Los colores de la angustia y el desasosiego que no pintan nada bueno en el lienzo nacional, nos hablan de la terrible pesadilla veinteañera (veintidós años, un mes y tres días) que jamás ha debido tener asiento en Venezuela, ni en ningún otro lugar del mundo, en ninguno.
Aunque en estos tiempos de “revolución bonita”, de lóbrego panorama y lúgubre paisaje, vale la pena esperanzarse porque la verdad sea dicha, Venezuela siempre ha sido de todos y debemos evitar que la desmoralización haga trizas en el espíritu libertario de los demócratas venezolanos.
Se aproxima un proceso electoral, con plomo en el ala y no pocas críticas sobre su legitimidad, transparencia y escasas condiciones fiables. No luce como la ocasión propicia y preciosa para encarar al futuro, con firme convicción cívica, con propósitos de enmienda y rectificación y con el irreductible afán por cambiar el terrible estado de cosas en que nos encontramos.
Que el CNE dé a cada rato señales de su parcialización, sus autoridades hayan sido designadas en cuestionables circunstancias que afectan ostensiblemente su legalidad y legitimidad, desde luego nos induce a sospechas e impone la necesidad y la conveniencia de exigir condiciones que garanticen pulcritud en el proceso.
Claro que esto suena iluso, soñador y quijotesco, vista la experiencia donde el ente electoral no ha ocultado su desnuda inclinación, ni por un atisbo de decencia guarda las formas, pero la confianza en el voto debe seguir recuperándose, en el entendido de que este resulta más eficaz que los fusiles de los milicos que hoy hacen estragos en el país y contra eso, democráticamente, debemos dar al traste con la sucesión perversa del ch… abismo.
Devoto del voto soy, y en esto reitero mi total conformidad con lo dicho por Andrés Eloy Blanco en fogoso discurso en el Nuevo Circo de Caracas, el 27 de junio de 1943, cuando el poeta oriental afirmó en defensa de los atributos del voto universal, directo y secreto en comicios limpios y transparentes:
“Cuando muera que me entierren en la urna electoral”.
Pero se rompen las alas del corazón cuando recordamos el pasado reciente y caemos en la cuenta de que el ch… abismo anuló de facto la Asamblea Nacional elegida en 2015, bloqueó el referéndum revocatorio en 2016 y postergó ese mismo año las elecciones regionales. Adicionalmente, instaló una fraudulenta asamblea nacional constituyente (minúsculas ex profeso) en 2017 y adelantó a conveniencia las elecciones presidenciales en 2018. Y para más INRI, la farsa, el fraude, el simulacro del pasado 6 de diciembre.
Reitero la conveniencia y la necesidad de agotar todas las vías pacíficas, electorales y democráticas que satisfagan las exigencias y esperanzas de las mayorías, esas cifran sus anhelos en la posibilidad de un mejor país, para así poder responder a los requerimientos de Venezuela en esta verdadera hora histórica de la nación.
Hora en que el amarillo de soles apagados nos indica que muchos militares los van ganando junto con estrellas, mientras van perdiendo cielo.
Momento en que el rojo sangriento de la barbarie da cuenta de los muertos producto del hampa armada y desalmada, y al parecer, con impunidad garantizada. Y para más INRI, se suma el hampa administrada que no se mide a la hora de entrar en la terrible escena de la violencia.
Y el verde vergüenza militar que exhibe su incompetencia, la ineficiencia del mando uniformado y nos confirma en la certeza que nunca han gobernado bien, al contrario, siempre han fracasado, no hay una excepción.
He allí la vergonzosa metáfora de los tres bombillos, y yo siempre contra bando militar.