OPINIÓN

Llegaron, vieron y no convencieron

por Armando Martini Pietri Armando Martini Pietri

Después de tanto tiempo formando barullo llegaron en cambote como si se hubieran escapado, entraron a ritmo de milicia, faltaron tambores y trompetas. A falta de música marcial, aplicaron la que llevan incrustada en la obediencia exacerbada, no la sumisión seca, de ¡atención, firr! que enseñan en cuarteles y academias militares, siguen teniendo espíritu tropical, con excepciones antipáticas como el revolucionario concepto de la Fuerza Armada ¡leal siempre, traidora nunca!, represora cada vez que se lo ordenen, intuición que arrastran desde viejos tiempos de conspiraciones cuarteleras ahora mofletudas y cuentas bancarias obesas para poder ser escondidas al ojo avizor de los fríos gringos del Departamento del Tesoro.

Llegaron, pues, los ex diputados rojos que abandonaron a la Asamblea Nacional tras quitarse de encima como camisa vieja y arrugada a la cubana constituyente en la que el abogado oportunista, traidor, pomposo, acomodaticio, debió sentirse solitario, desconcertado, mientras el jefe máximo se ponía, a kilómetros de distancia de la oficina y su mazo, dando flores en homenaje al tirano que inventó la esclavitud silenciosa norcoreana, para luego descubrir en Vietnam que el arroz se siembra.

El partido político de Lina Ron enviará de nuevo a sus ex representantes a la Asamblea Nacional, aunque continúe en desacato, como parte del apoyo que esta organización política le brinda a la mesa de diálogo con la oposición democrática convocada por el presidente usurpador.

Llegaron los ex diputados del polo, que no es ártico ni antártico pero sí patriótico, para descubrir lacrimosos que no estaban multitudes populares espontáneas, pobres y constantes en el sacrificio por la patria, para recibirlos, aclamarlos, escoltarlos. Los legítimos diputados observaban en plan de chacoteo. Son los mismos que tienen la osadía de oponerse a todo un enorme presidente obrero, auténtico superbigote –como él mismo se ha definido–, porque quieren que se vaya y darle paso a un presidente esmirriado, que ni siquiera es buen orador político y hasta se enorgullece de ser de La Guaira. No deja de ser irónico, hijo guaireño de un taxista que se gana la vida rodando en España, puesto como contraparte a un gigantesco chofer de autobús que es hijo de una colombiana fronteriza, es obvio que a esta Venezuela lo que le queda es rodar.

Llegaron los ex delegados obedientes al castro-madurismo-cabellismo, pensando que iban a arrasar, ser dueños del patio, explayarse en una Asamblea Nacional que sus propios jurisconsultos habían declarado en desacato, a la cual le habían desconocido sus diputados indígenas –ya no está el que se dobla para no quebrarse–; llegaron los ex parlamentarios que hablan del espumoso legado de Chávez y resulta que en vez de una mezcla de aplausos entusiastas y atemorizados opositores pidiendo clemencia, se encuentran con el coraje y valentía de algunos que les dicen en su cara y de frente que ya no son diputados, aceptaron no solo abandonar sus curules para irse a la írrita y fraudulenta constituyente cubana, sino incluso aceptar cargos burocráticos remunerados en el grupo ejecutivo del presidente obrero, castigado por la Organización Internacional del Trabajo, espaldero de Chávez, alumno mediocre pero permanente de los hermanos cubanos Castro Ruz, empleado público deficiente, anodino –incluso cuando obedecía sin pensar órdenes directas– en todos los puestos que desempeñó y lleva años demostrando en la Presidencia de lo que va quedando de país, pues si antes lo hizo mal, ahora puede hacerlo peor y encima reírse.

Abordaron los ex diputados polo patrioteros a la legítima, lo único que han logrado es meter ruido y oponerse a todo, sin lograr nada porque la Asamblea Nacional sigue en lo suyo, ejerciendo la mayoría que el mismo pueblo le confió, incluso tras haber perdido, por el odio y rencor del castromadurismo, varios diputados electos que fueron obligados a escapar para salvar sus vidas.

Allí están, aunque no todos ni en todas las sesiones, vieron y no convencieron a nadie, ni siquiera a sí mismos. Quizás haya uno que debería preocuparse, porque entre flores y campos de arroz lo dejaron colgando.

En Venezuela seguimos igual, en picada indetenible, y no solo se ha dolarizado la economía, sino que el régimen sigue hablando insignificancias sin tomar decisiones útiles, y crece la impaciencia por el cumplimiento de los objetivos propuestos por la presidencia interina hace casi 10 meses.

Combatir los embates del establishment de socios comerciales, cómplices, aliados internacionales y lo más grave, la brutal ignorancia del fanatismo, es difícil, hay que aguantar sobresaltos, sinsabores y sacrificios. Los obstáculos son variados y espinosos, pero no imposibles de vencer.

@ArmandoMartini