El “conflicto armado interno” en Ecuador despertó polémicas en la opinión pública de este país, así como temores respecto a la vulnerabilidad de una migración venezolana estigmatizada en las redes sociales.
El pasado 9 de enero, el periodista Jefferson Díaz escribió en su cuenta de X (@Jefferson_Diaz): “Los migrantes venezolanos NO SON CULPABLES de lo que está pasando en Ecuador”. En otras de sus publicaciones, pidió a los venezolanos residentes que se resguardaran en sus hogares para evitar convertirse en “chivos expiatorios”.
El comentario del reportero, quien reside en el país andino, se produjo después de que una peligrosa organización criminal tomara por la fuerza un canal de televisión, en Guayaquil. Esta acción violenta, unida a diversos eventos ocurridos en distintas localidades, llevó al presidente de la República, Daniel Noboa, a emitir una declaración oficial de «conflicto armado interno”.
La advertencia de Díaz, profesional especializado en migración, no debe extrañar del todo, pues en los últimos tiempos se ha hecho costumbre que, ante cualquier delito fraguado en las concurridas calles de Ecuador irrumpa un usuario de las redes sociales con una acusación contundente bajo la manga: «eso fueron los venezolanos». La sentencia suele ser secundada por una estela de adjetivos, palabrotas y aplausos por parte de entusiastas cibernautas. En otros países suramericanos ocurre algo similar.
La delincuencia ha tenido un repunte en Ecuador desde hace un par de años, producto de la creciente presencia del narcotráfico, la corrupción en la clase política y los cuerpos de seguridad, entre otras razones. Sin embargo, nunca falta quien piense que la causa de fondo es la “migración extranjera». Esta es una supuesta explicación que se repite a diestra y siniestra en el ciberespacio.
Las redes sociales fueron concebidas para facilitar el diálogo, el debate y la interacción entre las personas, pero muchos usuarios las emplean como poderosos instrumentos para la promoción de comportamientos no deseables, tales como la xenofobia, la discriminación y la estigmatización de seres humanos. Para esta tarea se apoyan en la creciente desinformación que da fundamento a sus creencias y prejuicios.
El informe “Inmigrantes venezolanos, crimen y percepciones falsas”, auspiciado por The Brookings Institution (2020) ya revelaba que en Colombia, Chile y Perú existía una percepción errada sobre la migración venezolana, dado que era asociada al incremento de la criminalidad, cuando las estadísticas de delincuencia mostraban una realidad diferente. Otros estudios más recientes corroboran que tal distorsión en parte obedece a ciertos contenidos publicados en cuentas de redes sociales y medios de comunicación, los cuales, por fortuna, solo inciden en las percepciones de sectores específicos de la opinión pública local.
Los contenidos constituyen un aspecto fundamental en este tema. Hay que distinguir las diferencias sustanciales entre el tratamiento informativo que dan al tema migratorio medios caracterizados por su equilibrio y profesionalismo, y los que recurren a valores como el sensacionalismo y la desinformación. Estos criterios, por cierto, suelen orientar el comportamiento de extremistas en las redes (haters) y unos cuantos influencers.
Un aspecto de sumo interés, son los comentarios que justifican la “limpieza étnica” y el linchamiento de un grupo social estigmatizado. No obstante, en las redes también hay voces mayoritarias que no comparten esta línea y más bien la combaten frontalmente.
Tanto Naciones Unidas (ONU) como otros organismos multilaterales han publicado documentos y guías para identificar, evitar y subsanar la propagación del “discurso de odio” en las redes (Hate Speech), pues tiene efectos reales en las percepciones, creencias e imaginarios de la opinión pública. El propio secretario general de este ente, António Gutierres, ha dicho que: «Debemos hacer frente a la intolerancia trabajando para atajar el odio que se extiende como un reguero de pólvora por Internet». (2021).
Es cierto que entre los venezolanos que migraron, hay quienes han incurrido en robos, estafas y delitos en las ciudades suramericanas que los acogieron. Pero también existe una buena cantidad de ellos, la mayoría, que ha aportado beneficios económicos, profesionales, gastronómicos, entre otros, a los anfitriones.
Un enfoque equilibrado en los contenidos de los medios siempre contribuirá a ofrecer una visión menos prejuiciada sobre la comunidad venezolana y a contrarrestar el “discurso de odio” que se propaga sin medir las consecuencias, sobre todo en un clima de “conflicto armado interno”, momento en el que el pánico, la sed de justicia y la violencia pueden llegar a dominar el ánimo del homo sapiens.
@humbertojaimesq
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