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Llegó el día tan esperado por todos los venezolanos: el día en que definiremos quién será el próximo presidente de Venezuela. Necesitados, como estamos, de enrumbarnos por un camino esperanzador, este día se nos presenta como el inicio de una nueva etapa.
En la calle se siente el clamor de un pueblo convencido de que ganará Edmundo González Urrutia. Es un pueblo que está emocionado, alegre, motivado para ir a votar: listo para escribir una historia llena de retos e ilusiones. Los venezolanos podemos hacer de Venezuela un lugar mejor para vivir; un lugar donde el odio no sea lo que predomine en el ambiente ni lo que tiña de tristeza la cotidianidad. Han sido muchos años de lucha, de sacrificios e injusticias para miles de compatriotas que la han pasado muy mal y que desean un futuro mejor para sus hijos. El país necesita una oportunidad; necesita poder abrirse a nuevos tiempos, respirar aire fresco.
Llegó el día de elegir entre un pasado oscuro y un futuro prometedor. El día de hoy encontraremos, para poder transitar a nuevos tiempos, muchos obstáculos. Nadie lo duda. No sabemos qué pasará. Esperamos que una votación masiva se imponga al fraude y no pueda ser derrotada. Eso es lo que esperamos que suceda. Será un baño de votos; no de sangre.
Venezuela respira el inicio del cambio, de los cambios, porque son muchos los ámbitos necesitados de transformación. La creatividad despertará después de tanto sufrimiento: se impondrá a la presión totalitaria. Y esperamos, sí, haber aprendido la lección que todos los malos tiempos llevan a aprender. El país necesita de hombres y mujeres que se caractericen por su honestidad, su lealtad, su capacidad de compromiso con una causa digna.
De ahora en adelante tenemos que hacer las cosas mejor. Todos y cada uno debe esforzarse por comportarse como un buen ciudadano: como un hombre y una mujer de bien. Un cambio en el país necesita de un cambio interior de sus habitantes para poder ser efectivo: ¡eso es lo que Venezuela nos pide y los nuevos tiempos también!