¿Tendremos una creíble oportunidad de dar vuelco a la situación mafiosa y desastrosa que se ha entronizado en Venezuela? Por allí en las redes sociales no dejan de verse ahora a jerarcas del G3, G4 y otros que en sus mítines partidistas bailan compitiendo con Maduro. ¿Qué opinan ustedes, amables lectores?

Pienso que sólo será posible tener una oportunidad de recuperar la libertad y luego la democracia, si intentamos comprender la actual realidad venezolana colocándonos, en forma alternativa, en los zapatos de los distintos grupos subsidiarios del régimen establecido, que han ido y que van mucho más allá de una simple alianza de un viejo sistema comunista-castrista con el chavismo. También así, si procuramos concluir con diagnósticos de cómo son los otros actores que intentan aprovecharse del status quo y de la mayoría del pueblo venezolano que resiste, que intenta sobrevivir en el territorio o huir de él.

Para poder presidir y dominar “la mesa” mafiosa, el gobierno reparte aceptaciones a cada grupúsculo, que derivan en la ya conocida cohabitación que se ha estado dando desde hace años con dicho régimen criminal. Maduro ha asumido como conducta cotidiana el dejarse manosear por los distintos intereses, nacionales e internacionales, desde narcos hasta buscadores de impunidad, para esquilmar nuestros recursos naturales, mineros y petroleros. Las ahora nuevas circunstancias internacionales por la invasión de Putin a Ucrania ponen en aún mayor relieve la necesidad de buscar una salida a la influencia en América Latina de Rusia y China.

La lógica que se esgrime por parte de algunos de estos grupos, que aún aspiran a diferenciarse de alacranes y camaleones, es que el tema del voto es para los demócratas un asunto irrenunciable. Que no puede dejarse de intentar esa posibilidad de recuperar su eficacia en Venezuela. Ello los hace concentrar su limitado capital político, de buena fe por algunos, no lo ponemos en duda, pero con su poca credibilidad, en promover el ir a unas elecciones primarias,  para luego, de lograrse tener un candidato unitario legítimamente elegido, liderar la lucha por el regreso al sendero democrático mediante lecciones libre. Por cierto, debe saberse que candidato único frente a Maduro nunca habrá, porque por supuesto el régimen siempre montará en el escenario de la que considera su opereta electoral a otros de sus títeres de utilería.

A pesar de las múltiples experiencias sufridas a lo largo de los pasados años, cuando el régimen se ha burlado de la autoridad que emana de la escogencia de diputados a la Asamblea Nacional legítima, de gobernadores y alcaldes, ¿qué ha cambiado? Ha cambiado que el muy mayoritario pueblo siente, más que entender, que le ha llegado una oportunidad de reacomodarse a medida que le llega el momento de exigir unas auténticas elecciones.

¿Puede nuestra nación quitarse a ese marido bravucón y golpeador para echarlo de su casa?  Agrupando las fuerzas sociales de la que se forma parte e integrándose, si es posible lograr la cohesión básica para que abrumadoramente se pueda exigir la escogencia de su presidente. Y a pesar de intentos de trampas, de seguras celadas creadas para la traición y/o para la cobardía de no cobrar una eventual victoria electoral, se consiga armar la decisión definitiva y de vida de «o cobrar o cobrar la victoria». Con el pueblo venezolano en las calles, arrollando  todo cuanto se interponga entre su soberana decisión y la toma del Palacio de Miraflores, asiento físico del gobierno que se quiera dar, no habrá cobarde represión que valga.

De aquella mayoría partidista del 2015 de la llamada oposición, dentro de su evidente minoría como élite política devaluada frente a una extensísima porción del país luchador, independiente, empobrecido, reprimido, encarcelado y vejado que les respaldó, hemos pasado al patético estado de desorientación que, como es costumbre en todo este tipo de regímenes, se sostienen también gracias a algo del clientelismo que siguen administrando; como el abiertamente practicado por el partido PSUV desde la tiranía. Este,  también material y moralmente devaluado, a pesar de tanto tiempo en el poder, o precisamente por ello que, naciendo desde una democracia pero sin practicarla y respetarla con la alternancia interna, mantiene las misma figuras que se eternizan en el mando y de rotar de un puesto al otro viven para seguir en dictadura. Así pretenden dejar a Maduro eternamente. Sin contrapesos reales de control parlamentario, sin instituciones  legítimas nacionales como la Fiscalía General de la República o la Contraloría. De los tribunales sólo queda la vergüenza.

Todo lo que les hemos expresado tiene que dejarnos claro cuál es el reto en que nos meteremos de participar en una contienda electoral de primarias, inicialmente, y luego frente al régimen; que no sólo será contra él, sino contra la falsa oposición, que es tan o más dañina por traidora y sapeadora del régimen, y de los intereses internacionales que participarán para perseverar.

Todo lo anterior hace que sea prácticamente una quimera el aspirar a recobrar la libertad y la democracia sin tener claro cómo intervenir con una fuerza armada libertadora aliada, y policial, de justicia anticriminal para sacar a ese corrompido estamento seudo gubernamental. Sin apoyo internacional toda su madeja de intereses, con los partidos corruptos,  empresarios corruptos y grupos narco delincuenciales cómplices requieren un bloque internacional de lucha contra la criminalidad internacional. Quitarles la tranquilidad y discrecionalidad del parcial control del territorio que tienen, desde administran las cuotas de reparto de sus dádivas, o las cuotas de moderación o selectiva represión  hacia los seudo opositores complacientes. Luchar abiertamente contra los enemigos internos y para enfrentar a los agentes internacionales que sacan provecho del que está en  Miraflores y de los que dicen estar fuera pero que están cobrando desde adentro del mismo régimen, pues total «ellos bailan al son que les toquen».

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