Resulta obstinante para 90% de la población todavía residente en Cubazuela y para casi toda la diáspora venezolana que no robó dinero público para trasladarlo a otros lares, que a estas alturas o bajezas del programa electoralista se continúen proponiendo soluciones o alternativas que todos los oponentes muy bien han conocido, fracasaron durante 22 años porque el narcorrégimen chavista sigue y se afianza en Fuerte Tiuna -Miraflores. No sirvieron las manifestaciones multitudinarias, el intento del 12 de abril, diálogos, convenios, elecciones por fraudulentas, seudogolpes militares, el débil interinato, reuniones a lo México. El totalitarismo es derrotado cuando se le rompe su muro protector y eso lo puede hacer el conglomerado de sus víctimas en su totalidad, es decir, en el caso venezolano, a la cabeza los militares constitucionalistas, luego las dirigencias partidistas insobornables, inconformes, en verdad amantes de su país y no del poder en sí mismo.
Quizás, quién sabe, la esperanza nunca debe perderse del todo, queda esta propuesta producto de angustiosa depresión. Wishfull thinking quizás realizable.
Salvar lo que resta de país ya de facto colonia rusocubana, con quienes quieran asumirla, fuera alacranes, Consecomercios, Fedecámaras del business is business, y por supuesto, gremios y sindicatos oficialistas.
Si se reunieran esos dirigentes de partidos políticos agónicos y en verdad, como si fuera un día antes del apocalipsis previsto, decidan renunciar a precandidaturas presidenciales para 2024 y eligen por consenso un líder de trayectoria impecable que represente a la gigantesca apartidista disidencia venezolana.
Ser líder, jefe electo internamente por un grupo diverso de opiniones o programas, no significa ser Putin, ni Xi Jinping , ni Díaz-Canel, ni Padrino López-Maduro. Líder por emergencia como esta, para una transición hacia una elección democrática verdadera ceñida a la normativa constitucional, exige estar dispuesto a dirigir un ciclo prudente de varios meses a fin de reconstruir la ley original, la ética, la credibilidad, hoy inexistentes, violadas de modo recurrente, a la vista de cualquier fiscal sin prejuicios.
No importa si por su venerable edad, en retiro de participación política activa, haya militado alguna vez en una organización partidista de antaño, cuando los partidos políticos venezolanos configurados definitivamente durante el perezjimenismo en los exilios y las clandestinidades, les otorgaban derechos de comando o jefatura como ocurrió en su momento con Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Jóvito Villalba y Gustavo Machado por citar a los más renombrados. El paso del tiempo en sus edades, si todavía tienen la mente clara, es un aditivo de confianza para solicitarles acepten este comando que ponga orden en el kindergarten caótico y vergonzoso que es hoy la oposición formal de Venezuela. Tampoco es de obviar si es un sacerdote cristiano porque esta es la religión mayoritaria, considerada como oficial, en la carta democrática fundacional y la Iglesia Católica venezolana ha demostrado en estas dos décadas, su liderazgo implícito en el llamado pueblo que es la sociedad mayoritaria.
En mi caso, judía por tradición y elección, disculpen la primera persona en un asunto que nunca debe ser precisamente personal, confío por ejemplo en el sacerdote jesuita Luis Ugalde porque durante su ejercicio rectoral en la Universidad Católica Andrés Bello demostró sabiduría, tolerancia, capacidad teórica y técnica para manejar una masa difícil, heterogénea desde el punto de vista social, ideológico, religioso, en fin, un dirigente pedagógico ejemplar.
Otros pudieran preferir a Cecilia García Arocha, resistente, paciente rectora de mi adorada Universidad Central de Venezuela, o pueden ambos presidir el equipo directriz con otros colegas del mismo rango y todavía independientes, esta nueva institución provisional. El liderazgo necesario proviene de la uni-diversidad.
Son las autoridades competentes de las universidades autónomas hoy en ruinas, en las garras usurpadoras y en la mira segregadora del putinazgo tropical, las óptimas organizaciones que pueden salvar al infierno putinal venezolano, en degradación de etapa final porque si no se procede, esperar milagros electorales o mexicanos implica la pérdida definitiva del sistema político republicano constitucional que da paso al Estado Comunal Totalitario.
Si existe otra opción libertaria, en palabras comunes y corrientes, bienvenida sea.
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