A Roland Carreño, el amigo, el compañero, el agudo comunicador social, el luchador incansable por la democracia; pero también el padre extraordinario, el hijo amoroso, el ser humano excepcional; en fin, a Roland a secas, al pana solidario y de fino humor, virtudes todas y más, que nadie que lo conozca le puede regatear, se le ha diagnosticado positivo en COVID-19.
Dado que cualquiera de los voceros del régimen pudiera decir, escurriendo el bulto con un ejercicio de cinismo, que Roland es uno más de los 341.314 venezolanos contagiados por la letal pandemia, admitidos oficialmente como tales al día de hoy, cabe recordar las particularidades en que el terrible virus ha atacado su afectada humanidad. Pues debido a esas circunstancias la vida de Roland está en vilo. Veamos.
Roland es un preso político que lleva ya casi 11 meses en las mazmorras del régimen, en un ambiente de insalubridad de lo peor. Sin que a la fecha se le pueda demostrar delito alguno que justifique tan prolongado e inhumano encierro, salvo el de oponerse con principios y coraje, democráticamente, al abuso y a la arbitrariedad de quienes ostentan el poder político en nuestro país.
Roland padece de continuas crisis hipertensivas y otras complicaciones crónicas de salud, de las cuales han dado cuenta medios de comunicación y redes sociales durante todo este extenso tiempo de cautiverio, que lo hacen más vulnerable y tornan su contagio aún más peligroso que los casos comunes.
Pero lo peor es que durante todo este tiempo de casi un año de cárcel, a Roland se le ha negado la atención médica correspondiente a su delicado estado de salud, sin que ninguno de sus carceleros, no me refiero a los policías que lo custodian sino a los que dieron la orden de apresarlo, muestren el menor signo de humanidad para con él.
Hasta la fecha, no han tenido éxito ninguna de las gestiones humanitarias para lograr su libertad. Todas han quedado en promesas incumplidas. La indolencia ha privado por encima de la bondad humana. Y la crueldad ha cerrado el paso a un gesto de humanidad.
La lamentable noticia sobre el complicado cuadro de salud de Roland y los peligros que ello entraña poniendo en riesgo su vida, nos ha llenado de angustia, nos ha consternado, pero de igual modo nos ha invitado a todos a alzar la voz y a movilizarnos exigiendo su libertad inmediata.
La exigencia por la libertad de Roland va primero al gobierno, está en sus manos, Roland es su rehén. Pero también a quienes en representación de la oposición se sientan en México, para que pidan al gobierno la inmediata liberación de Roland como muestra de buena voluntad de querer cumplir con el acuerdo parcial de ayuda humanitaria que acaban de firmar.
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