OPINIÓN

Lo difícil de recuperar la democracia

por Ender Arenas Ender Arenas

Dice, o decía, Norbert Lechner, sociólogo alemán, lamentablemente fallecido, en alguna parte que ahora no recuerdo, que para construir la democracia –en nuestro caso sería la recuperación de la democracia– hay que imaginarla.

Todo parece indicar que después de 20 años de pretensiones autoritarias primero e implementación de un régimen autoritario después, la imaginación es una de las energías más escasas entre los que pretenden recuperarla o reconstruir desde cero un régimen de libertades democráticas, dado el desgaste de los viejos actores políticos y de los nuevos que dicen conducirse positivamente hacia la democracia

Cómo podemos pedir imaginación a una oposición fragmentada y rota cuando sus principales dirigentes tienen intereses particulares que se pasan por el forro los intereses generales del venezolano.

Por ejemplo, si yo fuera un actor autorizado, es decir, un locutor que estuviera en una situación de autoridad y fuese escuchado por la variopinta oposicionista que reclama un cambio democrático, les diría: muchachones, con eso me referiría a Guaidó, López, María Corina, Capriles, Ledezma y algún otro que se asome por allí, pues siempre los hay, resolvamos primero un gran acuerdo entre nosotros, es decir, un pacto democrático.

Si ustedes fuesen inteligentes, hagamos, incluso, partícipes del mismo a algunos sectores del chavismo, que no están maleados y nos abocamos a una tarea urgente que nos está demandando el pueblo venezolano, esto es la construcción de un orden de todos, es decir, un orden en el que todos podamos vivir. Eso es.

Un orden por lo tanto en el que resolvamos dos cosas en las que el populismo chavista nos ha metido: superar una sociedad dividida y al mismo tiempo superar una sociedad de gran escasez de todo.

Amigos míos, aquí los trataría con un poco de más indulgencia, ¡vamos! Hagan un esfuerzo por el país, siéntense y conversen. María Corina y Capriles, ustedes que proponen un régimen liberal y tú, Guaidó y López que proponen un modelo de “Estado de Bienestar”, esta conversación entre ustedes no es para que se acuerde un determinado modelo, sino precisamente, para que se sienten y conversen y generen una disposición positiva a construir un pacto, como medida de emergencia para encauzar un período de transición, de cese de la usurpación y organizar elecciones libres.

Ninguno de ustedes tiene la verdad, aunque cada uno dice tenerla. Pero les participo que en torno a “la verdad” sí es verdad que no hay consenso, por eso tienen que separar la política de ella. Esto evitaría las salidas de fuerza que hasta la náusea propone María Corina, la argumentación cuasi religiosa de Capriles expresada en su latiguillo: el tiempo de Dios es perfecto o el latiguillo de López y su Voluntad Popular: hagan fuerza y tengan fe, que no es lo mismo de la muletilla de Capriles, pero casi es lo mismo.

Esto no hace otra cosa que reforzar la narrativa chavista, es decir, cada uno de ustedes esboza una verdad con pretensiones salvacionista y eso me aterra, nos aterra, porque quien cree ser portador de una verdad siempre está tentado de erigir un despotismo y obligarnos a la felicidad, recuerden a Chávez y miren dónde nos ha metido.

Eso les diría yo, cosa estúpida de mi parte, porque al final del cuento no soy precisamente un locutor autorizado que debe ser escuchado por quienes “lo saben todo”, pero que carecen de imaginación para imaginarse una salida posible.