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Lo complejo del distanciamiento social en la reactivación de la aviación comercial

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La aviación comercial sigue básicamente en tierra y sus requerimientos financieros están empujando a muchas aerolíneas a caminar al borde del abismo. El transporte de algo de carga aérea, que manejada en aviones para pasajeros es tan solo un volumen marginal, e igualmente el solo vuelo de repatriados, no han sido suficientes para soportar la carga financiera de la industria.

La paralización de 85% de la aviación comercial, causada por la pandemia del coronavirus y las restricciones de entrada en muchos países, no avizoran una pronta recuperación del golpe financiero que están sufriendo las aerolíneas.

Ya una de las máximas autoridades de inversión, como lo es el multimillonario estadounidense Warren Buffett y su empresa Berkshire Hathaway, liquidó todos sus paquetes accionarios en las cuatro principales líneas aéreas de Estados Unidos, pues lo que presagia a futuro no es nada halagador.

Por otro lado, la misma recuperación enfrenta un gran problema para poder ser estructurada adecuadamente, el cómo cumplir con el distanciamiento social dentro del avión.

Pero hay que estar claros que los aviones no están preparados para el distanciamiento social, sino todo lo contrario. Se han gastado miles de millones de dólares en los últimos años, en particular para acomodar a tantas personas como sea posible en espacios más pequeños. Por ejemplo, cuando el gran Boeing 777 comenzó a volar en la década de los noventa, la mayoría de ellos tenían 9 asientos por fila económica en vuelos de larga distancia. Hoy en día, casi todas las aerolíneas que utilizan ese avión, ya sea para vuelos de larga distancia como Emirates Airlines o de corta distancia como Japan Airlines, tienen 10 asientos por fila, lo que significa asientos más reducidos y pasillos más estrechos.

Aun cuando ya hay varias medidas, que se están poniendo en práctica para poder evitar la transmisión del virus, como en el caso de la línea aérea holandesa KLM, donde la tripulación lleva tapabocas y guantes protectores, hay equipos de higiene adicionales a bordo, como desinfectantes para las manos, y en cada vuelo se mantiene libre un baño exclusivo para la tripulación. Esto les da acceso ilimitado a la tripulación de un lugar donde pueden cuidarse y lavarse las manos.

Igualmente, se está aumentando la desinfección previa y completa de la cabina. Esto aunado con que todo el aire del avión se renueva cada dos o tres minutos, es filtrado y mezclado con aire del exterior para mantener una temperatura agradable. Contrario a lo que mucha gente piensa, está demostrado que el aire que respiramos en un avión es mucho más limpio que el existente en cualquier otro medio de transporte o lugar cerrado, incluyendo una oficina con aire acondicionado.

El tapabocas, suministrado por la aerolínea para cumplir ciertos estándares, es de uso obligatorio por los pasajeros durante el vuelo, lo cual aun cuando es molesto e impide hasta tomarse un café, es de las medidas más efectivas.

Tomar la temperatura de los pasajeros antes de abordar para rechazar aquellos que pudieran tener fiebre o síntomas de infección.

La no distribución de alimentos durante todo el vuelo, que para vuelos largos trasatlánticos de más de 8 horas, sumadas a las horas previas al abordaje, podría llevar a la gente a un estado de inanición o debilidad por falta de alimento o deshidratación por falta de agua.

Pero igualmente están siendo promovidas algunas otras ideas para el propio distanciamiento social, como asientos de por medio libres, que para muchos, como el director ejecutivo de Ryanair, Michael O’Leary, una aerolínea de bajo costo cuyo negocio está basado en llevar los aviones completamente llenos para poder tener vuelos de tarifas económicas, son consideradas “idiotas”.

Ryanair voló con más de 152 millones de pasajeros el año pasado, colocándolo en la cima de la casificación de las aerolíneas europeas de bajo costo, una posición que le da a O’Leary una voz particularmente influyente en la industria.

Está siendo promovida por aerolíneas como Easy Jet, pero en definitiva dejar un asiento libre de por medio para nada mantendría los 2 metros de mínimo distanciamiento social recomendable, pues la separación sería de tan solo 45 cm, que es el ancho promedio de los asientos de los aviones más modernos.

Esto bajaría el factor de carga de pasajeros a 66 % y empresas de bajo costo como Ryanair se negarían a volar, pues asegura que su esquema de negocio de bajo precio está basado en poder llenar el avión a su máxima capacidad.

El factor de carga, en esencia, es el porcentaje de asientos en un avión ocupado por pasajeros, que determinan si los vuelos alcanzan el punto de equilibrio y si vale la pena operarlos. Después de un determinado factor de carga, los vuelos se vuelven rentables. En 2019, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) citó un factor de carga global promedio de 84%, que varía regionalmente de 89% en América del Norte a 71% en África.

Lo que hay que tener claro es lo imposible de mantener a las personas separadas por lo menos 2 metros, eso significaría dejar dos filas completas libres entre cada pasajero. Lo que se traduciría en que tendrías solo 4 pasajeros por cada 26 asientos promedio, lo que en forma de porcentaje de ocupación es solo 15% de los asientos. Y con ese «factor de carga» es imposible alcanzar un punto de equilibrio con un costo de pasaje razonable.

Ryanair criticó la opción de distanciamiento social del asiento del medio desocupado por inefectiva y ya le advirtieron al gobierno irlandés que si impone la restricción, deberá asumir el costo o de lo contrario no volarán. Mientras que otros, como EasyJet, son más receptivos a ella al menos por un corto plazo.

Mientras tanto, en Estados Unidos la aerolínea Delta ha estado bloqueando los asientos intermedios desde mediados de abril, para permitir el distanciamiento social a través de la asignación de los puestos.

Delta Airlines también ha cambiado la forma en que se abordan los aviones: ahora son estrictos en hacerlo de atrás hacia adelante, para que los pasajeros que se sientan en la parte posterior no tengan que pasar a un lado de los que se sientan en los primeros asientos del avión. La aerolínea también aborda menos personas a la vez, para mejorar el distanciamiento físico de los pasajeros.

Otra idea que se ha manejado es poner un separador de material transparente al nivel de la altura del apoya cabeza, cosa que complica y obstruye la entrada y salida de los pasajeros e incide en la seguridad, además de los costos de instalación y de su muy cuestionada utilidad.

Igualmente, se está considerando la toma de temperatura a los pasajeros durante el trayecto con asientos inteligentes, provistos de sensores integrados, para considerar una cuarentena preventiva al llegar al destino.

Mientras más rápido se reactive la aviación comercial menos serán sus pérdidas, pero la IATA ya pronostica enormes problemas financieros para las aerolíneas como resultado del covid-19. Con base en cálculos de ingresos perdidos acumulados de este año, se estima que alcanzarán 314.000 millones de dólares.

Ya la aerolínea Virgin Australia se ha declarado en bancarrota y el rival europeo de Ryanair, Norwegian Air, está luchando por su supervivencia.

Pero en definitiva la IATA advierte que la suma del costo de tales medidas eliminará los viajes aéreos baratos del mapa, porque las aerolíneas deberán aumentar los precios en al menos 50% o irán a la quiebra.

El transporte aéreo es una de las industrias más afectadas y de ella dependen alrededor de 25 millones de empleos entre directos e indirectos, por tanto, su reactivación es necesaria y las medidas de su implementación urgente.

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