Para que una persona prorrumpa en el incendiario ámbito del poder político-financiero-militar debe recibir, primero, una especie de secreta notificación impartida por ungidos de lo que defino http://filosofacto.blogspot.com/2017/04/que-es-la-conciencia-universal-del-bien.html, sustanciada en el Principio de la Razón Suficiente de Justicia e Impartición de Recompensas o Castigos. Existe una puja entre inteligencias paranormales que señalan y designan [eligen, dícese], pero siempre será circunstancialmente y el sufragio universal no es cosa distinta a parodia o simulación. Quienes suscriben la legitimidad del ejercicio del mando no son seres de la realidad y tiempo que la mayoría capta, sino entidades superiores que no «vulgares supremacías». Ellos irrumpen ante uno o varios miembros correspondientes para anunciarles:
1.- Quién o cuáles individuos conducirán el rebaño en ciertos territorios demarcados. Lo harán luego de pronunciar pretextos ininteligibles para los terracos.
2.- No escuchan detractores u opiniones contestatarias.
3.- Saben que el bien se corrompe y transforma peligrosamente en devastación.
Eso pronuncié la primera vez que estuve frente a Don Ramón J. Velásquez, cuando era senador de la República de Venezuela (d. a. a. 80) y me invitó conversar en su modesto despacho del https://es.wikipedia.org/wiki/Senado_de_la_República_de_Venezuela. Cuánta humildad irradiaba ese admirable hombre, jamás henchido. Se mostró sabio y sin hartazgo por la historia, política o comunicación social. Ni siquiera le parecieron extrañas mis lucubraciones fantásticas. Su sobriedad era denostada por los mediocres que habían convertido al país en un https://en.wikipedia.org/wiki/Boxing_ring.
-Leí uno de tus libros de ficciones, Acertijos –profirió-. Aparte, me gustan los textos que publicas en https://es.wikipedia.org/wiki/El_Nacional_(Venezuela) y https://es.wikipedia.org/wiki/El_Universal_(Venezuela). También recuerdo la entrevista imaginaria que le hiciste a Hitler y que publicó Ramón Hernández cuando dirigía las Culturales del diario https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%9Altimas_Noticias_(Venezuela)
Velásquez me invitó sentarme y continuó diciéndome que ese interviú le había fascinado a https://en.wikipedia.org/wiki/Miguel_ángel_Burelli_Rivas. Muy respetado por él, y prometió que nos presentaría en algún momento.
-Me sentiré honrado –musité.
El amigo Burelli Rivas estuvo varios días mencionándote en nuestras conversaciones, que son frecuentes. Es un diplomático e intelectual por excelencia.
-¿Cómo podría interesarle lo que escribe un https://es.wikipedia.org/wiki/Enfant_terrible.? Los grupos literarios de mi generación me detestan.
-No diría que abominan de ti sino que no entienden lo oculto «casi masónico» que subyace en tus publicaciones, libros o artículos editorialistas (se aproximan más a ello, porque tienen una argumentación o carga moralizante).
-Al conocerme personalmente (1979), Juan Liscano me dijo en el https://es.wikipedia.org/wiki/InterContinental_Hotel_Tamanaco que soy un joven provecto, mi cerebro envejeció prematuramente.
Levantándose de su silla, Velásquez se acercó a mí y erguí rápido ante su imponente figura, como si fuese un soldado. Me abrazó y exclamó:
-No, Jiménez Ure: sólo eres un joven incomprendido porque aventajas a tus contemporáneos con percepciones de otro mundo.
Miró cómo secaba, casi avergonzado, mis lágrimas con un pañuelo. Y repetía, sucesivas veces, sus abrazos de padre que consuela a un hijo suyo que reapareció de la nada.
-Ud. será Presidente de Venezuela –de súbito, sentencié-. Tuve esa premonición.
-No lo digas, no, por favor. Sólo soy un historiador, escritor, periodista, docente. No me imagines dentro de un cuadrilátero en pugilato con desalmados.
Al cabo de varios años, yo estaba en mi cubículo de «Prensa» [https://storage.ning.com/topology/rest/1.0/file/get/9863693055?profile=original] de la Universidad de Los Andes cuando el chofer de nuestra oficina tocó mi puerta apurándome salir porque el Presidente Ramón J. estaba en el Vicerrectorado Académico, pedía que me buscaran. Fui hallado y nos miramos fijamente a los ojos.
@jurescritor
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