Es una componenda lo que el régimen desea hacer el próximo mes de diciembre junto con la colaboración de algunos “opositores”; realizar elecciones parlamentarias con el objetivo de preservar ventajas, no les importa violar la ley electoral para dar legitimidad a este desgobierno. Es muy grave la componenda del régimen de apropiarse de los símbolos de los partidos tradicionales y la reacción de los dirigentes es declarar públicamente que esa elección es ilegal, que no irán a votar, pero como de costumbre, accionan un efecto dual; es decir, acuerdan subrepticiamente con el régimen, nombrar a otros directivos “disidentes” que se apropian de los símbolos y de la organización, para anunciar que van a elecciones, negocian sin rubor quienes irán en las listas de diputados, para contribuir a disponer de una pléyade de curules de “oposición”, que sumados a los provenientes de los micropartidos, integrados por tránsfugas de los partidos cómplices y del chavismo, tendrán representación garantizada, obviamente no serán mayoría frente a los diputados del régimen, pero van a formar parte de la irrita Asamblea Nacional, la cual les permitirá la supervivencia política.
La gente sabe que es una componenda, y por supuesto, mayoritariamente no van a ir a un proceso electoral ilegal e inválido que tendrá consecuencias internacionales y en Venezuela. La conclusión es evidente, no se puede ir a una elección invalidada de antemano, que producirá funcionarios usurpadores y sujetos de futuras penalidades judiciales. No valen mesas, mesitas o negociaciones que se hacen a escondidas como todo el mundo también lo sabe, incluso ya se conoce, quiénes van a integrar las listas electorales, y quienes son aquellos que se cambian de partido como de ropa, lo cual no es ninguna sorpresa.
La población venezolana que está en el país está priorizando su supervivencia y políticamente parece adormecida y resignada, pero como dice el refrán, “del agua mansa líbrame Dios”, en efecto, hay momentos que fuerzas inesperadas aparecen de manera indetenible, que hasta ahora es detenida por la fuerza de las armas y la restricción de libertades, de controles dictatoriales y la puesta en práctica del librito rojo al someter por hambre, y limitaciones de todo tipo, incluyendo decretos inventadas. Usan la excusa de la pandemia para ocultar su incompetencia en la distribución de los servicios, pero frente a todas esas vicisitudes, el pueblo no se rinde y la procesión anda por dentro, ante la cual, el régimen se siente acosado como fiera enjaulada, pero los deseos de cambio y libertad se harán realidad.
Como vía de entendimiento se ha usado la manoseada unidad nacional, unidad superior o movimiento de movimientos, y la organización de la sociedad civil., la premisa ha sido, busquemos la unidad –acuérdense de la Coordinadora Democrática, de la MUD, del G4, etc.– Es evidente que la unidad concebida de esta manera, solo es de un segmento que está en el Poder Legislativo, único sobreviviente del naufragio de la institucionalidad, la cual fue secuestrada, apropiada y violada, y se hace concubina del poder con el crimen organizado.
Cómo puede haber unidad o movimiento de movimientos cuando las fuerzas vivas estratificadas por segmentos, por ejemplo, gremios académicos, militares retirados, micropartidos, organizaciones no gubernamentales, frentes políticos, y disidentes de los partidos tradicionales, se agrupan en pequeños “clusters” para convertirse en salas operacionales, críticas y analistas de gran calidad, pero sus intereses giran alrededor de sus propios objetivos locales o parciales, son divos en su propio ambiente, de gran poder de convencimiento, pero limitado a los márgenes de sus fronteras locales, y no pueden integrarse a otros de similares estructuras por egoísmo, liderazgo, visión ideológica contrapuesta, y muchos motivos adicionales. Es imposible entre los cientos de organizaciones conciliar tan disímiles objetivos, lo cual ha sido la desgracia de la dirigencia nacional, es como un pescueceo por sobresalir y sus acciones son totalmente inefectivas.
Como consecuencia surgen llamados para la organización de la sociedad, que es como hacer una cobija de retazos, cuya estética y utilidad es inútil; en el fondo aparece un factor común: fuera el usurpador y su sistema corrompido, es decir, el objetivo central es el de reemplazar al régimen, que es la fuente de la pérdida de la democracia, por ende de la libertad y que está aliado a la rapiña de los invasores de otras fronteras, que llegaron como vulgares dueños del patio, con una visión depredadora nunca vista como una invasión de bárbaros. Pues bien, ese factor común es lo único que nos une, la pregunta clave es: ¿quién asume el liderazgo?
El liderazgo en Venezuela bajo las condiciones actuales no puede estar en manos de quien legisla, con su carga de complicidad o no, con errores o virtudes, o incluso con la derivación constitucional de ejercer el poder de la transición. Su actuación se desligó ya hace tiempo del sentir popular, son vistos con chocancia, arrogantes, ricos, habladores y fanfarrones, por decir lo menos, y asociados a la corrupción. Ellos siguen con su juego y la historia los condenará o absolverá, pero no pueden formar parte de un gobierno de transición. Tampoco puede estar en manos de chavistas arrepentidos, quienes han sido los responsables de este desbarajuste, también se enriquecieron y han sido hábiles en ocultar sus ganancias, y como mosquitas muertas se esconden y ahora piden su parte como representantes de un sector democrático de la sociedad, cuando en realidad fueron golpistas y son responsables de robos y de muertes.
La sociedad civil debe organizarse alrededor de aquellos venezolanos que tienen la competencia para ello. El individuo como líder se mide por su capacidad de trabajo, probidad, conocimiento y experiencia, no importa cuántos años tenga. Además, el liderazgo tiene que tener apoyo popular, claro que muchos lo tienen y gozan del respeto, pero ¿quién los mide?, una encuesta, su influencia en las redes sociales, una consulta popular electoral, pero ¿dónde está el tiempo? En diciembre se acaba la fiesta, como se traduce este esquema en la línea del tiempo, la descomposición y estructuración de los registros y los métodos de procesamiento transparentes.
Ante la situación del país y la desesperación popular, los que se atrevan, deben encabezar un movimiento popular de líderes emergentes, que ejerzan la ciudadanía y la acción necesaria. Los que se sientan verdaderos patriotas y líderes naturales deben asumir la responsabilidad hasta su legitimación popular. Deben integrar el Consejo de Gobierno de Emergencia Nacional, función que se asume, no se decreta. Si esperamos que la Asamblea Nacional, o un grupo cuyas iniciativas así lo considere y los proponga o confirme, o que un referéndum lo haga, eso nunca va a ocurrir. Si hacemos una consulta popular, su logística compleja nos ubica en el futuro y será inútil ante los hechos. ¿Cómo se logra el asunto?, mediante compromisos serios, acuerdos sinceros, pactos claros de desprendimiento político y de reconocimiento internacional, y claro está, no incluyendo a quienes van a torpedear la emergencia, que usan el concepto de unidad interesadamente.
El balance y contrapeso político del grupo emergente es el Consejo de Estado, integrado con las bases constitucionales, donde muchos líderes tendrán la debida actuación y protagonismo. La validación de este gobierno de emergencia tiene a su vez estrategias secundarias al desalojo del usurpador, hacer gobierno, tener la representación y apoyo internacional, sin pruritos, usando sin discreción la ayuda armada frente a delincuentes de manera proactiva natural y jurídica, para más tarde validar sus actuaciones, presentación de cuentas clarísimas.
Todo tiene su tiempo, concentrémonos en lo prioritario que es que se asuma el liderazgo emergente sin demora, y dejemos en alguna medida la formalidad para cuando llegue la hora de darnos en buena lid una vida democrática y dispongamos de un sistema electoral limpio, transparente y un sistema de votación adecuado.
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