“Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes”. Lord Palmerston, primer ministro del Reino Unido (1859-1865)
Al fallido intento de Estados Unidos de lograr en el Consejo de Seguridad de la ONU la extensión del embargo de armas a Irán, debe dársele una adecuada lectura para conocer el contexto en el que se encuentran realmente nuestras expectativas en el ámbito internacional. De los 15 miembros, solo República Dominicana apoyó su propuesta.
Los vetos de China y Rusia, eran de esperarse, pero las abstenciones de los otros dos miembros permanentes del Consejo: Francia y el Reino Unido, causan más que extrañeza, una gran preocupación. Como la genera las abstenciones de Alemania, Bélgica y Estonia, países que integran la Unión Europea. Las otras seis abstenciones corresponden a países miembros no permanentes, que por un lado mantienen con Estados Unidos acuerdos bilaterales contra el terrorismo, seguridad interna y drogas; y por otro, se muestran incoherentes con su ambivalente abstención.
El caso del régimen iraní, con su protagónico rol en la promoción, exportación y ejecución de actividades terroristas, constituye un ineludible tema álgido. En recientes declaraciones, Elliott Abrams alertó sobre la posibilidad de que Irán compre armas a Rusia o China para destinarlas al régimen de Maduro. Resulta contradictorio que países de la UE, que mantiene un embargo de armas a Venezuela desde 2017, ratificado por su Tribunal de Justicia el año pasado, se abstengan de pronunciarse sobre la extensión del embargo de armas a Irán, principal aliado terrorista de regímenes y grupos forajidos en el mundo, y particularmente de la dictadura venezolana.
Frente a esta realidad, no hay lugar para la retórica. Esos países que pertenecen a la UE, reconocen a Guaidó. incluso, algunos forman parte del Grupo de Contacto que con la UE, el Grupo de Lima, Estados Unidos y otros países que conforman la OEA, acaba de emitir el 14 de este mes una “Declaración conjunta de apoyo al cambio democrático en Venezuela”.
Contiene ese comunicado, un loable llamado para que se establezca un gobierno de transición para una resolución pacífica y sostenible de la crisis, que materialice unas elecciones presidenciales libres y justas pronto, considerándolas como la ruta más eficaz y sostenible hacia la estabilidad, la recuperación y la prosperidad en Venezuela.
Pero también hay en su texto algunos párrafos, términos y frases que revelan mucho más en el fondo de lo que tal vez ingenuamente expresen algunos. Por ejemplo, genera dudas al referirse a un gobierno de transición “inclusivo”, que pudiera apuntar a un extraño cogobierno. Asimismo, cuando señala que “las discusiones y los avances logrados en las conversaciones dirigidas por Noruega en Barbados también deberían informar el camino a seguir”, nos regresan a diálogos fallidos. Contiene además el texto, la reiteración “de la voluntad de todos los países que mantienen sanciones económicas de discutir el alivio de las sanciones en el contexto del progreso político”, en un especie de quid pro quo, que en el caso de los Estados Unidos supone un cambio táctico distinto a la “política de máxima presión” recién anunciada.
Llama la atención el tibio pronunciamiento sobre las elecciones parlamentarias, al señalar que “por sí solas no presentan una solución política y, en cambio, pueden polarizar aún más una sociedad ya dividida”, sin calificarlas de fraudulentas o ilegítimas. También crea suspicacias al referirse a Guaidó cuando lo hacen solo en función de su liderazgo sobre los miembros de la Asamblea Nacional, sin un expreso reconocimiento a su condición de presidente interino.
Todo esto nos pone a pensar en indeseados escenarios que en un futuro cercano pudieran tener lugar. Imaginemos solo dos, contenidos en estas interrogantes: ¿pasado el cuestionado proceso electoral parlamentario, por cuánto tiempo nuestros aliados se mantendrían firmes en reconocer la continuidad de la actual AN legítima y la presidencia interina de Guaidó? O, por el contrario, ¿pasado ese tiempo, estos aliados se desentenderían y responderían solo a sus propios intereses? La decisión sobre la suspensión del embargo de armas a Irán y el pronunciamiento conjunto de apoyo al cambio democrático en el país, por ambivalentes, crean más dudas que certezas.
@vabolivar