Siempre hay razones para dudar de un régimen que no tiene palabra, lo que no se riñe con los esfuerzos por alcanzar acuerdos parciales como los logrados este martes 17 de octubre entre el equipo de Nicolás Maduro y la Plataforma Unitaria de Venezuela con las primeras reglas a cumplir para unas elecciones presidenciales. Son un logro importante, en especial si se respeta el derecho de cada actor político de seleccionar su candidato con libertad según sus mecanismos internos. Sabemos que la intención del régimen era abortar la elección primaria. Ya no lo puede hacer.
Que se haya fijado para el segundo semestre del 2024 la fecha de las elecciones presidenciales (exactamente eso, presidenciales, no generales como amenazaban voceros del régimen), es bueno. Es un tiempo razonable para que la oposición democrática se organice.
La revisión del Registro Electoral, realizar jornadas de inscripción electoral y de actualización de datos con operativos especiales de cedulación, jornadas de actualización del registro y la depuración del Registro Electoral Permanente, todo eso es muy bueno.
La invitación a misiones técnicas de observación electoral de la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Africana, la Unión Interamericana de Organismos Electorales y el Centro Carter, es bueno.
La actuación de la comisión negociadora encabezada por Gerardo Blyde, excelente.
El régimen como es costumbre, previo a la firma del acuerdo e inmediatamente después, trató de apoderarse del relato intentando desanimar al votante opositor, es decir para desalentar al pueblo. Varias aseveraciones respecto al acuerdo, emitidas por Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez y repetidas por otros voceros, son falsas.
También es mentira que está cerrada la puerta a candidatos supuestamente inhabilitados. Hagamos un alto en este punto. ¿Por qué el régimen se ha sentado a negociar? Porque está urgido de dinero. La desesperación ha llevado a Maduro a mostrarse dispuesto a negociar para obtener a cambio, fondos para subsistir antes de que el pueblo salga a las calles y pida su cabeza. Y la obtención de dinero y el levantamiento de sanciones están en manos de Estados Unidos, país que ha sido enfático sobre la ilegalidad de las inhabilitaciones, entre otras cosas. Son razones para que parte del acuerdo deje pendiente el cumplimiento de una ruta para que los inhabilitados y los partidos políticos recuperen sus derechos con celeridad. Habrá que ver cómo avanza la obsesión de Maduro (además de su dramática impopularidad) con la candidata María Corina Machado. Lo que quedó claro en las discusiones es que a TODOS los inhabilitados se le deben reintegrar sus derechos políticos. El régimen pretendía en su plan constante de dividir a la oposición, habilitarlos a todos menos a María Corina. Lo cierto ante tanta falsedad es que, si las condiciones en este punto no avanzan, en la misma proporción la entrega de fondos y el levantamiento de sanciones también se van a ralentizar.
Este acuerdo asoma varios aspectos importantes. La aprobación de auditorías al sistema electoral, el rechazo a la violencia, la garantía de seguridad de los candidatos, el equilibrio informativo. Todo muy bueno.
¿Asuntos pendientes no mencionados expresamente? El tema de los presos políticos. Es evidente que el régimen jamás dejará por escrito una nueva evidencia en la que admita que en Venezuela hay presos políticos. Eso sería cuchillo para su garganta, una joya de regalo para el expediente del Caso Venezuela en la Corte Penal Internacional. Pero sí, ese tema se debatió. Y por supuesto, se espera la liberación de algunos de los casi 300 hombres y mujeres que injustamente están encerrados en las mazmorras del régimen.
Llama la atención las observaciones negativas ante la referencia constante de que todo debe cumplirse en el marco de la Constitución Nacional y las leyes venezolanas. En oposición, eso a mí me parece destacable positivamente porque es una manera de dejar constancia de que en nuestro país no se respetan las leyes, lo que nos obliga a dejar por escrito, en un documento de tanta importancia, la obligatoriedad de cumplirlas. Ese registro ocurre porque en Venezuela no hay democracia.
Punto aparte y en letra chiquita, este acuerdo resulta en una manera de dejar en ridículo a los radicales del oficialismo que han conspirado contra toda posibilidad de un acuerdo político. A ellos les queda rumiar en sus programas televisivos porque en este escenario incomodan a sus propios compañeros de partido.
Ya veremos discursos, amagos que pretenderán desalentarnos. Eso será parte de su estrategia para que en lo inmediato la gente no participe en la elección primaria de este domingo 22. Espero que nadie caiga en esa trampa. Votar este domingo es una demostración de fuerza, de decisión democrática y algo muy importante, es dar un paso sólido de unidad hacia las presidenciales.
Artículo publicado en el Diario Las Américas
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