumplir el objetivo alimentario y cuáles cambios tienen que hacer las instituciones escolares para cumplir con esta función dentro de sus sedes?

El programa que ejecutan las juntas escolares podría evaluarse como dos primeros pasos para iniciar la descentralización de la educación e incorporar de forma decisiva la responsabilidad de los municipios, padres y maestros en la efectividad, cobertura y calidad de las escuelas venezolanas. Sólo dos pasos pequeños pero gigantes a la vez, que permitirían que la escuela sea la institución que forma a sus nuevas generaciones para vivir en democracia.

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