Suele suceder en la población que nos damos cuenta de la situación que padece la humanidad, no al momento, ni mucho menos a mediano, sino a largo plazo y a veces nunca, esto sucede en todos los ámbitos humanos.
Esta peculiaridad del carácter de las personas se debe generalmente a que se está llenos de nada, es decir, del último hito de la moda, la “música”, guerras, el amarillismo del cambio climático, virus, pandemias, inseguridad, la última propaganda, novelas que al igual que los anteriores ejemplos, condicionan la conducta, en fin, lo que nos venden los medios, para bien o para mal de la humanidad. Esta situación no es nueva, es más antigua que la escritura, suele pasar porque el ser humano es llenado desde el embrión para que crea todo lo que manifieste cualquier autoridad, sin cuestionamiento, ni razonamiento lógico alguno.
Es decir, nos guste o no, en la actualidad se vive completamente a expensas de lo que los distintos medios propaguen, convirtiendo a la persona humana en una unidad social de reproducción en masa, semejante al enfermo trastornado, primado negativo de la ciencia ficción, el cual revela el grado de adoctrinamiento en stricto sensu y libertad del individuo.
A raíz de todo este análisis se entiende el porqué los venezolanos aún no saben que les ocuparon el país, porque decir que se los robaron posiblemente sea algo exagerado. Tal magnánimo despojo de la patria no ha sido de un tirón, sino que lleva incluso más años que la instalación de la revolución socialista, ya que está claro que las intenciones del comunismo internacional sobre Hispanoamérica no es algo nuevo, sino que es más antiguo que la irrupción del sistema comunista en todos y cada una de las naciones de Occidente y del mundo, el cual es, empobrecer y el despojo de las riquezas de las naciones, bajo un discurso populista e ilógico.
Lo que sí parece novedoso, no sólo para los venezolanos sino para el mundo, es la capacidad de reacción, un poco bastante tardía, en el sentido que después de dos décadas es que van despertando en todas las áreas en la cual han sido afectados, por ejemplo, la familia, según estadísticas de las Agencias Oficiales de las Naciones Unidas existen alrededor de 10 millones, echados a las fuerzas al exilio, situación que por no conocer las causas de tal calamidad en el mundo, no se termina de entender, ni los orígenes, ni los efectos del expolio.
Pero esta tragedia, no sólo afecta a esos diez millones de “adultos” sino que también afectó a millones de niños que tuvieron que salir al exilio sin saber por qué, e incluso a los que nacen en el extranjero que aún no logran entender, como es natural el statu quo al que fueron obligados sus progenitores como ellos mismos a sobreponerse.
De esta historia saben los octogenarios que vivieron la Segunda Guerra Mundial, ya que muchos de ellos fueron estos millones de niños dispersos por el mundo, sólo que estas historias parecen desfasadas para el presente cuando son de cardinal importancia para la reconstrucción de la sociedad, ya que se repite y se repite el mismo escenario a lo largo de los siglos.
Es decir, el venezolano tendrá que darse cuenta, no sólo que les ocuparon el país, sino de la servidumbre ignominiosa al que los sometieron y todos y cada uno de los estragos para esta y las generaciones que se levantan, para así tener una radiografía exacta del Laberinto de Mino con posesión de intereses monopólicos con el beneplácito de las instituciones nacionales e internacionales.
De ahí que todas las guerras sean un asco pero más asco son las guerras civiles, disfrazadas muchas con eufemismos retóricos, como el de revolución, donde juega siempre el interés de los grandes monopolios económico financiero que apuestan a ellas desde una manera buena, bonita y barata para el mercado negro de piratas a expensas del despojo de naciones enteras.
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