Por Andrés Montero
Andrés Manuel López Obrador, comúnmente llamado AMLO, se ha ido constituyendo en un peligro regional. Desde que asumiera la presidencia de México en 2018, gobierna el país desde los medios de comunicación, con intervenciones diarias en las que latamente habla de lo que sabe y de lo que no sabe.
Se proyectó desde el primer día como un antihispanista, culpando a España de todos los males históricos y de los abusos cometidos durante la conquista de su país y exigiendo disculpas públicas a la Corona.
España rechazó tajantemente las críticas, las que calificó de «incomprensibles». AMLO también la emprendió en contra de las empresas españolas con inversiones en México. En lo propiamente regional ha intervenido de manera inaceptable en procesos internos de distintos países.
Los cambios políticos en la región, han sido terreno propicio para estrechar vínculos con Lula da Silva de Brasil, a quien considera un cercano en ideologías.
En el caso de Perú, AMLO ha liderado el grupo de mandatarios que no reconocen a la actual presidenta, Dina Boluarte. También considera que el expresidente Pedro Castillo, fue sacado del poder de manera ilegítima.
Esta situación, ha llevado a que las relaciones peruano-mexicanas estén en su peor nivel. México concedió asilo político a la esposa de Pedro Castillo y a sus hijos y en los últimos días la presidente de Perú ha denunciado que AMLO impide que ella asuma la presidencia pro-tempore de la Alianza del Pacífico, la cual por reglamentos internos le corresponde asumir.
Con Argentina, la relación fraterna entre AMLO y Alberto Fernández tuvo su momento crítico, cuando Argentina no apoyó al candidato mexicano para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo. AMLO proponía un cambio que no favoreciera los intereses de Estados Unidos en la región.
Sin embargo, a fines de 2022 los tres países más relevantes de la región –México, Brasil y Argentina– iniciaron conversaciones en torno a un posible eje integrador cultural y económico.
Hace pocos días visitó México el actual presidente de Bolivia, Luis Arce, quien a su llegada agradeció el asilo recibido por él y por Evo Morales en 2019.
AMLO calificó a Arce como «compañero hermano. Él es fruto del movimiento indígena, popular, democrático de Bolivia que demostró una nueva manera de gobernar en favor del pueblo y en favor en especial de los más pobres, de los marginados».
Con Gustavo Petro, presidente de Colombia, han iniciado planes tendientes a cambiar la estrategia de control de drogas. El ex guerrillero Petro visitó México en noviembre de 2022, encontrando en AMLO un aliado político e ideológico.
En el caso de Chile, AMLO tiene planificado una visita este año para estar presente en los actos de conmemoración de los 50 años del golpe militar en Chile. AMLO es un admirador del marxista Salvador Allende –el peor presidente que ha tenido Chile– quien gobernó entre 1970 y 1973, destruyendo la economía y la convivencia entre los chilenos.
AMLO nombró en Chile como embajadora a la marxista Alicia Bárcena, una exfuncionaria de la Cepal, quien dirigió el organismo basada en Chile por 13 años.
Bárcena ha sido una ferviente admiradora de los líderes de extrema izquierda, en especial de Fidel Castro, a quien admiraba y alababa con un fanatismo inexplicable.
El presidente chileno visitó México en noviembre de 2022 y existe una estrecha relación y complicidad entre Boric y AMLO.
Con relación a Cuba, los vínculos de México con la dictadura cubana gozan de muy buena salud. Hace pocos días, el presidente Miguel Díaz-Canel, visitó México y fue condecorado con la Orden del Águila Azteca, máxima distinción otorgada a extranjeros.
AMLO ha defendido y apoyado en todas las instancias internacionales, el discurso cubano respecto del bloqueo de Estados Unidos a Cuba.
Finalmente, AMLO reconoce y valida la dictadura chavista en Venezuela, a la cual le da la bienvenida a cualquier evento multilateral, como si en Venezuela todo fuera normal.
La política exterior mexicana apoya de manera decidida y sin condiciones, a la dictadura cubana con más de 60 años en el poder, país en el cual no hay elecciones democráticas.
Cuba ha sido el epicentro de la formación de activistas y de terroristas que por décadas perforaron democracias en varios países de la región. Cuba continúa siendo aliado de Rusia, de Corea del Norte, de Venezuela y de Nicaragua. Lo mismo sucede con la dictadura venezolana.
En el caso de Nicaragua, los esfuerzos de AMLO por apoyar la democracia en dicho país han sido nulos. Las perspectivas en Ecuador son complejas, con una arremetida desde el exilio del expresidente Rafael Correa, quien pretende volver al poder al estilo Lula da Silva de Brasil.
AMLO no tiene principios, es un populista y se autoalaba, en un país que continúa siendo controlado en muchas regiones por los cárteles de la droga que matan y matan sin piedad.
México depende económicamente de Estados Unidos, pero AMLO no descansa en atacar a sus vecinos del norte.
De continuar las cosas como están, se esperan cambios de signo político en Argentina, Perú y en Chile, aunque el actual presidente chileno lleva solo 1 año en el poder, pero ya solo cuenta con un 25 % de apoyo popular.
De no haber cambios de signo, la izquierda dura, tomará control de la región, para la alegría de AMLO y el sufrimiento de millones de ciudadanos que verán frustradas sus esperanzas por un futuro mejor.
Andrés Montero es columnista, autor y empresario chileno
Artículo publicado en el diario El Debate de España
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