Hace unos pocos días se produjo de nuevo todo un microescándalo, en la tortuosa y miserable vida educativa venezolana, referido a la forma de pago que el Ejecutivo va a implementar, para cancelar las limosnas que por sus servicios recibimos los trabajadores, activos y jubilados de la comunidad universitaria nacional.
Ruido breve, pero suficiente para que se asomaran al mundo real las autoridades universitarias y los conocidos liderazgos gremiales, expresando su asombro por lo sucedido, declarando el no haber sido consultados para la ejecución de la medida, la que han considerado extraordinariamente abusiva porque despoja las Instituciones de sus tarea de pagadores-
Aún fresco por el reciente “debate” entre las instituciones universitarias (Averu/Fapuv) y el Ministerio de Educación Superior (Trompiz), la incógnita que aún no ha sido despejada, es la de cuál será el destino de las Universidades Autónomas, acorraladas por la carencia de recursos.
Lo que hasta el presente esta sobre o por debajo de la mesa de las Instituciones y sus comunidades, es la del despido indirecto que el Gobierno ha realizado en contra de la totalidad de la corporación universitaria, cuando sin previo aviso, sin debate y las necesarias explicaciones, nuestros beneficios económicos y sociales desaparecieron.
Con todo el respeto debido, la gravedad y trascendencia de la situación me obliga a interpelar a los cuerpos rectorales de cada de las instituciones, y además a las numerosas representaciones gremiales sobre sus realizaciones, sus iniciativas y luchas emprendidas, para defender el patrimonio académico de la República.
Tanto silencio y permisividad no solo no son posibles, es más grave que la ignorancia o el olvido, son manifestaciones de extraordinaria irresponsabilidad y cobardía, o de una situación peor, como es la de la complicidad con las medidas destructivas del conocimiento, que el gobierno chavomadurista ha decido ejecutar para continuar en sus planes autocráticos.
Ha sobrado tanto el tiempo como los argumentos para convocar a la comunidad, autoridades, profesores, estudiantes, empleados y obreros, padres y representantes, a expresarse pública y masivamente en su rechazo al despojo de sus instituciones educativas, que en todos los niveles, desde los preescolares hasta las universidades, están bajo el castigo de la barbarie madurista.
Cuál es la verdadera razón que ha evitado la expresión pública, nuestra presencia pacifica denunciando en las calles de Caracas, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Mérida, San Cristóbal, Maracaibo, Puerto La Cruz, Cumaná, Ciudad Bolívar, Tucupita, Venezuela entera, la continuidad de la liquidación educativa de la nación.
Estimados colegas, me perdonan la crudeza del lenguaje, pero los problemas en discusión tocan fondo en nuestra patria, están estrechamente vinculados a la defensa de la soberanía nacional, hoy muy claros frente a nuestros ojos y oídos, porque son los hechos los que nos permiten poner en duda el compromiso con Venezuela por parte de los ciudadanos que dirigen el país.
Sobran los argumentos para dudar de la lealtad para con la República, de parte de unos conductores del Estado que han quebrado la economía, que destruyeron nuestra principal fuente de recursos como ha sido durante medio siglo la Industria petrolera, y que vienen ahora por los centros de formación de conocimientos.
Es por tales dudas, creadas por una realidad muy visible como ha sido la quiebra económica, la destrucción integral de Pdvsa, consecuencia de las Políticas de Estado del gobierno chavista y profundizadas por las medidas y proyectos de la gestión madurista, y cuyas crueles secuelas de hambre y prostitución están a la vista.
Mi pregunta para la comunidad universitaria, para la inteligencia y para los ciudadanos que aun permanecen en el país y están dispuestos a luchar, ¿permitiremos sin protestar, sin resistencia pública, que las universidades nacionales sean encerradas o enterradas en la barbarie policial, militarista y autocrática del régimen, espacios en donde solo reina la ignorancia y la corrupción?