En el colmo de la debacle, de la destrucción del país, de la más extrema depauperación a la que nos ha llevado el chavismo, resulta y pasa que ahora pululan por ahí unos animalitos que hacía rato que no se veían, que estaban desaparecidos, y que ahora andan como Pedro por su casa en la Gran Caracas: los chipos.
Así como retornó la malaria, la difteria, el sarampión y tenemos casos severos de dengue, zika y chikungunya, ahora hace su aparición el mal de Chagas. Si bien es cierto que es una enfermedad parasitaria que afecta en el continente a entre 5 y 12 millones de personas al año, no puede menos que sorprendernos que ahora estemos pendientes de si el animalito en cuestión aparece o no en las casas o pica a algún familiar o un vecino.
Mis padres conocieron los chipos. Yo no los he visto todavía. Cuenta la leyenda que habitaban en las casas hechas con bahareque, esa mezcla de barro y paja con las que se hicieron las viviendas hace ya sopotocientos años y que todavía se utiliza en algunas zonas rurales del país.
En la década de los años cuarenta el mal de Chagas era común entre los venezolanos. Hacía su agosto junto con la malaria y la anquilostomiasis. Las medidas de higiene implementadas en los años posteriores permitieron erradicar las endemias y convertir al país en una clara muestra de cómo la modernización permitía mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
No soy un experto en salud. Muchos seguro comenzarán a debatir sobre el tema y me dirán que no hay que alarmar, que tampoco las enfermedades se erradican de un solo plumazo y para siempre, que hay posibilidades de que en cualquier momento reaparezcan, y les daré razón, pero es que lo visto en los últimos años ya es como que demasiado.
Esta gente, me refiero al chavismo, descuidó al máximo lo más elemental y ahora pagamos las consecuencias. Además, hicieron negocios con lo más sagrado que es la salud y hasta de la venta de una inyectadora sacaron beneficios estratosféricos. Destruyeron los hospitales, nos quisieron crear un sistema paralelo con aquello de Barrio Adentro, porque a Hugo Chávez le metieron en la cabeza los cubanos que eso era lo ideal, y llegados al llegadero ni una cosa ni la otra.
Cuando hablamos de chipos se me paran los pelos, no porque no pueda haberlos en zonas urbanas sino porque no contamos ni con lo más mínimo para enfrentar cualquier endemia que se pueda presentar, es que en este país ni siquiera podemos hacernos un examen de laboratorio sin temblar.
Escuchar a los que enfrentan enfermedades terminales, a los que tienen que vivir el calvario de conseguir medicamentos o insumos para poder sobrevivir ellos o algún familiar, tendría que sensibilizarnos para salir de una vez de los que día a día nos están matando, unos chipos rojos que se han enquistado en el poder y que no les interesa para nada si usted fallece o si tiene calidad de vida. Lo que quieren es chuparnos la sangre y además depositar sus heces en la picada para ver cómo nos infectamos y morimos.