No me refiero a los aliados externos, que tienen bastantes problemas en sí mismos, o que ya no pueden recibir las dádivas de otros tiempos.
Me refiero a la autoproclamada «oposición responsable», que ni es una cosa ni la otra, pero que le sirve al poder de paraguas ante el diluvio de críticas y denuncias legítimas, por su naturaleza despótica y depredadora.
Son los mismos que, con cierto disimulo, plantean «pasar la página del 28J», es decir, de un fraude colosal, y de sus secuelas represivas. Los mismos que sólo buscan una parcela del presupuesto para tratar de continuar una existencia fantasmal.
No significan nada en la voluntad popular, pero sí mucho en las tramoyas y en la propaganda del poder. Por ello su servicio es compensado con la complicidad de la corrupción.
No me extiendo más porque a buen entendedor, pocas palabras. Esos «aliados» ya están condenados por el sentimiento general de una nación que sufre, espera y lucha.
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