Llevamos un mes y poco en una guerra que no por lejana afecta menos al mundo y a Venezuela. Puede ser tomada como enfrentamiento de la ambición de un tirano con la firmeza de una ciudadanía que defiende con la vida su soberanía y libertad; pero que en realidad -sin olvidar crueldades, estupideces y heroísmos- es el choque entre la corrupción y sus consecuencias, el coraje de proteger y salvaguardar lo propio.
Con la beligerancia en curso entre Rusia y Ucrania, el sistema mundial económico e inversor no se derrumbará, pero sí tiembla y se estremece. Sin embargo, hay que tener en cuenta los objetivos a largo plazo, y no tomar decisiones fundamentado en emociones, porque es peligroso. Hay que hacerlo basado en los hechos.
La conflagración que zarandea indecisiones en Estados Unidos, revisiones de políticas en Europa y bases que se proclamaban sólidas en Rusia que parecía un gran poder, y ha resultado el clásico ídolo que impresiona en la distancia, sustentado sobre pies de barro que se disuelven cuando llega la riada. Y el torrente llegó, sacude a tiranos y agita periodistas propagandistas, comunicadores mal informados o encandilados por brillos aparentes.
Como aquella “madre de todas las batallas” que el iraquí autócrata, déspota, opresor y ahorcado, perdió con sus dos mil tanques en el desierto, lo que comprueba que las armas no bastan, la dignidad es un complemento indispensable de los pueblos. Y, como todo dictador, arbitrario, engreído, devoto del poder de cañones, no comprendió la importancia tecnología y sus centenares de blindados, condecorados generales fueron derrotados con el simple recurso de interferir electrónicamente sus comunicaciones, enloqueciendo a sus revestidos vehículos convirtiéndolos en blanco sencillo, fácil e inofensivo, una banda desordenada de cucarachas desconcertadas.
Igual le sucede al amo absolutista de la presunta potencia de primer orden que, plagada de corrupción, manejada por el soñador de zares y sus amigos leales, de formación policíaca pero de incompetencia gerencial que sólo se preparan para asaltar el tesoro público y acumular dinero robado que la obediencia resignada, cómplice y cohabitadora interesada les concede, está viendo caer sus aviones debido a la necesidad de atacar a baja altura por no disponer de bombas, misiles de precisión y a sus tanques atacados, destruidos tras ser cómodamente localizados debido a sus obsoletos, rudimentarios equipos de comunicación. Generales mueren por estar demasiado cerca del frente de combate a falta de oficiales preparados, y equipos destruidos por falta de municiones, cohetes que no caen donde deberían; además del desconcierto y desidia de soldados con pocos sargentos profesionales, alimentados con raciones vencidas y mal motivados, se preguntan qué carajo están haciendo allí.
Lo que se observa es el resultado del afán de control de todo para mí y sin mí no hay Estado, como sucede habitualmente en las dictaduras corruptas, podridas en todos los niveles que fabrican armamento con grandes manotazos a los costos para aumentar beneficios de coautores y encubridores. Lo que se avista es el corolario de la mentira y corrupción tratando de hacer creer una grandeza que no es más que el disfraz de la podredumbre, hedor de la falsedad y guerra injusta frente al aroma del heroísmo de quienes prefieren y luchan libertad.
Se presencia el enfrentamiento de la tiranía pervertida, enviciada y prepotente con la dignidad de quienes luchan con señorío y firmeza por su autonomía. Y el respaldo que, con demasiadas tiranías a cuestas, prefiere el derecho de los ciudadanos aunque deba sufrir para ello.
Es el instinto natural de los ciudadanos de bien, de buenos procederes, de plantar cara, valores y principios a la inmoralidad soportada sobre pies de barro infecto a la cual algún día, sin falta, le llega el agua indetenible de la verdad auténtica del espíritu humano. Es la historia humana en acción, la verdad que termina por hacerse predominante.
@ArmandoMartini
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