Después de la euforia causada en los colombianos y muchos latinoamericanos por el desenlace de la primera vuelta en las elecciones presidenciales de la hermana república, en la que el candidato Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, generó la ilusión de ser la opción para derrotar el proyecto comunista del señor Gustavo Petro, la sociedad colombiana se irá decepcionando cuando lea detenidamente sus propuestas. Tristemente debemos concluir que no se sabe si es peor el remedio que la enfermedad.
El jolgorio inicial llevó precipitadamente a líderes politicos a pronunciarse en favor del batacazo bumangués.
María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Pacho Santos, Ana María Abello del partido Centro Democrático; el exalcalde de Bogotá Enrique Peñaloza y hasta el propio Federico Gutiérrez no esperaron que se contaran todos los votos para en forma desbocada lanzarse a la piscina con el exalcalde; sin haberse percatado de que esa piscina estaba vacía.
En efecto, al día siguiente de las elecciones, quien públicamente ha confesado ser admirador de oprobiosos dictadores, hizo públicas sus propuestas programáticas en una serie de tweets que han debido caerle muy mal a los conservadores y seguidores del Centro Democrático.
Y es que los colombianos de tendencia de centro, centro derecha o derecha no pueden convertir su adversidad con el señor Gustavo Petro en su razón existencial. No, hay unos principios, unos fundamentos ideológicos, un código de conducta y una escala de valores que deben ser la guía de toda persona que se precie ser conservador, de derecha o de centro derecha. El hecho de que el Sr. Petro sea antagónico a esos principios es meramente circunstancial. Pudiera ser cualquiera, llámese Petro o llámese Maduro o Diaz- Canel; pero tambien puede llamarse Rodolfo Hernández como en efecto lo es; porque se defienden principios abstractos y no posturas anti-nadie.
Al margen de los ataques absolutamente desquiciados de Rodolfo Hernández en contra de Alvaro Uribe e Iván Duque, con el objetivo de deslindarse de ellos, hay un trío de propuestas que lanzó el ingeniero, que por sí solas deben llamar la atención a cualquier ciudadano de bien.
La primera es su propuesta sobre legalización de las drogas. Dice lo siguiente: “Yo estoy a favor de la legalización de la marihuana medicinal y recreativa. Lo he dicho y lo vuelvo a decir: lo más peligroso de las drogas es la prohibición”. Drogas es marihuana, pero también lo es la cocaína y la heroína. La falta de claridad del planteamiento es confuso y la vez convierte al candidato Hernández en aliado del narcotráfico. Los carteles de la droga a nivel mundial deben estar felices porque ya abiertamente tienen un aliado con chance de llegar a la Presidencia de Colombia.
No creo que el Partido Conservador colombiano, el Centro Democrático y muchísimos liberales compartan esta tesis.
La segunda es su posición favorable al aborto. Dice Rodolfo Hernández: “En mi gobierno se sostendrá el apoyo al aborto dentro de los tiempos estipulados, la que tiene el derecho a decidir si aborta o no es la mujer”.
Esto es una afrenta a quienes nos declaramos militantes del derecho a la vida y a los que creemos que la vida hay que protegerla desde la concepción y en eso es lo que creen tanto el Partido Conservador como el Centro Democrático.
La tercera vinculada con la anterior es la posición favorable del ingeniero Hernández al matrimonio homosexual y a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. Dice el excéntrico candidato: “En mi gobierno habrá un completo apoyo a la diversidad sexual y de género, incluyendo el matrimonio igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo”. Bueno, con esto sí de verdad se le pone la guinda a la torta. Dentro de los cánones de quienes profesamos ideas conservadoras esta propuesta está fuera de toda consideración. Nuestra postura es que el matrimonio es y debe ser entre un hombre y una mujer, luego la lógica complementa que la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo es sencillamente inaceptable.
Hay otras propuestas del ingeniero Hernández inherentes a la política interna de la hermana república que ya el Centro Democrático se ha encargado de refutar.
De manera tal que los colombianos han escogido para la segunda vuelta, por un lado, a un comunista confeso cuyas posturas hemos criticado abiertamente y por el otro a un populista con un galimatías de ideas y propuestas desconcertantes. Esto deja a una buena parte de los colombianos sin opción por quién votar; y votar por el mal menor no es solución.
Pero no todo está perdido. Colombia no se acaba mañana y afortunadamente tiene unos cuantos líderes que prudentemente se han mantenido en silencio. Desde aquí aplaudimos la actitud de Álvaro Uribe, Andrés Pastrana y de la joven promesa del Partido Conservador David Barguil, quienes deben estar estupefactos por las propuestas del ingeniero Hernández. Aun cuando más estupefactos deben estar, por la posición pro Hernández que han asumido algunos de sus dirigentes, quienes en su afán antipetrista equivocan la ruta, apoyando a un candidato cuyas propuestas son diametralmente contrarias a las que siempre han defendido.