OPINIÓN

Los Ballets Rusos y el Liceo Andrés Bello

por Carlos Paolillo Carlos Paolillo

Grupo de estudiantes de la cátedra de ballet del Liceo Andrés Bello

Las actuaciones del Original Ballet Ruso en Caracas a finales de junio de 1945 trajeron consecuencias directas en el desarrollo de la danza académica en Venezuela. La prestigiosa compañía fue establecida por el llamado Coronel de Basil luego de la ruptura de los Ballets Rusos de Monte Carlo, creados sobre las visionarias ejecutorias de Serge Diaghilev y sus libertarios colaboradores.

Los años cuarenta trajeron experiencias inéditas en lo político, económico, educativo y social, que buscaron colocar al país en la ruta de la modernidad.  En ese tiempo, otros Importantes creadores y compañías internacionales llegaron al país en pleno desarrollo del conflicto bélico mundial y durante la posguerra, para dejar evidencia artística: los Ballets de Kurt Jooss, los Ballets Rusos del Coronel de Basil, Alicia Markova y Anton Dolin, las Estrellas de la Ópera de París, el Ballet Alicia Alonso y la bailadora Carmen Amaya.

La presencia hace 75 años del Original Ballet Ruso en el Teatro Municipal de Caracas y el Nuevo Circo Metropolitano ofreció un repertorio revelador para la escasa audiencia capitalina de esa época, conformado tanto por obras emblemas de finales del siglo XIX, representadas por el tercer acto de El lago de los cisnes, como por creaciones ya referenciales de las renovadoras primeras décadas del XX, ejemplificadas por Las sílfides, Scherezade, Pájaro de fuego y Paganini, de Mikhail Fokine, además de Baile de graduados de David Lichine e Ícaro de Serge Lifar.

Dos parejas integrantes del cuerpo de baile del conjunto permanecieron por un tiempo en la capital venezolana, para consecuentemente generar escuela: los Thomson (Hery y Luz) y los Grey (David y Eva), quienes se dedicaron para su supervivencia a disímiles labores como bailar en clubes nocturnos, enseñar privadamente y hasta ejercer el periodismo.

Con los Thomson, casi inmediatamente, el Liceo Andrés Bello en tiempos de la dirección del educador Dionisio López Orihuela, dio inicio a un proyecto pedagógico inusitado: una cátedra de ballet para sus estudiantes y otros relacionados Fueron numerosos los alumnos inscritos. Las muchachas por personales intereses y eventualmente el deseo de arribar a un improbable desempeño profesional, y los muchachos básicamente por curiosidad. Entre ellos figuraron inicialmente Vicente Nebrada, Irma Contreras, Ileana Recagno, Margot Contreras y Wenceslao Bustillos.

Salón de clases de la cátedra de ballet del Liceo Andrés Bello

Las actividades diarias de la cátedra contemplaban clases de técnica, mímica, maquillaje, además de apreciación de la danza. Cada semana se ofrecían conciertos de música especialmente compuesta para ballet y se analizaba el repertorio desde sus específicas características estilísticas.

El 29 de junio de 1946 hizo su debut el Cuerpo de Baile del Liceo Andrés Bello en el Teatro Municipal de Caracas, con la presentación de las obras Pedro y el lobo (Prokofiev) y Cuadros de una exposición (Moussorgsky), ambas con coreografía de Hery Thomson y diseños de escenografía y vestuario de Federico Reyna, entusiasta promotor de la iniciativa.

Una segunda etapa de funcionamiento estuvo a cargo de los Grey, a la que se incorporaron como estudiantes Sonia Sanoja, Graciela Henríquez, Tulio de la Rosa y Elsa Recagno que, junto con algunos del anterior grupo, figuran como participantes de la cátedra que lograron acceder al ámbito profesional de la danza.

El destacado promotor de la danza Elías Pérez Borjas, en el libro La danza en Venezuela (1968) resaltó la relevancia del proyecto formativo y artístico del Liceo Andrés Bello al caracterizarlo como “una labor pedagógica de gran importancia, basada en la enseñanza de la técnica y el conocimiento de la música”.

Durante sus dos etapas y en medio de aciertos y también desencuentros, la misión y  los postulados de la insospechada cátedra de ballet del Liceo Andrés Bello, se mantuvieron intactos para sus responsables: “Formar en Venezuela un ambiente propicio para el desarrollo de la más antiguas de las artes, la danza, a través de una de sus formas más nobles: el ballet”.

Presentación de los participantes de la cátedra de ballet del Liceo Andrés Bello