Las declaraciones de la máxima magistratura de Turquía en España, en este momento de tensiones entre Oriente y Occidente, es un evento de trascendencia universal, metafóricamente comparable al alunizaje en 1969 porque se trata de que un país de una cosmovisión distinta a Occidente de predominantemente cultura árabe manifieste ante la comunidad internacional que están haciendo todo lo humanamente posible en garantizar los derechos de la mujer y con ello, todas las derivadas que tales declaraciones y acciones se desarrollan en materia de garantía de los derechos universales de todas las personas.
En ese tenor, España en este preciso tiempo está asumiendo un rol protagónico, ejemplarizante, además de una campaña heroica en materia internacional, por todas las acciones en defensa de la paz, el desarrollo de las naciones y los derechos humanos que representan a la democracia moderna de Occidente.
Así pues, los acercamientos entre Occidente y Oriente en el presente siglo darán como resultado definitivo la homologación entre todos los pueblos del mundo, para el fortalecimiento de la paz y el desarrollo que demanda la humanidad.
A todas estas, entre los desafíos de la democracia moderna de Occidente, está en hacer valer las nuevas narrativas del presente siglo, dentro del cual están como prioridad fortalecer los lazos del desarrollo y de la paz, tomando en cuenta los avances en materia de derechos humanos, los objetivos del nuevo milenio para la conservación de los ecosistema, la sana convivencia, garantizar la alimentación entre todos los pueblos de la Tierra.
Son muchos obstáculos que se vienen superando, pero el más alto de ellos resulta estar en la concepción de los conceptos sociales y humanos, es decir, la transición de las narrativas de los pasados siglos en los que están anclados un sector de las distintas naciones del mundo.
Trascendidos todos estos viejos y caducos conceptos estará el terreno llano para el establecimiento de la paz duradera de la que se viene hablando, y con ello todas las condiciones idóneas para el desarrollo de los pueblos que componen el mundo.
Derrumbadas las narrativas, se derrumban todo los muros que separan al desarrollo en contraste con las falencias del pasado.
Se está trabajando entre todos los Centros del Poder Mundial por la Democracia Moderna con la mayor transparencia para la transformación mundial en la mente de las personas con el objetivo claro del desarrollo y de la paz, entre todos los pueblos, ideologías y cosmovisiones existentes que darán como resultado la cesación de las guerras, la simplificación de las fronteras, con una cosmovisión homogénea en el marco de la seguridad, el respeto de los derechos humanos y la libertad, y el desarrollo de la humanidad.
El tinglado de la negación de la paz, la negación de los derechos humanos y el desarrollo de las naciones está sustentado en castillos de arena, con algo de ficción y realismo mágico, que no aporta más que sufrimiento a la humanidad.
Es por ello, la urgente necesidad de las grandes transformaciones en el ámbito mental de los pueblos, quedando para meras piezas de museos arqueológicos, los viejos esquemas que representan una época patética de la historia contemporánea, semejante a los holocaustos de los siglos pasados.
Para concluir, en todo este entramado de tensiones y guerras entre Oriente y Occidente, Israel ha de verse en el holocausto que padeció para no cometer el mismo error que los arrinconó a ser objeto de pogromos, éxodos y el mismo holocausto; y sirva su experiencia para respetar la vida de sí mismos y de todas las personas y pueblos, mismo espejo en el que ha de verse toda nación y pueblo con desarrollo económico, tecnológico o poderío bélico ante el mundo globalizado en el que vivimos.
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