El Siglo de Oro español estuvo signado por un extraordinario florecimiento y auge en todos los diferentes géneros literarios. En la primera parte de esta dupla de artículos hablé sobre el «Fénix de los Ingenios», como ha sido llamado Lope de Vega. En esta segunda entrega, escribiré sobre el giro que Lope de Vega le da al teatro durante esa etapa.
Ya he apuntado que él representa la cima de la dramaturgia del Siglo de Oro español, además de darle a la literatura universal un valiosísimo y fértil legado. Cabalga entre el fin del Renacimiento y los comienzos del Barroco de España.
Como nota resaltante, es obligatorio destacar la intensa labor de reformulación que hizo al teatro español. Podría detenerme en su obra no dramática, pero el lugar que le corresponde como «creador del Teatro español», obliga a detenerse en esa faceta de su producción.
Para el momento en el cual Lope inicia su imponderable trayectoria como dramaturgo, la realidad del teatro español aún no había logrado un desarrollo considerable. Solo a finales del siglo XVI habían comenzado a existir los conocidos «corrales» en algunas ciudades, como era el caso de Toledo, Sevilla, Barcelona, Valencia. Poca diferencia había entre los comediantes de esa época con los antiguos juglares.
Era la diversión popular por antonomasia; además, esas representaciones coexistían con el teatro religioso y el teatro cortesano. Las características de la comedia nacional», como Lope de Vega llama al nuevo teatro, se encuentran compendiadas en «Arte nuevo de hacer comedias» (1609).
Hasta el momento de aparición de Lope en la dramaturgia, el teatro debía observar las conocidas tres unidades: de tiempo, de acción y de espacio. Además, de acuerdo con el tema, las obras eran clasificadas en tres categorías: tragedias, comedias y dramas. ¿Cuáles son las innovaciones del «Fénix de los ingenios»? Rompe estas pautas, así como también las renueva.
La unidad de acción prescribía que en la obra correspondía considerar un solo tema; no era permitido desviaciones de esa unicidad temática. Lope establece una nueva perspectiva añadiendo tramas secundarias de acción que se entrelazan.
Asimismo, correspondía respetar la unidad de tiempo; dicho brevemente, la acción debía durar como máximo 24 horas. Lope concibe obras cuya duración sobrepasa un día. También modificó la unidad de lugar, que establecía que las obras debían en un escenario invariable. Lope realiza una mixtura con diferentes ambientes para escenificar sus diferentes tramas. Al no observar estas pautas clásicas, logró otorgar a sus obras de un extraordinario dinamismo y variedad; estos cambios dieron como fruto el éxito con la audiencia.
Las obras también cambiaron de nombre, porque la clásica distinción entre tragedia y comedia se perdió al dejar de ser única la trama, conviviendo no solo los grupos sociales bajos y la alcurnia en sus comedias, como llamó a todas sus producciones teatrales. En lo que respecta a la estructura, Lope de Vega reformó la organización de los actos, reduciendo estos solo a tres. Elige temas para todo público, bien fuesen clérigos o los nobles. Dotó a sus comedias de una excelsa poesía. Y, sobre todo, el dinamismo con el cual dota a sus comedias consigue avivar la atención del público. Privilegia el amor y el honor como temas principales de sus obras.
Hablar de sus comedias, según algunos críticos rondan unas mil quinientas, se dice que se conservan cerca de trescientas, se hace imposible. Es un autor inabarcable. Ante este espléndido número obras se vuelve muy espinoso seleccionar algunas para reseñarlas y no cometer un sacrilegio literario. Aun así, citaré algunas de sus comedias de este Titán del Siglo de Oro y me detendré brevemente en tres de ellas: Peribáñez y el comendador de Ocaña (1605-1608); La dama boba (1613); La mal casada (1615); El perro del hortelano (1618); Fuenteovejuna (1619); El caballero de Olmedo (1625 aproximadamente); El mejor alcalde, el rey (1635), ¡y la lista ocuparía todo el espacio del artículo!
¿Recuerdan el famoso dicho «Fulano es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer»? En esta conseja, Lope de Vega se basa para componerla trama de la obra teatral que lleva ese nombre, El perro del hortelano, cuya característica principal es que está construida sobre embrollos y subterfugios amorosos. El personaje de la condesa Diana es, precisamente, “el perro del hortelano”; se enamora del secretario Teodoro, pero ese amor es imposible, si se toman en cuenta las diferencias sociales. Sin embargo, los celos la ciegan y le es intolerable la relación de este con Marcela. La trama gira alrededor de los celos y envidia de la condesa y el oportunismo del secretario. Es una extraordinaria obra teatral barroca, basada en el honor y el amor, donde los celos y las vinculaciones y forcejeos entre clases de distintos grados sociales son tratados con humor y con un final inesperado.
Sin lugar a duda, Fuenteovejuna es una de las principales obras de Lope de Vega. Este drama fue escrito por su autor basándose en un hecho histórico acaecido en 1476, en un pueblo cordobés, llamado Fuente Obejuna, en 1476. Fue creada en tres actos, hacia 1612-1614, y su publicación data de 1619 en Madrid. (Como dato adicional, tómese en cuenta que «el nombre de este pueblo del municipio de la provincia de Córdoba, parece ser una descomposición de Abejuna, voz relacionada con abeja (y no con oveja (…). Las grafías con v (Fuente Ovejuna, Fuenteovejuna) proceden de épocas de vacilación gráfica cuando era frecuente encontrar una misma palabra escrita unas veces con b y otras con v. De hecho, en la famosa obra de Lope de Vega que lleva por título el nombre de esta localidad, el escritor madrileño escribió Fuente Ovejuna, que también se ha transcrito Fuenteovejuna, en una sola palabra». Transcripción del Diccionario Panhispánico de dudas).
La trama muestra cómo es tiranizado el pueblo por el comendador. La evidencia de esta despótica actitud se representa en el abuso del comendador, quien desea evitar la boda de Laurencia y Frondoso, dado que él pretende tomarla para sí mismo. ¿Cómo reacciona la población de Fuente Ovejuna ante semejante atropello? El pueblo toma la decisión de asesinar al tirano, rescatando a Laurencia y liberando a toda la población de la tiranía del comendador.
La decisión unánime manifiesta la solidaridad de una ciudadanía que se rebela colectivamente ante el despotismo. La locución “Fuenteovejuna, todos a una”, trascendió y ha quedado como la expresión de una población que unida muestra su poder colectivo. Lope de Vega le da un «final feliz» con la mediación clemente de los reyes católicos, quienes indultan al pueblo.
En esta apretada síntesis que jamás le haría honor a Lope, no podía faltar una mención a El caballero de Olmedo, obra que encarna la creación del autor obsequiada al teatro. Es una tragicomedia donde hay una mixtura de dos de los conocidos géneros teatrales. Sus dos primeros actos poseen componentes cómicos y se encaminan hacia el final trágico que ocurre en acto tercero. El caballero de Olmedo fue escrito entre 1620 y 1625. Lope se inspiró, como en otras obras, en una canción muy popular: «Que de noche le mataron/ al Caballero/ la gala de Medina, / la flor de Olmedo». Los protagonistas son Alonso, el caballero de Olmedo, enamorado de doña Inés, quien, a su vez, está comprometida con don Rodrigo. De tal manera, que ambos amantes deben mantener su relación a escondidas, dándose así situaciones donde abundan los engaños y todo tipo de barullos.
Es tanto lo que se puede decir de Lope de Vega que no tendría el espacio suficiente. Además, no se consigue, por más esfuerzos que se realicen, hacerle honor a su obra.
Recuerdo con mucha nostalgia, también con una mezcla de tristeza y dolor, cuando en 1988 se llevó a cabo el VII Festival Internacional de Teatro (Venezuela), y hubo la «Primera Muestra de Teatro Español», con una de las obras de Lope de Vega, entre ellas. Se representó Los locos de Valencia. En 1990 pudimos leer en los titulares de la prensa venezolana que la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas había vivido una noche de fiesta. ¿Por qué esa fiesta? Se celebraba el Festival Internacional de Teatro y Carlos Giménez, el inolvidable, dirigió Fuente Ovejuna. Fue una puesta en escena espectacular: actores de primera; técnicos fuera de serie; escenario, utilería, vestuario, maquillaje, música, lograron un espectáculo inefable.
Soy firme creyente en algo que he repetido mil veces en estos artículos: sin cultura no hay redención posible en Venezuela.
@yorisvillasana