El caso de los Capuchinos en Venezuela resulta bien particular porque en el principio esta congregación religiosa tenía prohibido establecer conventos en todo el territorio que comprendía las llamadas «Indias Occidentales», a diferencia de otras órdenes tales como los Franciscanos, Jesuitas, Dominicos, Agustinos y Mercedarios, que sí poseían permiso.
Las Reales Cédulas que tienen descrita tal decisión son la del 19 de septiembre de 1588 y la del 29 de marzo de 1601, donde en uno de sus párrafos dice lo siguiente: «Y no teniendo, como no tienen dichos religiosos Capuchinos, licencia ni permiso para fundaciones, están prohibidos pasar a ellas con ningún pretexto».
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVII, los Capuchinos reciben permiso para establecer misiones en Cumaná en el año 1657 y en los Llanos de Caracas en 1658, pero prometen que no fundarán conventos, lo cual por cierto estaba en concordancia con la misma congregación que tenía prohibido crear conventos en tierras lejanas que no pudieran ser visitadas por su máxima autoridad.
En ese sentido, se puede decir que durante el período hispánico los Capuchinos no constituyeron conventos en las provincias que posteriormente formaron la Capitanía General de Venezuela.
Otros aspecto importante de la presencia de esta orden en nuestra región es que los religiosos que vinieron procedían de distintas regiones de España como lo fueron Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía, que constituyeron las llamadas «Provincias Capuchinas»
Toda la información de la obra de esta congregación en nuestro país se le debe a sus «prefectos» que tenían que reportar periódicamente a sus superiores y que como buenos «cronistas» plasmaron en el papel todo lo realizado.
Un ejemplo de lo que hablamos es el caso del conocido personaje que lleva el nombre de “don Tiburcio de Redin”, Caballero de la Orden de Santiago, quien fue comandante de la Escuadra Real del Mar de las Antillas y que en América termina convirtiéndose en Fray Francisco de Pamplona cuya biografía realizó Fray Mateo de Anguiano y que se tituló Vida y Virtudes de el Capuchino Español, el V Siervo de Dios, Fr. Francisco de Pamplona, Religioso lego de la Seraphica Religión de los Menores Capuchinos de N. Padre San Francisco. Llamado en el Siglo Don Tiburcio de Redin, Caballero de la Orden de Santiago, donde desde el capítulo 28 hasta el 32 narra la labor realizada por estos religiosos en Cumaná, Llanos de Caracas, Trinidad, Guayana y Maracaibo.
Otro personaje que tuvo un papel muy importante fue el venerable P. Joseph de Carabantes que llegó a Margarita en 1657 de allí pasa a Caracas y luego a Cumaná. Después de dos años enferma y debe regresar a España donde a pesar de la distancia juega un papel fundamental en defensa de mantener las actividades de los Capuchinos ante el «Consejo de Indias».
Su obra quedó plasmada por Diego González de Quiroga (Juez Eclesiástico, cura de Santa Eulalia) en 1698 titulada: El nuevo apóstol de Galicia, el Venerable Joseph de Carabantes, religioso Capuchino y Misionero Apostólico en la América y Europa.
Hay una tercera obra que da cuenta del magnífico trabajo realizado por los Capuchinos en nuestro territorio escrito por el Padre Anguiano y publicado en Madrid en 1702 titulado: Misión apostólica en la isla de Trinidad de Barlovento y en Santo Tomé de Guayana, Provincia del Dorado, y relación sumaria del martirio que en ella padecieron los venerables Fray Esteban de San Feliú y Fray Marcos de Vique, predicadores, y el Venerable Fray Raymundo de Figuerola.
Y completan esta relación dos obras más que como la anterior, vieron luz en el siglo XVIII como lo fueron la escrita por el andaluz Fray Miguel Francisco Vélez en 1745 titulada: Noticia del estado que han tenido y tienen estas misiones de Capuchinos de la Provincia de Caracas desde el año 1658 en que su Magestad fue servido embiar religiosos Capuchinos de la Provincia de Andalucía, encomendándoles la reducción y conversión de los indos gentiles de ella... Y el libro de Fray Antonio Caulín publicado en Madrid en 1779 que se llama: Una Historia Corographica, Natural y Evangélica de la Nueva Andalucía, Provincia de Cumaná, Guayana y vertientes del río Orinoco. Que resulta ser un libro extraordinario por los detalles que allí se presentan en cuanto a lo que fue toda la organización de esa región.