OPINIÓN

Los caminos de la vida

por José Antonio Rivas Leone José Antonio Rivas Leone
Diáspora venezuela

Imagen: Archivo

A propósito del fallecimiento inesperado del destacado músico, compositor, arreglista y acordeonero colombiano Omar Antonio Geles Suárez, en una de sus tantas canciones y letras “Los caminos de la vida” describe lo que para cualquier persona es el día día mediatizado por problemas, limitaciones y realidades agrestes, pudiésemos decir que esa canción describe lo que verdaderamente es la vida con sus aciertos y fracasos, con sus limitaciones y cotidianidad, fundamentalmente significar y narrar la ansiedad, la tristeza, los quebrantos de un ciudadano de pie que puede ser cualquier latinoamericano, cualquier colombiano o venezolano.

«Los caminos de la vida» es la expresión de la tristeza o melancolía de cualquier hijo de un hogar separado, o de una madre con hijos abandonada como ha ocurrido reiteradamente en nuestros países a la que le toca lidiar trabajando para alimentar, criar y educar a sus hijos frente a la pobreza, limitaciones e inclemencias de toda índole.

Queda claro en la letra del laureado compositor nacido en Valledupar, Colombia, que la vida es compleja, llena de encrucijadas, decisiones confusas y dilemáticas muchas veces para salir adelante. “Los caminos de la vida no son como yo pensaba, como los imaginaba, no son como yo creía… Los caminos de la vida son muy difíciles de andarlos, difíciles de caminarlos y no encuentro la salida”.

Y quien puede negar que esa canción, esos acordes, esas letras no reflejan la situación de tantos hogares venezolanos, y no sólo nos referimos al abandono de un hogar específico y los respectivos padecimientos de nuestros niños o jóvenes por la ausencia del padre, por las limitaciones, por el hambre, la miseria y los sufrimientos de diversos tipos al que la vida por las razones que sea somete a una persona.

Esa letra de «Los caminos de la vida» es extrapolable a la Venezuela de estos últimos años donde el padre (Estado venezolano) sencillamente abandono a sus ciudadanos, abandono a sus hijos al no garantizarles seguridad, salud, educación, resguardo de sus derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999.

Los caminos de la vida de nuestros conciudadanos han sido rudos y nos referimos a los más de 8 millones de venezolanos que las condiciones del país los obligaron a emigrar, y ser hoy la diáspora venezolana la que encabeza junto a Siria el mayor éxodo en el planeta. Y por supuesto, no vamos a caer en autoflagelación, pero la historia de este país andino, caribeño, amazónico, este país llamado Venezuela con una de las mayores reservas de petróleo, gas, ríos, Arco Minero y una gran biodiversidad es una historia ruda y paradójica, historia que pudo ser distinta y que no se justifica por nada del mundo las inclemencias y tratos crueles que registran muchos hogares venezolanos, muchos niños, muchos ancianos.

Y seguimos con los caminos de la vida y nos preguntamos es que la gran mayoría de venezolanos (los que decidieron irse) se fueron a jugar tenis, se fueron de shopping o de tiendas, se fueron a conocer la tierra santa o las grandes maravillas del mundo… Repito no es una tema de caer en criticas malsanas o destructivas pero si comprender e internalizar que el país dio y los venezolanos dimos un giro errado (dixit los caminos de la vida) al apostar al vacío o incertidumbre, sin negar los errores y distorsiones del pasado cercano que nos condujeron a este presente complejo y que no tiene antecedentes por los efectos regresivos que los venezolanos hemos padecido.

A este país hay que volverlo a parir, a Venezuela hay que reinsertarla en la modernidad y más allá de las limitaciones (que abundan) y condiciones asimétricas o no las mejores, los venezolanos estamos obligados a buscar un cambio, a impulsar una transformación y ese cambio o transformación pasa por asumir responsabilidades, unos como ciudadanos o electores, otros en la toma de decisiones, y no sólo hablamos de movilizar a una población en la búsqueda de ese cambio por la vía electoral  y democrática (sin esperar tener las mejores condiciones y garantías) sino lograr tener toda la logística, los testigos en mesa, cuidar los votos y forzar con el arma más importante que tiene un ciudadano como es el voto el inicio de una transición política.

Venezuela es en «Los caminos de la vida» es la viejita linda que ha padecido las inclemencias de la vida y de un gobierno que se desentendió de sus hijos. Y aquí les dejo a los lectores del diario El Nacional esta estrofa de «Los caminos de la vida»: “Por eso te pido a ti, mi Dios del cielo, para que me guíes al camino correcto, para mi viejita linda compensar. Para que olvide ese mar de sufrimientos y que de ella se aparte todo el tormento que para criarnos tuvo que pasar. Viejita linda, tienes que entenderme, no te preocupes, todo va a cambiar. Yo sufro mucho, madrecita, al verte necesitada y no te puedo dar. A veces lloro al sentirme impotente y son tantas cosas que te quiero dar. Y voy a luchar incansablemente porque tú no mereces sufrir más” (Omar Geles).

Los venezolanos necesitamos restituir la observancia de nuestra Constitución Bolivariana de Venezuela, recuperar el Estado de derecho, que las elecciones sean periódicas, confiables y transparentes, que la división de los poderes públicos sea real y material y que toda la carga garantista y derechos contenidos en nuestra carta magna se hagan realidad y por ende sea Venezuela un país de certezas y no de incertidumbres, una sociedad de satisfacciones en todos los órdenes y no quebrantos y maltratos, y un país y sociedad que aprenda de sus tropiezos y decisiones algunas acertadas y otras erráticas. Que Dios bendiga a esta tierra de gracia y a cada venezolano y hogar y no le dejemos al destino lo que nos corresponde hacer para lograr un cambio.

rivasleone@gmail.com