OPINIÓN

Libreto vencido 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

Es hora de poner la mirada en las coreografías de las farsas y desenrollar el ovillo tejido en torno a la ecuación “certidumbre vs incertidumbre”, de una manera simple, como revelar la verdad. Hoy el país es consciente de que no padece una incertidumbre sino una certidumbre. Sabemos que nos enfrentamos a un régimen devenido en corporación criminal dispuesto a permanecer en el poder como sea.

22 años bastan para la comprobación. Con los mismos sujetos no se puede tener una experiencia distinta. El rey está desnudo, su carácter asesino no es novedad ni sorpresa para la población. Tampoco las casas muertas y los caminos abandonados por la diáspora. En lugar de incertidumbre cada día hay mayor certidumbre de que no se va. No bastan las meras críticas verbalizadas por los bates quebrados del G4, en disolución, para romper con esa certidumbre que aparece a la vista como el Ávila caraqueño. Aplicamos para este ejercicio la herramienta del honorable Dr. Luis Alberto Machado, de feliz memoria, de ver las cosas al revés.

La tarea que viene realizando, con constancia, el nuevo liderazgo es construir una incertidumbre fructuosa organizando el descontento popular mayoritario y configurándolo en una amenaza real creíble que terminará logrando que el narcorrégimen ponga sus pies en polvorosas.

Sea oportuno señalar que la gran jornada cívica del 16J, promovida por un liderazgo con coraje y comprometido, creó la incertidumbre de que la liberación de la tiranía era posible y alcanzó una movilización sin precedentes. Contrasta con la “consulta”, que fue apropiada y relanzada por un liderazgo que no generaba esperanzas; esta vez la gente sabía de antemano lo que iba a suceder: nada. Aquí se ve claramente, comparando una jornada con la otra, lo que es incertidumbre y certidumbre.

El diálogo por la fuerza de una veintena de fracasos consecutivos pasó de tema a subtema. Dio pena ajena ver al hermanito mayor presidir el cortejo fúnebre de unos empresarios carentes de grandeza, con el alma arruinada, mirando para otro lado del paredón de los asesinatos, las muertes, las torturas, los presos políticos y la desnutrición infantil espantosa, transando con ruindad su porvenir individual y dejando de lado a un país que libra una campaña admirable por la dignidad y la libertad. Convertidos en gestores de nuestra servidumbre fueron pasados por las horcas caudinas de un régimen impresentable.

La hermanita menor, número dos de la tiranía, acudió a la Asamblea Nacional espuria y sacó pecho, jactándose de que habían subido el salario 50 veces; es justamente lo contrario, se trata de la patética demostración de 50 fracasos consecutivos, cuando observamos la indefensión de los pensionados que cobran una mensualidad menor a 1 dólar.

El régimen no ha logrado quebrar a la juventud venezolana, que desprecia con todas sus letras al socialismo. Tiene claro hacia dónde se inclina ante el dilema de liberación vs supervivencia. Lucha contra un sistema de dominación de abajo hacia arriba, que causa la desintegración de la familia y liquidó la alternabilidad.

Los jóvenes no caerán en las trampas apaciguadoras, no van a sucumbir ante el comunismo que repudian, luchan por desterrar a las mafias enquistadas en el territorio. Encarnan una representación política con convicciones que transita marcando ruptura y diferencia. Ellos inspiran con su espíritu de lucha, fuerza de voluntad y fuerza ciudadana.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!